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ABC CORDOBA 25-05-2015 página 14
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14 OPINIÓN LLUVIA ÁCIDA PUEBLA LUNES, 25 DE MAYO DE 2015 abc. es opinion ABC DAVID GISTAU OTRO PAÍS Ada Colau ahora parte el cotarro nacionalista en un contexto que sugiere el enfriamiento de la fiebre independentista S I las reglas del juego no hubieran cambiado, si no hubieran irrumpido nuevos actores y paradigmas políticos tales como el eje de aversión al bipartidismo, las elecciones de ayer habrían albergado una de las más brutales oscilaciones en el péndulo tradicional del PP y el PSOE. Es decir, que hay una certeza: la dureza del castigo al marianismo, con la pérdida de capitales santuario que se conservaron incluso en los tiempos más poderosos de Zapatero, y que apenas, gracias a la victoria pírrica en el cómputo general, es menos demoledor que el sufrido por el zapaterismo en 2011, cuando las elecciones locales se convirtieron en heraldos de una mayoría absoluta en las generales tan arrolladora como prematuramente abrasada. El elemento novedoso es que este colapso de un partido de poder no ha acarreado lo mismo que otras veces: el salto automático al primer puesto de su antagonista en el bipartidismo, sistema que, por cierto, queda herido pero no destruido. ¿Por qué el PSOE ha logrado empeorar su peor resultado en vez de obtener un margen de victoria que prepare el país para una nueva alternancia en Moncloa? Parece obvio. Porque el voto de la izquierda se ha dispersado en flamantes opciones nuevas que no existían en 2011, cuando el PP fue el polo de atracción de todo lo que proviniera del enfado o el ansia de cambio. Partidos como Podemos y personalidades con fuerza, como Carmena, beneficiada además por el pinchazo de Carmona y por su victimización a manos de Aguirre, más o menos asociadas a Podemos. O Ada Colau, cuya recolección de votos habría sido una extravagancia imposible hace apenas unos años, pero que ahora parte el cotarro nacionalista en un contexto que sugiere el enfriamiento de la fiebre independentista. La fragmentación es tal que resultados tan parejos como los del Ayuntamiento de Madrid, no aptos para cardiacos como decían los cronistas antiguos, convertirán en juego de filigranas las negociaciones de las otras elecciones, las que empiezan hoy para armar modelos de poder con procelosas conversaciones. Emerge, sin embargo, un potente bloque de izquierdas que se entenderá a poco que Podemos extraiga al PSOE de su retrato culpable del bipartidismo y lo convierta en interlocutor válido. Otra pésima noticia para el PP, si nos ponemos ya a hacer conjeturas para las generales, es el patinazo de Ciudadanos, que acaso sea el partido más decepcionante por la distancia acaecida entre sus expectativas y sus resultados. Si el PP contaba para el futuro con un banco de órganos en Ciudadanos, con una prótesis con la que estirar su propio caudal de votos hasta alcanzar cotas de gobierno, resulta que Ciudadanos se ha quedado paralizado en una bolsa de votos que, extrapolada, sería insuficiente. Es decir, demasiada debilidad para encarnar el papel de bisagra compensatoria del frente de izquierdas que puede armarse. Aunque es verdad que en las generales importará más la única virtud incuestionable de Ciudadanos: el personalismo de Rivera. EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA MAJADAS Y REDILES España lo que necesita es un partido que, frente a progres de derechas e izquierdas, restaure los principios de justicia social L AS facciones conservadora y socialista pueden darse con un canto en los morros. En algunas plazas que antes enseñoreaban tendrán que gobernar en alianza con los partidos de nuevo cuño que han recolectado a sus votantes enfurruñados; pero su desplome no ha sido más que parcial. Es verdad que han perdido votos, muchos votos; y, lo que resulta mucho más estragador para su funcionamiento (que, como bien se sabe, se funda en garantizar el empleo a sus jenízaros) han perdido cargos. Lo auténticamente milagroso es que la facción socialista en su mezcla de demagogia, corrupción callosa y a mansalva y complacencia con los errores de su pasado reciente y remoto siga juntando millones de votos (lo que prueba que, para muchos españoles, votar al Partido Socialista es una necesidad fisiológica, como respirar o hacer cámaras) De medio milagro puede también calificarse con otra media mitad de sometimiento a la doctrina del mal menor que la facción conservadora haya cosechado millones de votos, después de refocilarse en las sentinas de la corrupción, traicionar los valores morales de una importante porción de sus votantes y empeñarse en gobernar como un capataz al que sólo preocupa la cuenta ¿trucada? de resultados. Una cuenta de resultados que, además, la facción conservadora se obstina en presentar como óptima, cuando la mitad de la población española gana menos de mil euros al mes; tal vez esta machaco- nería haya terminado por encabronar a mucha gente que las está pasando canutas. El partido misteriosamente llamado Ciudadanos (cuando el nombre que más le cuadra es Tertulianos) se ha limitado a engatusar a los peperos descontentos con un mensaje de patrioterismo testicular, arbitrismo demagógico y liberación de entrepierna, que es la indulgencia plenaria que todo votante conservaduro anhela, para que el progrerío le pase la mano por el lomo caritativamente; sus resultados, sin embargo, han sido más magros de lo esperado, prueba de que la gente hastiada de los progre- liberalismo pepero tampoco se muere por votar sucedáneos. Podemos, por su parte, sigue apareciendo como alternativa progreizquierdista, aunque haya atemperado sus ímpetus revolucionarios, sustituyéndolos por vindicaciones del nauseabundo bienestar escandinavo, como si fueran unos hijos montaraces de aquel vendedor de crecepelos llamado Felipe González. Tanto Podemos como Ciudadanos se nos antojan, hoy por hoy, marcas blancas del sistema, majadas diseñadas para recoger ovejas descarriadas de las facciones conservadora y socialista. Siempre es preferible para el sistema, a la hora de recuperar ovejas descarriadas, asegurarse de que todas están congregadas en una misma majada, porque así resulta menos laborioso devolverlas al redil. Claro que, entretanto, estas facciones de nuevo cuño intentarán rebelarse contra el papel que el sistema les ha asignado. En los próximos meses van a darnos mucho la tabarra con el postureo puritano de no querer pactar ni con conservadores ni con socialistas, para llegar con su aureola intacta a las elecciones generales. Pero tal postureo puritano será a la postre su propia tumba: si lo mantienen, porque terminarán exasperando a sus respectivas parroquias; y, si lo declinan, porque, en cuanto rasquen poder, alargarán la mano para llevarse alguna coima o mamandurria. Pues es norma infalible que los más puritanos se revelen, a la postre, pecadores con avaricia. Ahora bien, España lo que necesita como el porcentaje de abstenciones demuestra es un partido que, frente a progres de derechas e izquierdas, restaure los principios de justicia social y bien común. Pero esto el sistema no lo permitirá.

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