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ABC CORDOBA 18-04-2015 página 15
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ABC CORDOBA 18-04-2015 página 15

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ABC SÁBADO, 18 DE ABRIL DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA LOS LOBOS PASTORES Ls gobernantes se convierten en lobos que sangran a las ovejas, para que su sacrificio sea agradable al Dinero E SCANDALETES como el de Rodrigo Rato, que tiene a la gente haciéndose cruces (o aspavientos y jeribeques, que para eso la gente es cada vez más laica, coño) sólo sirven en las sociedades lobotomizadas para azuzar la demogresca. Y así, desde el negociado de izquierdas, dirán a la gente que el negociado de derechas encumbra ladrones; para que, desde el negociado de derechas, respondan que en el negociado de izquierdas no pueden encumbrarlos porque son tantos que prefieren que roben en comandita, como ocurre en Andalucía. Y toda esta cháchara para ocultar el hecho gigantesco y sobrecogedor de que hoy quienes cuidan del rebaño no son pastores, sino lobos dedicados a ordeñar y morder a las ovejas, hasta dejarlas como higos pasos. Escribía en algún lugar Castellani que la misión de los gobiernos es combatir como leones el poder del dinero, hasta domeñarlo, vencerlo y ponerlo de hinojos. Para combatir el poder del Dinero, en efecto, los pueblos elegían a unos pocos hombres dispuestos incluso al martirio con tal de proteger a quienes los habían elegido, como pastores dispuestos a sufrir las dentelladas del lobo con tal de evitárselas a sus ovejas. En esta época del demonio, se ha invertido por completo el sentido de la representación política: los pueblos eligen como rebaños lobotomizados a unos tipos al servicio del Dinero que están dispuestos a martirizarlos sin que les tiemble el pulso para servir mejor a su amo, que luego generosamente los obsequia con sinecuras diversas y poltronas en consejos de administración o, si el servidor del Dinero se ha mostrado especialmente eficaz, con algún archipampanato en las más encumbradas jerarquías plutónicas del Nuevo Orden Mundial (y aquí empleamos plutónico en el doble sentido de la palabra, alusivo a las riquezas pero también al Averno) De este modo, los gobernantes, en lugar de ser pastores, se convierten en lobos que sangran a las ovejas, para que su sacrificio sea agradable al Dinero. Así es como funciona el invento; y al rebaño lobotomizado, mientras lo sangran, le echan en la cochiquera derechos de bragueta y conexión wifi, para que se refocile libremente y se desahogue más libremente todavía en las redes sociales, mientras el Dinero se dedica a ejercer, con la ayuda inestimable de los lobos convertidos en pastores, la única libertad en la que de verdad está interesado, que es la de amontonarse en manos de unos pocos, a la vez que premia a los esbirros que lo facilitan con pedanías o archipampanatos, según la calidad del esbirro. Escandaletes como el de Rato (que, por justicia poética, coincide en el tiempo con el de los latrocinios andaluces) vuelven a demostrarnos que los partidos políticos (como los propios Estados que usufructúan) son estructuras que, desde su hormiguero de truhanes pedáneos hasta su pináculo de truhanes archipampanantes, no tienen otra misión sino servir al Dinero, alimentándolo con la sangre de los pueblos, a la sazón convertidos en hordas mediante la exaltación de sus vicios. Pero también en exaltar los vicios y en reprimir las virtudes consiste la misión de los gobernantes al servicio del Dinero. Escandaletes como el de Rato, o como el de los latrocinios andaluces, siempre sirven para que alguien nos repita como un lorito que... ¡también hay políticos honrados! Naturalmente. Pero estos loritos pretenden infundir en las ovejas la ilusión de que los lobos que las pastorean surgen como malformaciones de un sistema que está sano; cuando lo cierto es que los pastores abnegados son excepciones heroicas de un sistema podrido y vendido al Dinero. IGNACIO CAMACHO COLODRILLO Esa mano policial en el colodrillo de Rodrigo Rato simboliza la abolición del principio de la presunción de inocencia L JM NIETO Fe de ratas O organizaron según el estricto manual de procedimiento que relató Tom Wolfe ¡en 1987! en La hoguera de las vanidades El mismo que le aplicó Felipe González a Mariano Rubio. El protocolo de la detención mediática: la prensa avisada, el tráfico cortado, las lecheras en la calle, el alboroto policial en pleno barrio de Salamanca. Pena sumarísima de telediario y tertulias, escarnio preventivo, demostración de músculo de Estado. Sólo faltaba, nimio detalle, una orden de conducirlo al juzgado, requisito indispensable para ponerle las esposas de reglamento. Pero había que registrar un despacho dos manzanas más abajo. Coartada para el paseíllo, el desfile ominoso ante el pelotón de fusilamiento de las cámaras. Y entonces sí, entonces la mano en la cabeza, el suave empujoncito ante la portezuela del vehículo: el marchamo afrentoso, el beso de Judas, el estigma del reo. Esa mano del agente de Aduanas en el colodrillo de Rodrigo Rato simboliza la abolición de la presunción de inocencia en España. No estaba esposado, era dueño absoluto de su movilidad para entrar en el coche sin golpearse la azotea. Pudo tratarse de un tic rutinario del policía pero en realidad constituyó la escenificación palmaria de un veredicto fulminante de culpabilidad social. Nadie sale indemne de ese gesto, y menos si se produce delante de decenas de cámaras, el Gran Hermano planetario que es el nuevo cadalso de la reputación civil. Justicia de tricoteuses, expeditiva guillotina moral callejera. El Rato que esa noche volvió a dormir en su casa sin que ningún magistrado considerase necesario enviarlo al calabozo no era un ciudadano protegido por las garantías jurídicas y constitucionales sino un sospechoso marcado en la nuca con el paradigma del repudio. Un presunto chorizo. Ha escrito Javier de Mendizábal una pedagógica sentencia comparativa: la diferencia entre el paseo policial de Rato y la comparecencia en el Supremo de Chaves y Griñán explica como Barrio Sésamo la importancia de estar o no estar aforado. Si te ampara el fuero parlamentario te toman declaración con mucho respeto los ropones más conspicuos e ilustrados; acudes por tu pie y al salir das una rueda de prensa para protestar tu inocencia henchido de dignidad defensiva. Si eres un ciudadano común te ponen tu casa patas arriba, te sacan rodeado de maderos, te insultan los justos de la plebe y te meten en un coche empujándote con la manita en la corteza del cerebelo. Los códigos de la posmodernidad no son jurídicos sino escénicos, visuales, icónicos. Ante las leyes pragmáticas, vertiginosas, demagógicas y crueles de la política, basadas en el principio implacable de la razón de Estado, la justicia es un proceso demasiado lento para dejarla en manos de los jueces. Y cuando el poder dicta sentencia urgente no te envía ante las togas de los tribunales sino que te echa a los leones de los telediarios.

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