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ABC CORDOBA 13-06-2015 página 62
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62 CULTURA SÁBADO, 13 DE JUNIO DE 2015 abc. es cultura ABC No quiero ser recordado como el poeta del duelo y de la muerte Santiago Castelo obtiene por aclamación el premio Gil de Biedma de poesía con La sentencia su libro póstumo JESÚS LILLO MADRID ¿E stás escribiendo? Mucho Entonces mucho quería decir deprisa. Santiago Castelo no sabía cuánto le quedaba, ni cuándo se ejecutaría la sentencia que eligió como título y argumento del que iba a ser su último poemario, una despedida del mundo y la carne, comestible o tangible. Premiada ayer con el Jaime Gil de Biedma, uno de los más prestigiosos en lengua castellana en la categoría de poesía, el libro póstumo de Castelo aúna la frialdad y el ardor que, sin atemperar, hielo y fuego, exige la narración de una autoagonía, escrita en el último borde de la vida y en la soledad a la que obliga una etapa contra el reloj, bajo una lluvia que no deja ver las señales que indican lo que queda para llegar. Entonces mucho quería decir deprisa y todas las metas eran volantes. La sentencia fue de las últimas obras en llegar a la Diputación de Segovia a finales de marzo. Apuró el plazo de presentación y hasta el último momento estuvo Castello, fallecido hace ahora dos semanas, retocando y corrigiendo los manuscritos de un auto judicial cuya exposición de hechos había elaborado a lo largo de los últimos doce meses, algunos de ellos, heladores, escritos entre fiebres, en la cama del mismo hospital en el que murió. Sabía que los setecientos versos exigidos en las bases del premio eran muchos, demasiados para un cuerpo devorado por el cáncer y, más aún, para una mente sometida al cruce de considerandos. De su sentencia, Castelo solo tenía claro el fallo: la ley de Dios la conocía, pero era de Letras demasiado puras como para cuadrar el tiempo y la biología. Según amanezca. A ver mañana cómo me levanto decía. Con La hermana muerta (2011) el periodista extremeño preparó el te- rreno y cavó su propia tumba. El llanto por los miembros de su familia, desaparecidos casi de un día para otro y en una secuencia insoportable, lo habilitó para enfrentarse con serenidad a su propio final y sacar el mejor partido literario de una angustia que se tragaba y se le hacía nudos. Era comilón, de digestiones asistidas con aguardiente, pero para las penas terminó por hacerse rumiante. Sobre el papel, lágrimas; al margen, silencio. La aceptación Fragmentado por los latidos, vertido a borbotones, medido con la precisión de quien ha firmado algunos de los sonetos más hermosos de las últimas décadas, La sentencia es un relato sobre la aceptación. No es un vulgar manual de autoayuda para salir adelante, según se sale de la Feria del Libro, sino una guía para ir bastante más allá. Castelo se aplicó el cuento de la Madre Maravillas Lo que Dios quiera, cuando Dios quiera, como Dios quiera y se sombreó la mirada para observar de cerca lo que pocos se atreven a mirar. Toda la vida escribiendo versos sobre el gozo carnal, la sensorialidad y la pasión de vivir, y resulta ahora que me van a recordar como el poeta del duelo y la muerte, qué le vamos a hacer se quejaba a última hora Santiago Castelo, cuyo removido Quilombo (2008) siempre consideró su obra más representativa. En La sentencia aparecen episodios como el del diagnóstico que desencadena su trama, el de las pruebas a las que el autor era sometido de forma cíclica o, más pegado al cuerpo, el de la caída del cabello que provoca la quimioterapia. Una zarzuela se ponía Castelo en el iPod para distraerse, con un tarareo y una evasiva percusión dactilar de acompañamiento, mientras le inyectaban los antineoplásicos. Luego, cuando tocaba, se afeitaba la cabeza en la barbería en la que se arreglan los hips- Santiago Castelo, con la antigua sede de ABC al fondo ISABEL PERMUY Un temblor estremecedor No hubo discusión, ni debate, ayer en Segovia. No fue unánime el fallo del premio Gil de Biezma, sino por aclamación. Uno tras otro, los miembros del jurado reconocieron el valor de La sentencia poemario que ya en la selección del prejurado había cautivado a los encargados de elaborar la lista corta del premio. El vientre de la ballena del novelista Andrés Barba, se hizo con el accésit, pero La sentencia de Castelo no tuvo rival. Gonzalo Santoja, coordinador del premio, destacó la ejemplaridad de un poeta que se despide con sosiego, con un temple admirable y el temblor estremecedor que provoca el poemario póstumo de Castelo. El autor domina la técnica del verso, pero la pone al servicio de la emoción y la verdad Es un Versos heladores Algunos de los poemas los escribió en la cama del hospital donde murió Despedida Es un relato sobre la aceptación, una despedida del mundo y de la carne regalo que un poeta como Santiago Castelo se despida de la vida y los lectores a través de este libro. Para Juan Manuel de Prada, Castelo no obtuvo en vida el reconocimiento que merecía por sus formas tradicionales y su visión del mundo. Sufrió una condena en vida una condena a la nada que ha sido revocada con este premio Allá donde esté, sin subjuntivo, no hay duda de que lo habrá disfrutado

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