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ABC CORDOBA 04-07-2015 página 71
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ABC CORDOBA 04-07-2015 página 71

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ABC SÁBADO, 4 DE JULIO DE 2015 abc. es estilo GENTESTILO 71 CORZAS MELLIZAS A calzón quitado El Nobel va a hacer un ridículo espantoso, reducido a simple complemento de la reina de las socialités doble para las escenas de acción? Esta impresión me hace sucumbir a una opinión que llevo semanas esquivando por la admiración que profeso al Nobel: este hombre va a hacer un ridículo espantoso. ¿No tiene amigos que se lo digan? Uno de los grandes narradores que habitan nuestra biblioteca particular, reducido a complemento de vestuario humano de la reina de las socialités que lo lleva de aquí para allá abducido por una retransmisión en directo pactada con ¡Hola! y lo obliga a bailar aunque le chirríen los goznes. Y todo cuando el escritor, en vez de haciéndose el Porfirio Rubirosa con una expresión seria, casi avergonzada, debería estar liberando pueblos oprimidos y sin liberalismo o escribiendo encerrado en una habitación mientras alguien le deja la comida al otro lado de la puerta para que la agarre cuando tenga hambre. ¿De verdad estamos todos abocados a que la ansiedad del tiempo que se acaba nos arrebate así el cuajo y el temperamento y nos transforme en guiñapos de la sensualidad, como esos pilotos argentinos que cedieron los mandos del avión a una vedette de tremenda raja en la pollera? ¿Qué fue de lo de agonizar en el porche de casa, con la mano en el sable y con la familia sin descomponer, como los caballeros de Faulkner DAVID GISTAU E l de Preysler y Vargas Llosa es un romance aerotransportable, cosmopolita, chic. Apenas comenzado, ya los hemos visto en Londres, en Madrid y ahora en Lisboa, con arrumacos bizcochosos impropios de personas serias llegan a cogerse de la mano y con un fondo de armario superior al necesario para llevar una existencia de abuelos apacibles y conformes con lo ya vivido. Como la del Rey honorario. ¡Hola! retransmite el serial y nos irá introduciendo en los sucesivos estadios de intimidad, con la sola excepción de la alcoba. La cobertura de ¡Hola! tan prolija, convierte todo esto en un reality elegante, sin edredoning en el que uno tiene la sensación de que Isabel Preysler es consciente de su papel estelar y quién sabe si no ordena incluso repetir las tomas que no le gustaron. ¿Tendrá Vargas un La revista ¡Hola! realizó esta semana su cuarta entrega del romance Vargas Llosa- Preysler o los granjeros- soldados de Jenofonte? Aunque también es verdad que a ningún caballero de Faulkner ni a ningún granjero- soldado de Jenofonte le hizo jamás Isabel Preysler su célebre caída de ojos. Que ahí los querría ver. Isabel, urbi et orbi En la otra facción de este mundo bipolar, todo parece menos sofisticado, y por lo tanto más real. Los hijos siguen auxiliando a Patricia Llosa, y salen en Semana incluso llevando a los nietos a lo que parece el parque de atracciones, que hace falta mucho amor por los niños para pasar por eso. El primogénito del clan, Álvaro, con su sombrero de cónsul honorario de Graham Greene, ha sido nombrado interlocutor entre las dos partes rotas del matrimonio, casco azul de los Vargas Llosa y, parece ser, único vástago que aún se habla con el padre. Es curiosa la participación de los hijos en esta trama. Isabel Preysler envía a las suyas a las revistas como heraldos del amor y portadoras de la versión oficial. La de esta semana, que creo que es la novia del tenista, arma un discurso más estructurado que la de la semana anterior y, como en un ejercicio de ventriloquia, suena como si la propia Isabel se dirigiera urbi et orbi a su hinchada para enfrentarse a la reputación de asaltadora de matrimonios explicando que, cumplido el duelo, tenía derecho a una última felicidad. La propia revista, que está por la labor, contribuye a crear una atmósfera expiatoria recordando que el matrimonio de los Vargas Llosa de todos modos estaba roto hace muchos años e incluso la supuesta fiesta del cincuenta aniversario fue en realidad una celebración por un doctorado honoris causa. Espero con angustia el próximo ¡Hola! temiendo que un gran escritor aparezca cantando una serenata vestido de tuno. Al menos no lo agarró Olvido Hormigos, que eso sí que no lo habría soportado mi amigo Archie Donnen, que se abre paso entre los palos de selfie de los turistas como un flâneur arrasado por la agencia Cook.

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