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ABC CORDOBA 01-07-2015 página 14
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14 OPINIÓN LLUVIA ÁCIDA PUEBLA MIÉRCOLES, 1 DE JULIO DE 2015 abc. es opinion ABC DAVID GISTAU LOS BEATLES Es ridículo trazar una analogía política entre este tiempo y el que albergó la visita de los Beatles OR lo pertinaz del recordatorio, los supongo informados de que se cumple un aniversario redondo del concierto de los Beatles en Las Ventas. Que los amigos veteranos, por cierto, recuerdan como un gatillazo: aforo incompleto, actuación fugaz y desganada de la banda. Aunque hablamos de cuando España inauguró el burro- taxi, las imágenes en las que se ve a los Beatles bajar por la escalerilla del avión tienen vigencia. Es así porque la izquierda redentora ha declarado fallida la Primera Transición y abierta por ella misma la Segunda y fetén, y entonces resulta que los Beatles siguen bajando la escalerilla del avión, cincuenta años después, para ejercer de síntoma aperturista en una nación sin homologar con Europa. Espero que esta observación les haya resultado ridícula. Ésa era precisamente la intención. Porque igual de ridículo es trazar una analogía política entre este tiempo y el que albergó la visita de los Beatles. La frontera, más bien, entre un tiempo terminal y otro seminal. Ciertos personajes emergentes de la política se atribuyen a sí mismos una importancia histórica que consiste en hacernos creer que la actual fatiga española, ahondada por la crisis y por la corrupción, requiere un esfuerzo comparable a la construcción de un sistema democrático nuevo sobre los escombros de una dictadura y contra fuerzas regresivas aún por extirpar entre las cuales había pistoleros, terroristas y golpistas. No pretendo con esto restaurar el prestigio ahora discutido de la Transición, sino señalar la soberbia y la futilidad de los profetas de la nueva política que creen que España comienza ahora y con ellos y que esta nación aún necesita una evangelización democrática, como si no fuera, desde hace décadas, una democracia occidental consagrada, por más que arrastre desperfectos. Este síndrome se aprecia en muchos detalles. La querencia de Rivera a pretenderse el artífice transversal de unos nuevos pactos de la Moncloa, de una nueva reconciliación fundadora. O la gestión que hace Iglesias de los presos etarras, a los que ve poco menos que como cautivos de conciencia a los que habría que incorporar a una noción política de la amnistía relacionada con el desmantelamiento de un régimen culpable. Pero conduce también a frustraciones. Vean el ejemplo de Carmena, de la que un gran amigo mío, en un instante de ofuscación hiperbólica, dijo que era ella quien había traído las libertades Parece que Carmena se lo creyó, y que se sintió en deuda con la historia. Pero como a España no quedan libertades que traer, porque hace mucho tiempo que disfruta de todas cuantas consienten la ley y la escala de valores occidentales, ahora intenta apoderarse de las que ya había y eran rutina para convencernos de que todo lo bueno empieza con Podemos. En este contexto hay que ubicar la guerra de banderas entre ayuntamiento y comunidad madrileños para reñir la apropiación institucional del Orgullo Gay y de la promulgación de derechos civiles que antaño le dieron sentido vindicativo. P VIDAS EJEMPLARES LUIS VENTOSO CONFESIÓN ALIENÍGENA Escuchando ayer a Rajoy me sorprendí pensando lo prohibido: es un buen presidente E SCUCHANDO la entrevista de Ángel Expósito a Rajoy en la Cope me sorprendí pensando algo prohibido para quedar bien en la tremendista España de hoy. Pero como creo que entre el botafumeiro maruendista y la lapidación dogmática de Rajoy cabe un término medio, me atrevo a hacer una confesión que enterrará definitivamente mi nulo prestigio: me parece que ese señor sesentón, de barba blanca que no combina con un pelo con reflejos caobas, de porte antiguo y verbo más bien aburrido, es un centrista moderado, que respeta nuestro andamiaje institucional, mantiene siempre la buena educación, incluso ante las puyas más desleales de sus próximos, y a pesar de sus humanos defectos ha resultado en general un buen presidente. Sí, ya sé que Mariano es más feo y más carca que el apolíneo profesor Sánchez, y que la naturaleza no lo ha dotado del gracejo chisposo de Espe Aguirre, ni de las reciedumbres ideológicas casi mosaicas de un Aznar. También sé que ha reaccionado tarde y mal contra la corrupción y no ha hecho la limpia que debía, que le falta vuelo intelectual y más calidad y ambición en su discurso. Por último, soy consciente de que no llega al corazón de la gente. Pero y sigo enterrando mi nulo prestigio en un tiempo de enormes tribulaciones, con el país al borde de la quiebra y la calle ardiendo, me parece que fue una suerte tener en La Moncloa al señor gris de Pontevedra y no al voluble Sánchez, o a líderes como Aguirre o Aznar, de gafas más maniqueas, que tampoco podaron la obscena corrupción que florecía bajo sus pies y que tienden a una arrogancia que habría añadido acritud a unos recortes inevitables tras la bancarrota de Zapatero. Si en contra de la ola que al final no será tanta me atrevo a decir lo que digo es porque creo que el Estado no está para reglar hasta de qué color son mis calzoncillos, ni los presidentes para vivir en un plató a lo Maduro. Lo que le pido a mi Gobierno es mucho más pedestre: que garantice la estabilidad del país, es decir, la seguridad jurídica y el imperio de la ley, que trate de cuadrar las cuentas y sostener el Estado del bienestar básico y que no haga demasiado el indio. Nada más. Porque a diferencia de la deificación del Estado que propugna el comunismo milagrero de Tsipras y Podemos (el socio preferente de Sánchez) no creo que existan gobiernos taumatúrgicos, capaces de solucionarlo todo, ni que puedan o deban suplir a la iniciativa y responsabilidad personal. Las soluciones dogmáticas integrales acaban como el rosario de la aurora (y ahí está el reguero letal de los fascismos y comunismos del siglo XX, epítome sangriento de credos mágicos, que prometían fabricar sociedades nuevas y felices) Prefiero un gestor soseras, conocedor de la administración, que no hace experimentos frikis y respeta el orden constitucional que nos ha permitido prosperar, a profetas adanistas cuyo proyecto cabe en un cliché huero abrir un tiempo nuevo y que abogan por derribarlo todo sin aclarar antes qué vamos a construir a cambio. Porque las alternativas al marianismo dontancredista no son para echar cohetes. Y ahí está la espantosa resaca del Cóctel Varufakis que lleva tres cucharadas de populismo comunista, dos de nacionalismo victimista mendaz y cuatro dedos de inseguridad jurídica galopante (ni siquiera recaudan sus impuestos) Me gustaría, en fin, menos pensamiento mágico, menos políticos druidas, y que mi país dejase de flagelarse cada mañana cuando este año puede crecer un 4 ¿Pasándolas canutas? Pues sí, con un gran sacrificio de todos. Pero aquí estamos, doblando en crecimiento al Reino Unido... y pensando, ay, en hacernos un Varufakis.

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