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ABC CORDOBA 03-07-2015 página 88
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VIERNES 3.7.2015 Editado por Diario ABC, S. L. San Álvaro, 8, 1 3, 14003 Córdoba. Diario ABC, S. L. Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción, distribución, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta publicación, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa. Número 36.345 D. L. I: M- 13- 58 Apartado de Correos 43, Madrid. Publicidad 957 497 675 Suscripciones 901 400 900 Atención al cliente 902 530 770. EL PULSO DEL PLANETA VISTO Y NO VISTO Una cara eterna La Galería Nacional del Retrato de Londres muestra cómo los mejores fotógrafos del mundo cimentaron el mito de Audrey Hepburn LUIS VENTOSO CORRESPONSAL EN LONDRES IGNACIO RUIZ- QUINTANO LUCIO Mientras Madrid se engalanaba para la Carrera de Tacones, Rajoy invitó a cenar, alrededor de Juan Carlos I, a Gonzalón, a Aznar y a Zapatero A yer en la apertura de la exposición Audrey Hepburn: retratos de un icono una riada de gente abarrotaba las salas de la National Portrait Gallery de Londres, con los hombres en minoría absoluta. 22 años después de su muerte en Suiza, con solo 63 y víctima de un cáncer de colon, la nueva feminidad cinematográfica que trajo la flaca actriz británico- holandesa sigue fascinando. Hepburn, bailarina frustrada pese a intentarlo desde los cinco años y dueña de un rostro precioso, inocente y profundo, va siempre asociada a la misma retahíla de adjetivos: glamurosa, sofisticada, cosmopolita. Todos son exactos, pero habría que añadir otros de su vida real: tímida, insegura, desorientada, con un gran vacío emocional que no llenaron ni sus dos matrimonios ni su lista de amantes, casi siempre parejas del celuloide (William Holden, Albert Fin- Retrato de Audrey Hepburn, de 1955 ney o Ben Gazzara, que tan mal la trató) Con su físico ligero, Audrey pasó unas de sus baqueteadas zapatillas página a la era de las bombis volup- de ballet y curiosas portadas de retuosas a lo Monroe. Pero hubo algo vistas de época, que hacen suspirar más. La exposición muestra como los ante el saber estar de los años cinmejores fotógrafos de su era (Irving cuenta. Penn, Richard Avedon, Cecil Beaton, Nacida en un barrio de Bruselas, Anthony Beauchamp... tallaron su Audrey tuvo una vida más traumátiperfil de diva elegante, deliciosa y ca de lo que refleja su ángel eterno. próxima, pero a la vez esquiva en su Era la hija de un banquero inglés de perfecta y engañosa enorigen austríaco, que carnación de lo angeli- Antes de llegar a abandonó pronto el hoHollywood cal. El resto lo hizo su gar, y de una aristócraamistad con Hubert de ta flamenca que nunca recorrió los Givenchy, que la enseñó acertó a darle calor maclubes de a vestir, como acreditan terno. Desatada la SeLondres como algunas maravillosas fogunda Guerra Mundial, bailarina de tos. su progenitora se la llecoro La muestra de Lonvó a Holanda, confiada dres, con entradas a en que sería neutral. nueve libras, puede verse hasta oc- Tras la invasión alemana vivieron autubre y exhibe unos ochenta retra- ténticas penalidades, con hambrutos de la modelo y actriz, veinte de nas y la detención de algunos parienellos fotos inéditas donadas por sus tes por los nazis. La leyenda heroica dos hijos, nacidos de sus dos matri- cuenta que Audrey actuó en una funmonios (con el actor Mel Ferrer y el ción secreta de ballet para recaudar aristócrata italiano Andrea Dotti) fondos para la resistencia y que a veLos mitómanos pueden ver también ces oficiaba de correo. M NORMAN PARKINSON LTD Antes de rendir a Hollywood, recorrió los clubes de Londres como bailarina de coro. En una curiosa pirueta del destino, uno de los locales en que actuó se llamaba Ciro y ocupaba el mismo inmueble de la Galería Nacional del Retrato que ahora la evoca. En 1951, la escritora francesa Colette la vio en Mónaco cuando buscaba un rostro para llevar su Gigí a Broadway: ¡Tú eres Gigí! zanjó. En 1953 encarnó a la princesa en Vespa de Vacaciones en Roma y ganó el Oscar. Desde allí pasó por los platós de los mejores (Wyler y Wilder, John Houston, George Cukor, Stanley Donen) Hasta que en la cuarentena se hartó del cine y lo dejó. Vivió a caballo de Roma y Suiza y se esforzó en una nueva vocación: la filantropía en favor de los niños hambrientos. En Unicef regaló el amor que no recibió. Se la recuerda con un raro cariño y sigue siendo una gloria verla cantar lánguidamente el Moon River con su absurdo ukelele. ientras Madrid se engalanaba para la Carrera de Tacones, Rajoy invitó a cenar en Lucio, alrededor de Juan Carlos I, a Gonzalón, a Aznar y a Zapatero, cuya única justificación en esa mesa sería pagar la cena. Es la foto del Régimen alrededor de un plato de huevos estrellados, la especialidad de Lucio. Pongo buebos de repente se leía en el cartel de la taberna Bienmecomes en Elorrio, y por eso Prieto llamaba a su dueño Ko- ko- ro- ko El Ko- ko- ro- ko de la partidocracia en Madrid es Lucio, donde el marianismo de Rajoy hace hoy lo que el cinismo de Prieto acostumbraba hacer cuando la República en el salón japonés de Lhardy: eso que los ingleses llaman skill y Felipe Mellizo, maña para sacar partido de las fuerzas en colisión excluida la banda de zánganos (tres cortometrajes en 35 años es el bagaje del concejal más famoso) que pastorea en el Ayuntamiento Carmena, una abuela tan reaccionaria que reduce la idea de libertad política colectiva que no hay a la cabalgata del Orgullo Gay. Me han dicho que los huevos están muy bien dijo la alcaldable Villacís para que Emilia Landaluce la llevara a Lucio, adonde la llevó como Hildy Johnson hubiera llevado a la novia de Earl Williams, el condenado, en la Luna Nueva de Howard Hawks. En la foto de Lucio, la gallina más vieja es Gonzalón, y el que más pinta de poner buebos de repente Aznar. Con luz de vela, como en Barry Lyndon aparentan decretar, como heroicidad culinaria del pueblo en crisis, el plato único de la posguerra, que era un huevo. Fue cuando don Eugenio d Ors, de legendario apetito, propuso en la mesa de la Academia, que es un donut ovalado el bidet del idioma la supresión del singular a la palabra huevo y hacerlo por siempre plural: huevos Ahora que todo parece pequeño en España, la foto de Lucio es un flash del proverbial minimismo mariano: Del lobo un pelo Aunque, gallego él, dirá Rajoy que qué huevos puede hacerse ya por el Régimen con un pelo de lobo.

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