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ABC CORDOBA 16-05-2015 página 16
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ABC CORDOBA 16-05-2015 página 16

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14 OPINIÓN VIDAS EJEMPLARES PUEBLA SÁBADO, 16 DE MAYO DE 2015 abc. es opinion ABC LUIS VENTOSO ALGODÓN Mientras haya problemas habrá blues resumía B. B. King N los años cincuenta, B. B. King llegó a tocar 346 conciertos al año. En uno de ellos cayó en un club de un villorrio ignoto llamado Twist, en esos espacios abiertos de Arkansas que no se acaban de abarcar con la mirada. Dos gañanes empezaron a pelearse junto a un calefactor de queroseno y el garito ardió como una falla. B. B. King se adentró en el fuego para rescatar su guitarra Gibson de las llamas y salió vivo de chiripa. Los dos tipos se habían enzarzado por una muchacha llamada Lucille. En recuerdo de aquello, el bluesman llamó Lucille a las sucesivas Gibson que acarició en 65 años de carrera. Entre 1910 y 1925 los campos de algodón del Delta del Misisipi dieron una pasmosa cosecha de músicos: Sonny Boy, Robert Johnson, Muddy Waters, John Lee Hooker... El último de esa saga de portentos fue Riley Ben King. Sus padres se divorciaron cuando tenía 4 años y conoció el trabajo extenuante de los braceros, que ejerció siete años. El algodón rodea mi vida e invade mis sueños solía decir, con ese tono algo bíblico que gastaba. A los 20 años escapó a Memphis. Primero se enroló en un coro de góspel, luego un primo bluesman lo subió a las tablas. Además estudiaba. Se empolló al gitano francés Django Reinhardt y, sobre todo, a su gran maestro, T- Bone Walker, el guitarrista de sangre cherokee que sentó las bases del blues eléctrico. Tras patearse el circuito negro en los cincuenta, en los sesenta lo descubren jóvenes bluseros blancos, Clapton, Jimmy Page... El tiempo lo convierte en El Rey del Blues Su guitarra conversa con él. Su presencia escénica es la del soberano de un culto ancestral: impecable siempre qué grandes esos esmóquines estampados muecas orgásmicas mientras pellizca a Lucille y una voz que sale de las tripas, aunque algún cenizo lo encuentre comercial En 1988, los irlandeses U 2, de viaje iniciático por los afluentes musicales del Misisipi, graban una canción con él. Dos aullidos del viejo rezuman más verdad que toda la pirotecnia de Bono. B. B. King sostenía que todas las mujeres son ángeles Lo cual, a ratos, es una gran verdad. Él saltaba de ángel en ángel: se casó y divorció dos veces y tuvo 14 hijos aquí y allá. El Rey vivía en Las Vegas. Dudosa elección para un ludópata. Sus deudas del juego las iba pagando con una media de 200 conciertos al año y con anuncios de todo tipo, de Pepsi a Gibson pasando por la AT T. Ya mayor, la diabetes le exigía parar. Nunca lo hizo: Le pregunté al médico si podía seguir, me dijo que no, y aquí estoy se reía. En octubre se desplomó en un concierto en Chicago y ahora se ha muerto como el ángel que era: durmiendo. Se recuerda el afecto de sus músicos a los que no dejaba beber ni fumar y sus raptos alocados de generosidad con familiares y amigos. Eric Clapton se encierra estos días cinco noches en el Royal Albert Hall de Londres. Clapton es más rápido que King y más perfecto. Pero se aproxima al blues sin embadurnarse, con la precisión de un catedrático con gafas. Mientras la gente tenga problemas, el blues nunca morirá salmodiaba B. B. King. Clapton ya no tiene problemas. Pero el Rey seguía oliendo en sueños el sopor de los campos de algodón. E HORIZONTE RAMÓN PÉREZ- MAURA ¿PERIODISMO? NO, LITERATURA La defensa de Corinna es comprensible cuando se comparten intereses E SPAÑA es territorio fértil para el falso periodismo de investigación Claro que este puede ser un arranque equívoco para el asunto al que está dedicado este artículo. Porque vamos a hablar más bien de literatura disfrazada de periodismo. Pulula estos días con gran desparpajo un libro sobre el final del reinado de Juan Carlos I que es verdaderamente inverosímil. Baste un hecho incontestable respecto al mismo. Quien lo ha escrito dice en cualquier foro que ha contado con el testimonio de unas cien personalidades con conocimiento de primera mano sobre la materia, pero que todos, sin excepción, han exigido reservar su identidad para hablar con quien se ha atrevido a contar toda la verdad dando la cara frente a tan temible adversario. Qué bonito, qué épico. Este humilde escribidor de periódicos, ante semejante contexto pensaría que más bien estamos hablando del Rey de Arabia Saudí. Porque en España no nos consta que a nadie se le haya perseguido por contar la vida privada y mucho menos la pública del Rey Juan Carlos. Y de algún otro miembro de su familia difícilmente se puede decir más de lo que ya se ha dicho. Eso de hablar de cien testimonios y no citar ninguno permite a quien lo escribe decir lo que le encaje mejor con la tesis en torno a la que escribe su relato. Y eso no es ni periodismo ni historia. Eso es literatura. Está después la cualificación de quien escribe un libro así sobre el Rey Juan Carlos. Y eso también tiene su aquel. Esta persona fue durante unos pocos años corresponsal de Familia Real en un diario madrileño. Y eso sería un aval, claro. El 2 de junio de 2014, día en que se anunció la abdicación de Juan Carlos I, su periódico, como ABC y otros diarios, publicó por la tarde una edición especial. En ella, esta persona firmaba en portada la crónica de la abdicación. En cambio, el 3 de junio por la mañana, el mismo diario publicaba una crónica casi idéntica, palabra por palabra, de la que solo habían desaparecido la firma de la autora y una referencia a Corinna zu Sayn- Wittgenstein. En un caso digno de pasar a los anales del periodismo español, ese diario despidió de su cargo a la corresponsal de Familia Real entre la edición de tarde y la del día siguiente, ¡el día que abdicaba el Rey de España! Pocas hazañas profesionales de ese mérito y magnitud hemos vivido los periodistas de mi generación. La defensa de Corinna era comprensible: esa corresponsal y ella compartían intereses, como se demuestra en el libro ahora publicado, en el que sólo se hace responsable de la autoría una de las dos personas que lo han pergeñado. Pero no deja de ser menos curioso que el diario que despidió a quien aparece como autora de este libro por mencionar en la crónica del 2 de junio a Corinna haya querido hacer hogaño una prepublicación sobre la venganza de Corinna. Claro que se comprende que los intereses de la empresa editora han de primar en tiempos de grave penuria. La persona que asume la autoría del libro denuncia estos días en Twitter el silencio de los medios de comunicación españoles ante su magna obra Todos contra mí le falta decir. Pues no. Un poco más de modestia, por favor. Los medios de comunicación españoles, los relevantes, los que de verdad saben de qué habla un colega que escribe sobre una materia de la que todos han informado, se limitan a condenar a la papelera aquello que sólo puede salir de ahí para ser jaleado desde la frivolidad de la prensa rosa o desde el amparo de colegas a los que une íntima amistad. Que disfruten el dinero que les rente.

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