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ABC CORDOBA 09-07-2015 página 14
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ABC CORDOBA 09-07-2015 página 14

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14 OPINIÓN VIDAS EJEMPLARES PUEBLA JUEVES, 9 DE JULIO DE 2015 abc. es opinion ABC LUIS VENTOSO HACER QUE HACE Ninguno de los problemas de España tiene que ver con su Constitución A veces la mirada lejana, más fría, permite abarcar mejor el conjunto del paisaje. Charlando en Oxford con Sir John Elliott, un anciano templado, de mirada honesta y que pasa por ser el mayor hispanista vivo, él comentaba que los treinta años que siguieron a la restauración de la democracia en 1978 fueron casi una segunda Edad de Oro española Y eso lo sostiene el erudito que tal vez ha explicado mejor el milagro de la España imperial y la implosión del XVII. España tiene problemas, claro. Principalmente son cinco. El resacón de la mayor crisis global desde 1929, agravada en nuestro caso por el doble estallido de las burbujas inmobilaria y financiera y por la gestión negligente que hizo a continuación Zapatero (de largo nuestro peor presidente y culpable de más carajales de los que a simple vista se le atribuyen) El segundo problemón es la crisis de valores morales de nuestra sociedad los que más robamos en el súper de toda la UE, por ejemplo que se ha traducido en corrupción rampante en todo el arco político, incluidos ya los adanistas de Podemos. La tercera carencia es la pérdida de rumbo del PSOE, que de partido de Estado ha pasado desde Zapatero a ponerlo en solfa y zarandearlo si le conviene en su chalaneo electoral. Lo cuarto es el pulso independentista. El último problema es un panorama mediático único en la Europa convencional, con dos televisiones de combate político ¡de capital de derechas! consagradas a predicar el desánimo, apoyar a la izquierda apocalíptica y acusar de radicalismo antisocial a un Gobierno centrista. En realidad, con todos sus humanos defectos, el Ejecutivo ha logrado conservar lo grueso del Estado del bienestar, en un país que hace solo tres años rozó la bancarrota (hoy es el que más crece de la UE, pero el clima de depresión colectiva que ha sabido inocular la izquierda política y mediática y la lamentable falta de pegada política del Gobierno hacen que nadie lo celebre y reconozca, en un país volcado en despellejarse) Ninguno de los cinco problemas de España (secuelas de la crisis, pérdida de valores cívicos y morales, felonía del PSOE, separatismo y un modelo televisivo que da alas al pesimismo y la radicalidad) ninguno tiene nada que ver con la Constitución. Por eso cuando el tan decepcionante Sánchez lanza su reforma de la Carta Magna asistimos a una impostura irresponsable, un simple hacer por hacer, cuyo único objetivo es tapar la lacerante carencia de un discurso económico alternativo al centrista. El PSOE de hoy carece de nuevas ideas para que los españoles tengan más y mejores empleos, que es el asunto medular. Esa indigencia intelectual se suple con postureo cosmético y un reformismo de espuma de cerveza, que solo tiene un móvil: hacer ver que el PSOE es diferente al PP. El reformismo teletubbie llega al extremo de pregonar que hay que modificar la Constitución para garantizar el bienestar de los españoles. Porque en nuestro asombroso país del ruido y el derrotismo disfrutamos de líderes políticos que todavía no asumen que los empleos que traen la vida buena solo los crea la iniciativa privada de los empresarios. CAMBIO DE GUARDIA GABRIEL ALBIAC YIHAD EN EUROPA Estamos en guerra: una guerra declarada por el islamismo. Y una guerra, la ganan o la pierden los ejércitos H ACE sólo seis meses, después de los asesinatos de París, el primer ministro francés, Manuel Valls, daba cuenta de la dimensión de su envite ante el Parlamento: Me preguntan ustedes si esto es una guerra. Les respondo: sí. Me preguntan si vamos a ganarla. Les respondo: haremos todo lo necesario para ganarla Tras la matanza islamista en Túnez, Kuwait, Somalia y Francia, hace dos semanas, Manuel Valls insistía: Me preguntan si puede haber más atentados. La pregunta adecuada no es si los habrá, sino cuándo El primer ministro viene mostrando una virtud poco usual entre los políticos: no ocultar lo desagradable. Eso lo pone en las antípodas de su presidente. Una guerra no es un lance de esgrima, que se resuelva elegante o incruentamente. No es tampoco asunto que concierna sólo a una policía eficiente resolver. Las guerras las gana el ejército sobre el campo de batalla. Gana el que logra imponer al adversario un coste en bajas insostenible. Gana el que aniquila y desarma. O bien es aniquilado y desarmado él mismo. El trabajo policial, en una guerra, es indispensable complemento interno. Pero la guerra de verdad se juega siempre en territorio enemigo. Allí se gana, allí se pierde. El domingo, en ABC, el ministro del Interior español, Jorge Fernández- Díaz, recogía, a su manera y en su léxico, la tesis de Valls. Sencillamen- te, porque la realidad impone, guste o no, su brutal constancia: Es el momento más crítico desde el 11- M por la amenaza yihadista constataba. Nadie puede hoy, en España, ocultar que existe un riesgo elevado de atentado islámico. Nadie. Y menos que nadie, el ministro al cual se ha encomendado el orden público. Pero no basta con eso. Estamos como Francia está, como lo está toda Europa en guerra: una guerra declarada por el islamismo. Y una guerra la ganan o la pierden los ejércitos. Con cuanto apoyo policial sea preciso. Pero la ganan los ejércitos. Esos de los cuales Europa prácticamente ha prescindido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando sólo el protectorado militar estadounidense salvó a un continente exhausto del destino servil que se tragó a todo el Este, hasta el derrumbe, en 1989, del Telón de Acero. Hoy, Europa es un territorio codiciable y que se puede conquistar a precio militar muy bajo. Es lo que el yihadismo sabe y proclama desde hace, al menos, dos decenios. Quienes aquí viven en la ensoñación de que la yihad sea sólo cosa del norte de África y de la Península Arábiga se engañan. Puede que deliberadamente. Puede que más aún por estupidez que por cobardía: aunque ambas suelen ir juntas. El territorio, a la apropiación de cuyos bienes aspira la yihad, es Europa. Que ha sido prometida como trofeo por Alá a sus fieles. El norte de África y la Península Arábiga son la base logística. Concepto esencial, ese de base desde que Bin Laden lo adoptase para dar nombre a su red organizativa: Al Qaida, La Base En su planteamiento de final del siglo pasado, la base era una estructura difusa y no territorialmente definida, aun cuando con soportes diversos e intercambiables, que iban de Afganistán a Yemen o Somalia. Tras la costosa aniquilación de Al Qaida, la segunda generación de yihadistas ha retornado a conceptos más tradicionales de asiento geográfico. Y la base ha pasado a ser un territorio físico entre Irak y Siria, desde el cual coordinar los ataques al infiel: eso es el Califato eso es el Estado Islámico. Eso hay que destruir. Militarmente. O la guerra se perderá. En Europa.

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