ABC CORDOBA 25-07-2015 página 8

8 ENFOQUE SÁBADO, 25 DE JULIO DE 2015 abc. es ABC Víctimas y familiares del accidente ocurrido en la curva de Angrois, en Santiago de Compostela, observan durante un acto de homenaje el paso del Alvia a la misma hora y en el mismo lugar donde hace dos años ocurrió la tragedia en la que perecieron 81 pasajeros FOTOS: EFE Homenaje a las víctimas Angrois a la luz del señor Santiago JOSÉ LUIS RESTÁN Hace dos años, la fiesta de Santiago Apóstol, fiesta mayor de Galicia y de España, se trocó en un día de luto e intenso dolor como consecuencia del terrible accidente ferroviario en Angrois, que provocó 81 muertos. Entonces un conocido dibujante publicó una viñeta en la que se veía al Rey preguntar al Apóstol: ¿Dónde estabas, señor Santiago? Muchos líderes sociales repitieron aquellos días que no tenían palabras para expresarse ante semejante dolor. Era necesario dar curso a una investigación lo más completa posible, depurar responsabilidades, corregir errores... Dos años después todo eso puede resultar imperfecto e inacabado. En el fondo todo eso, imprescindible, nunca será suficiente, y por eso la ocasión abre de nuevo las compuertas al dolor. Es humano el grito que se levanta desde la tragedia, incluso si toma la forma sarcástica de nuestro dibujante. Lo humano no es olvidar ni censurar, sino preguntar, incluso con rabia y desconcierto, si el límite y la muerte son la última palabra, o si a través de caminos misteriosos nuestra existencia está en manos de un Padre bueno. De eso estaban ciertos los millares de hombres y mujeres que desde los confines de Europa llegaban hasta Compostela para poner sus penas, alegrías y deseos, a los pies del Apóstol. La sociedad española se ha acostumbrado por desgracia a censurar la pregunta religiosa en público, y eso hace más pobre y violenta nuestra cultura común. También aquel señor Santiago, cuyos restos reposan en la bellísima Compostela, sufrió una muerte injusta, incomprensible para la mayoría. La memoria de las víctimas de Angrois tiene el telón de fondo de su martirio, con el que nos dice que hay otra palabra, otra esperanza que vence a la muerte, a cualquier muerte.