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ABC CORDOBA 10-04-2015 página 67
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ABC VIERNES, 10 DE ABRIL DE 2015 abc. es ABCdelOCIO 67 C ine Similitudes El funcionamiento de una jauría de lobos es el mismo que el nuestro, con la misma violencia dad del alma humana la más grande de sus pasiones ha sido la relación de ella con el animal. Los lobos están obligados a trabajar en grupo porque son menos poderosos, como los hombres, que necesitan formar un grupo bajo la dirección de un jefe. Me atrajo descubrir que este funcionamiento de la jauría es el mismo que el nuestro, con las mismas hipocresías y violencia en sus relaciones dice. Para el rodaje fue necesario entrenar durante cuatro años a los animales protagonistas, permitiéndole desmitificar a los cánidos: Hay un desconocimiento de los lobos por los cuentos y leyendas, que lo pintan como un animal mítico y peligroso, pero no es un análisis realista. Lo que muestra la película es su comportamiento real, porque el lobo es un depredador que se sitúa en el mismo territorio que el hombre; pero hay muchas menos personas que han muerto por mordeduras de lobos que por picaduras de serpientes o abejas Además de una refutación del Homo homini lupus la cinta es una fábula ecologista con regusto universal: Arrasar con la naturaleza no es más que una forma diferida de acabar con uno mismo asegura Annaud, apuntando hacia una recuperación de las costumbres de los nómadas mongoles y su respeto por el orden natural: Siempre han aceptado que los lobos comieran algunas ovejas porque a cambio daban un servicio al pasto. Aunque fuera temible, había que respetar y admirar a este enemigo. Y digo bien: enemigo subraya, deletreando el antónimo. La manada de lobos al acecho. A la derecha, el director Jean- Jacques Annaud Jean- Jacques Annaud El hombre es un lobo para el lobo Con El último lobo es el primer director occidental a las órdenes de una productora china BÁRBARA AYUSO D el año y medio que pasó Jean- Jacques Annaud rodando en la estepa mongola, se trajo el rostro cuajado de las cicatrices del viento, un acuerdo de paz con China y una refutación a la célebre frase de Hobbes: El hombre es un lobo para el lobo, más bien asevera el director francés. Como ya hiciera en Dos hermanos o El oso con El último lobo vuelve a poner en el centro del relato a un protagonista a cuatro patas a través de su relación con otro erguido sobre las traseras. La historia, una adaptación de la novela autobiográfica de Lü Jiamin lo más vendido en China tras El libro rojo arranca con dos estudiantes pekineses enviados a Mongolia durante la Revolución Cultural. Varios productores de Pekín vinieron a proponerme que adaptara el libro. Lo acepté con felicidad y alegría explica Annaud. Y puede que con algo de extrañeza también. Nada parecía indicar que el primer occidental en ponerse a las órdenes de una productora china fuera precisamente Annaud, cuya cinta Siete años en el Tíbet levantó ampollas y aún permanece prohibida. Tenemos el mismo prejuicio de que ha podido haber limitaciones en la filmación cuan- do un director extranjero va a rodar a EE. UU. He estado con contrato de China ocho años y me he beneficiado de una libertad total para filmar Si sabe qué fue lo que hizo al gobierno comunista cambiar de parecer, se lo reserva. Solo digo que si no hubiera tenido libertad lo habría dejado inmediatamente, porque esa siempre ha sido mi regla personal: solo hacer las películas en función de mi corazón y mi pasión concluye. Y desde que en su juventud descubriera en África la universali- La paciencia y pericia de Annaud EL ÚLTIMO LOBO Dirección: Jean- Jacques Annaud. Intérpretes: F. Shaofeng, S. Dou OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE ean Jacques Annaud es el director de En busca del fuego de El nombre de la rosa y de Enemigo a las puertas y también de El oso en la que unos cuantos plantígrados hubieran podido compartir plano sin desmerecer con Spencer Tracy y Bette Davis. Es un cineasta que hace encaje con sus películas como una abuela burgalesa con sus bolillos. Esa técnica casi textil le per- J mite rodar una película como ésta, en la que los lobos de Mongolia se comportan en el set de rodaje con una profesionalidad y un sentimiento al menos equiparable al de los pastores nómadas con los que comparten protagonismo. Annaud relata esta fábula emocionalmente ecologista en la que se describen las creencias y tradiciones de los nativos y su relación intensa de lucha y respeto con los lobos. Es una coproducción con China y está situada en los años sesenta, entre las durezas ideológicas de la llamada Revolución Cultural, que le aportan a la historia un vendaje metafórico y político. El personaje central es un joven estudiante empujado a esa inmensa bandeja helada de la estepa de Mongolia para ense- ñar a leer y escribir a los lugareños, aunque pronto descubrirá que el único que tiene algo que aprender allí es él. La paciencia de Annaud y su cámara prodigiosa (el fotógrafo Jean Marie Dreujou cobró sin duda poco por su trabajo) introduce al espectador en un relato impresionante, lleno de mítica y mística, y de un raro respeto entre especies, que incluye el temor, la dignidad y la necesidad mutua para la subsistencia. El mensaje es próximo, claro, quizá algo previsible en sus zonas dramáticas, pero sumamente efectivo y espectacular, con momentos cinematográficos excelsos y que le permiten imaginar a uno la cantidad de temple y perseverancia que se precisan para contar tantas emociones sin Spencer Tracy ni Bette Davis.

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