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ABC CORDOBA 26-05-2015 página 38
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ABC CORDOBA 26-05-2015 página 38

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36 CÓRDOBA MARTES, 26 DE MAYO DE 2015 cordoba. abc. es ABC Lunes de Feria Sí debiste cruzar el Guadalquivir El comienzo de la semana cumple con su reputación de tranquilidad, aunque cierta animación siempre comienza en las primeras horas de la tarde LUIS MIRANDA CÓRDOBA A HÍ estaba el valiente, casi solo frente a un panorama que no era de peligro, pero inquietud sí que daba. Al pisar el albero estéril y eterno vio cómo se movía el aire en remolinos y la arena dibujaba los contornos dorados en un paisaje sin seres humanos, como si se hubieran borrado. Casi notó el eco de los pasos al pisar la calle de Enmedio. Llevaba sombrero e iba solo y todavía se sorprendió de encontrarlo todo medio vacío. Fue con cautela por la calle y las únicas señales de vida eran las flores que se habían puesto en las casetas, cerradas o en duermevela. ¿Clint Eastwood por un paisaje almeriense con música de Ennio Morricone? ¿John Wayne en una película en blanco y negro? ¿Quizá una carrera onírica y futurista de Eduardo Noriega antes de despertar de lo que no se sabe si es pesadilla o realidad? De todo un poco habría en la atmósfera tensa. No hacía demasiado calor, aunque el sol picaba, y la sombra de los árboles se agradecía, pero no era imprescindible. Avanzó por la desértica calle de Enmedio y bien es verdad que era todavía temprano, pero sorprendía el paisaje. Hacia la mitad iba asaltando personal de las casetas, que contaba que se ofrecían paellas gratis a quien se sentara a tomar una cerveza y que hablaban de menús y ofertas. En alguna otra parte le ofrecieron abanicos con marcas publicitarias, y pensó en que tendría que cruzar como un desierto, o hasta que se había equivocado del lugar en el que tenía que divertirse. No le faltaba más que alguna calavera animal para soñarse en otro sitio. Le había sorprendido ver una colección de 600, todos con sus buenos cincuenta años a las espaldas, pero cuidados hasta lo impecable, como si acabaran de salir de la fábrica. Estuvo pensando que quizá hubiera sido mejor no cruzar el Guadalquivir, quedarse en la ciudad, como si haber dado el paso que había dado hubiera sido jugarse el pellejo. Dentro había el aspecto como amenazante de los bares, y eso que no había puerta con doble patiente y goznes a un lado y a otro, de esas que se abren con dos pies. Avanzó con cautela sin quitarse el sombrero y todavía echó de menos el caballo cuando detectó las señales de que algunos habían pasado por allí. Cambio de signo Tomó un trago en un sitio que llamaban caseta y rechazó varias veces la invitación de comer. ¿Habría estado en el sitio adecuado? ¿Había sido una decisión prudente poner rumbo a aquel paisaje abierto sin demasiada vida aparante? Quien le atendía se afanaba en la limpieza, pero el ir y venir de gente desde la cocina, el trasiego de los camareros atendiendo de momento a casi nadie, tenía algo de sospechoso. Sí que sonaban canciones, y hasta parecía que traslucían alegría, pero muchas veces, en los salones, ni siquiera el pianista deja de tocar cuando se desenfundan los revólveres. Llegó otra vez hasta la portada y allí se encontró con un oasis de de césped y árboles y sería por la hora o por el cambio de aire, pero notó que el ambiente cambiaba. Casi hizo amigo de guardarse el magnum en la cartuchera cuando cayó en la cuenta de que no lo llevaba. El primer sobresalto se lo llevó cuando vio una comitiva venir, y no eran indios ni un ejército, aunque fueran Dos jóvenes se besan sobre una carriola, ayer, en El Arenal paseo relajado con unos cuantos animales, bien cepillados y mejor cuidados, que tiraban de un carruaje con unas cuantas mujeres que estaban vestidas de flamenca. Después de todo, parecía que la tarde se animaba. Por algunos sitios iba encontrando a gente que caminaba hacia las casetas, aunque todavía de paisano, con la misma pinta con que hubieran disfrutado de una mañana de domingo cualquiera en el Centro de Córdoba. Pero el signo de la tarde cambiaba. Por el Paseo de Caballos avanzaban los carruajes y también algún autobús de escolares con necesidades especiales que tuvieron preferencia para poder desembocar en la Feria de Córdoba. Después de todo terminó comprendiendo que era Feria, pero sobre todo era lunes, así que le tocaba resaca y el motor todavía sin rodar, algo de pereza que se iba marchando conforme avanzaba el día y una cierta sensación de irrealidad, porque el fin de semana Paseos Los coches de caballos fueron uno de los primeros síntomas de que la fiesta seguía viva uniformados con tonos oscuros. En realidad era un coro rociero. No era la primera muestra de vida humana que se encontraba, pero sí la más numerosa, y parecía que daba el pistoletazo... no, el pistoletazo no, porque seguía brillando la atmósfera y el silencio. Pero sí que cambió algo a partir de entonces. Serían las dos y media de la tarde y parece que empezó la Feria de Córdoba. Lo detectó por el ruido de los cascos de los caballos en la calle Guadalquivir y allá que se fue esperando algún galope acelerado, el polvo que levanta un corcel con un jinete que se dirige apresurado hacia algún sitio. No encontró, sin embargo, más que un

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