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ABC CORDOBA 08-06-2015 página 14
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14 OPINIÓN LLUVIA ÁCIDA PUEBLA LUNES, 8 DE JUNIO DE 2015 abc. es opinion ABC DAVID GISTAU CÉLULA OPINADORA El proceso carcelario ha convertido a Ortega Cano en un tertuliano. Esto en sí es algo que debería alarmar al Estado D E las muchas cosas con las que un hombre encerrado en prisión podría obsesionarse, la más imprevista la constituyen los pactos poselectorales en los municipios y las comunidades autónomas. Hemos sabido de presos que en las celdas rumiaron venganzas o hicieron abdominales, que añoraron el sabor de los chipirones encebollados o se mortificaron imaginando a su esposa desnuda para otro, que experimentaron una epifanía religiosa o se iniciaron en la ornitología gracias a un gorrión que se posó junto a los barrotes con el ala herida. Lo que no habíamos conocido todavía es el cautivo cuya primera acción una vez recobrada la libertad fuera emitir una opinión de política general. El proceso carcelario ha convertido a Ortega Cano en un tertuliano. Esto en sí es algo que debería alarmar al Estado, porque se supone que la cárcel, además del castigo, tiene como objeto la rehabilitación. Y si resulta que en la cárcel entran personas que son devueltas a la calle como tertulianos, entonces tendremos que enfrentarnos a un indicio imposible de soslayar de que la prisión agrava las malas predisposiciones de la conducta humana. Da la impresión de que Ortega, en lugar de juntarse con profesionales que podrían haberle enseñado a hacer butrones, ha pasado la condena aferrado a un aparato de radio que fue intoxicándolo de a poco hasta que ahí dentro empezó a mirar los muros de la patria suya hasta adquirir un dolor de raigambre noventayochista sólo comparable a la confesión que al salir de prisión hizo Tyson de haber leído a Voltaire y pretender instalarse en París para hacerse existencialista. ¿Qué está pasando dentro de nuestras cárceles? ¿Qué dejación es la que hace que hombres que redimen sus culpas sean abandonados a solas con vocablos y conceptos como gobernanza, multipartito y líneas rojas? Yo acuso al Estado de usar las tertulias para someter a los condenados a un experimento de esterilización mental, comparable a las torturas sónicas con rock duro de Guantánamo, que destroza almas y convierte a sus víctimas en robots opinadores que balbucean tópicos como si las opiniones expresadas en las tertulias fueran equivalentes a las descargas eléctricas aplicadas en Alguien voló sobre el nido del cuco Animo a Ortega Cano a denunciar este trato inhumano, impropio de una democracia occidental, y a que cuente cómo le sujetaron los párpados con papel celo como a Álex y lo obligaron a ver tertulias durante horas y horas hasta que en lo más profundo de su mazmorra empezó a decir entre sueños cosas como la deriva antidemocrática del PSOE puede arruinar la recuperación. ¡No al frentepopulismo! Sabíamos que en muchas cárceles europeas se practica el adoctrinamiento yihadista. Pero ahora además tenemos indicios de que existen células de opinadores latentes, tal vez controladas por el gobierno en una nueva modalidad de guerra sucia, que luego son desplegados en las cadenas militantes. Lo que han hecho con Ortega es como para que intervenga Amnistía Internacional. EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA PIDIENDO ÁRNICA Hay que dejarse de peticiones memas y asumir cuál es el rol que el régimen revolucionario ha asignado a la facción conservadora ESULTA, en verdad, hilarante la pretensión de ciertos sectores de la derecha, que ahora piden árnica a los socialistas, proponiéndoles alianzas contra Podemos. Y son, además, sectores de lo más variopinto: desde el más astracanesco, que canta el Cara al Sol en Ferraz ¡manda huevos! hasta la lideresa Aguirre (que, después de morder el polvo, sufre el síndrome de Boabdil el Chico) pasando por una legión de tertulianos que, para disimular el aliento de salchichas de Frankfurt y hacerlo pasar por empacho de lecturas del Frankfurter Allgemeine, exclaman con gran patetismo: ¡Gro e Koalition! Todas estas peticiones de árnica demuestran, amén de flojedad sentimentaloide, una ignorancia profunda del funcionamiento de la Revolución. Hay que dejarse de peticiones memas y asumir cuál es el rol que el régimen revolucionario ha asignado a la facción conservadora. Dicho rol incluye dos cometidos: uno, más práctico y cortoplacista, consiste en reparar los estragos económicos que perpetra la facción revolucionaria; el otro, mucho más esencial y duradero, consiste en estabilizar los avances de la facción revolucionaria, para lo cual deben pervertir a sus seguidores, ayudándolos a abjurar (muy suavemente y sin traumas) de los principios que profesaban sus antepasados. Ambos cometidos los ha desempeñado bravamente la facción conservadora: la propaganda gubernativa nos repite machaconamente que ha resuel- R to con éxito la crisis (risum teneatis) y, desde luego, ha cumplido a la perfección el segundo, acompañando a sus votantes en la aceptación de un progresismo de derechas, consistente en dimitir de todos los principios que profesaron sus antepasados, a cambio de conservar el chalé y el dinero en el banco ¡y de ganar derechos de bregueta, oiga! Alguien dijo muy sabiamente que los conservadores acaban convirtiéndose, tarde o temprano, en conservaduros; pero ni siquiera los conservaduros están demasiado contentos con la facción conservadora, que los ha cosido a impuestos. Una vez cumplido este doble cometido, la facción conservadora debe ceder paso (como hacen las liebres en las carreras de fondo, después de mantener durante un rato el ritmillo) para que los revolucionarios sigan avanzando según el plan previsto. No es cierto que Podemos venga a dinamitar ninguna institución, por la sencilla razón de que tales instituciones ya fueron antes reducidas a escombros (con la facción conservadora actuando como garante de su paulatina demolición) A Podemos no le resta sino continuar la labor revolucionaria, profundizando en los avances que la facción conservadora ha hecho suyos. Puede ser, ciertamente, que Podemos madrugue entretanto algún dinerillo a los conservaduros; pero no hay que angustiarse: de aquí a ocho años, los estragos causados por la facción revolucionaria volverán a ser demasiado gravosos; y entonces la facción conservadora podrá regresar a repararlos, consolidando todas las leyes que en esos ocho años se hayan aprobado. Incluidas, por supuesto, las leyes de Podemos, salvo aquellas en las que se respire una mínima brisa de justicia social, que serán de inmediato derogadas, para que los conservaduros respiren aliviados, creyendo que han sido salvados in extremis de la dictadura comunista. Observaba Belloc que, en los períodos revolucionarios, aún existe una mínima posibilidad de reacción en las conciencias. En los períodos moderados, en cambio, las conciencias permanecen hibernadas. Por supuesto, el sistema no permitirá que exista verdadera reacción; por eso se saca de la manga, a modo de placebo, marcas blancas como Ciudadanos, para consuelo de conservadores y conservaduros enfurruñados.

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