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ABC CORDOBA 11-06-2015 página 3
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ABC JUEVES, 11 DE JUNIO DE 2015 abc. es opinion LA TERCERA 3 F U N DA D O E N 1 9 0 3 P O R D O N T O R C UAT O LU C A D E T E NA DEL INGENIO A LA ZAFIEDAD POR JUAN VAN- HALEN La ordinariez gratuita suele ir unida a la demagogia que consiste en halagar los sentimientos elementales de los ciudadanos para ganarse su favor. En su expresión más genuina, su efectividad debería haber decrecido por la extensión de las clases medias y la mayor formación ciudadana. Pero no es así N la refriega política asistimos a menudo al insulto como fórmula de confrontación, y esta realidad empírica se recrudece durante los procesos electorales, y vivimos un año de elecciones. Es la contaminación del mensaje por el exabrupto, de la razón por la sinrazón. El insulto para quien lo infiere es un atentado contra el pensamiento y más si se produce en el marco parlamentario que idealmente debe suponer racionalidad, debate riguroso y mesura. La denigración del adversario se ha producido en todas las épocas y ha afectado a casi todos los menesteres. El gremio de los escritores ha dado mucho juego, de modo que asaetear al prójimo parecía considerarse como una de las bellas artes al igual que el asesinato para Quincey. Cuando las descalificaciones tienen altura nacen del ingenio. España fue un país de ingenios. Quevedo era maledicente y su pluma fue más temida que su espada; Góngora lo padeció entre tantos otros. A su contemporáneo y enemigo Villamediana ser ingenioso le costó la vida; parece que Felipe IV no compartía su sentido del humor, el conde picó muy alto y acabó de un ballestazo en la calle Mayor de Madrid. Siglos más tarde Foxá arriesgaba su tranquilidad y sus destinos diplomáticos por el gozo de hacer una frase afilada y certera que laceraba a los más empingorotados y poderosos personajes. Desde el ingenio se han arruinado famas y se han torcido biografías. En lo que concierne a la inconveniencia política hay ejemplos sonados. En el siglo XIX un personaje como Cánovas, artífice y guardián de la Restauración y diseñador del tan útil turnismo entre conservadores y liberales, produjo algunas de las frases más ocurrentes y destructivas de su época, también desde la agudeza intelectual y la elegancia verbal. Ya en la pasada centuria Joaquín Pérez Madrigal, celebrado demagogo que brilló por su amplio catálogo de descalificaciones contra sus contemporáneos en los años treinta del siglo pasado, era llamado el jabalí, como reflejo del peligro que suponía el arma de su lengua, por los numerosos destinatarios de sus invectivas, que eran casi todos. Fue masón en sus inicios, diputado radical socialista en las Cortes Constituyentes de la Segunda República, diputado de la CEDA en 1936, franquista más tarde, y en los últimos años de su vida desembocó en un integrismo radical. Lo llegué a conocer y era hombre que tenía muchas cosas que contar y las contaba bien. Ejerció el periodismo y dejó varios curiosos libros con recuerdos de su agitada y contradictoria existencia. la política y una prueba de que la democracia está trufada, desde dentro, por tics autoritarios, de modo que cuando no se encuentran argumentos para defender ideas se recurre a tosquedades y ofensas ad hominem de la peor estofa. Quienes por sus responsabilidades deberían ser modelos y ejemplos para los ciudadanos de a pie, son demasiadas veces arquetipos de una simpleza hiriente. El joven dirigente de un partido de los llamados emergentes, con más prisa que equipaje y prudencia, declaró que el insulto en política equivale a hablar claro Pues no. Esa supuesta cualidad estaría al alcance de cualquiera de aquellos compadritos arrabaleros retratados por Borges que, por cierto, fue otro agudo maledicente. Un lenguaje tabernario resulta excéntrico en quien aspira, aunque sea en sus sueños más quiméricos, a gobernar una nación europea y es más propio de algún zafio mandatario bananero. E a ordinariez gratuita suele ir unida a la demagogia que consiste en halagar los sentimientos elementales de los ciudadanos para ganarse su favor. En su expresión más genuina, su efectividad debería haber decrecido por la extensión de las clases medias y la cada vez mayor formación ciudadana. Pero no es así. La demagogia enNIETO cuentra campo de cultivo sobre todo entre los ingenuos o desinformados que son hoy sus propicios destinatarios y que sorprendenteEn la Transición el ejemplo más reconocido mente resultan ser más numerosos de lo razode maledicente fue Alfonso Guerra. Dotado de nable. un ingenio temible y desbordante, a él se deben La política no es una isla dentro de una sociealgunas de las descargas verbales más ocurren- dad en la que gana la partida lo vulgar, incluso tes de los primeros años de la democracia. Era lo grosero. Quienes se dedican al ejercicio de la capaz de poner en circulación frases demoledo- política emanan de la misma realidad que quieras que se convertían en definitorias para sus de- nes desempeñan cualquier otra ocupación. Y ressafortunados destinatarios. Rara vez cayó en la ponden a sus demandas. No se me tildará de pesimpleza. Las suyas eran invectivas tan inteli- simista si considero que la sociedad, en general, gentes como temidas. consume hoy vaciedad de ideas en grandes doEl ingenio de antaño es grosería hogaño. Aho- sis; hay muchas evidencias. Pensemos en cierra comúnmente en las descalificaciones se ha per- tos espacios muy seguidos de televisión, en cierdido la finura, y muchas ofensas verbales o escri- tos personajes o personajillos celebrados como tas comportan zafiedad; se han instalado en lo referentes, en la degradación del lenguaje que vulgar. Y ello supone, además de una evidente fal- convierte en normal lo pedestre incluso allá donta de rigor y de educación, la decadencia de las de menos cabría esperar. formas y una crisis de fondo en el menester poAlgunos creen, y en ello se afanan, que la calítico que tiene que ver no poco con la creciente careada regeneración de la política se apuntala mediocridad que padecemos, como en tantos en la bajeza y en la siembra del odio desde el resotros ámbitos de la sociedad. Triunfa la media- cate de un lenguaje guerracivilista y maniqueo, y no en la lógica confrontación ideológica desde nía y lo gris sobre la excelencia y el talento. Todo ello, especialmente la rampante medio- el respeto y la mesura. Quienes así obran no tiecridad, tiene no poco que ver con la aparición nen ideas defendibles, o no saben enfrentarse a cada vez más común de la chabacanería y de las sus adversarios con argumentos, o algo peor: ensalidas de tono reñidas con el ingenio y no diga- tienden la política y no menos la democracia como mos con la inteligencia. Son el producto de una un disfraz oportunista de su autoritarismo. Comparto con Diógenes que el insulto deshonrealidad anodina. Que se rocíe al adversario con epítetos como ladrones zorras tontos de ra a quien lo infiere y no a quien lo recibe los cojones gentuza caraduras miseraJUAN VAN- HALEN ES ESCRITOR Y ACADÉMICO bles imbéciles ignorantes perros caspoCORRESPONDIENTE DE LA HISTORIA Y DE BELLAS sos fanáticos verdugos y tantas otras linARTES DE SAN FERNANDO dezas, supone una degradación del ejercicio de L

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