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ABC CORDOBA 09-04-2015 página 15
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ABC CORDOBA 09-04-2015 página 15

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ABC JUEVES, 9 DE ABRIL DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 15 EL CONTRAPUNTO UNA RAYA EN EL AGUA ISABEL SAN SEBASTIÁN PRESUNCIÓN, SEGÚN Y QUIEN Todos somos iguales ante la Ley y ante Hacienda, pero unos más iguales que otros E L caso de Juan Fernando López Aguilar, auténtico alguacil alguacilado, ha puesto una vez más de relieve la doble vara de medir con la que actúa la justicia española dependiendo de quién sea el justiciable. De acuerdo con la Ley contra la Violencia de Género, que él mismo impulsó y fue aprobada a bombo y platillo en la etapa en que Zapatero presidía el Gobierno, la mera existencia de una denuncia por presunta agresión a su pareja habría debido suponerle una detención policial, con traslado directo al calabozo, como medida cautelar y hasta que un juez determinara otra cosa. Tratándose de un parlamentario aforado ante el Tribunal Supremo, el exministro socialista, hoy diputado en Estrasburgo (porque al escaño y al sueldo no ha renunciado, aunque haya pedido la baja como militante) se ha ahorrado ese penoso trance, pese a que la protección especial de la que goza no debería aplicarse a un delito tan ajeno al desempeño de su cargo como el que se le imputa. Aduce el acusado, y está en su derecho, que nada de lo dicho es verdad, sino fruto de las disputas inherentes a un proceso de divorcio. O sea, exactamente lo mismo que han aducido antes que él decenas de varones víctimas de una ley que les presupone culpables, sin que esa protesta haya evitado una desagradable estancia entre rejas. Y es que, como dejó escrito Orwell, todos somos iguales ante la Ley, pero unos son más iguales que otros. Con el Fisco sucede exactamente lo mismo. Hacienda somos todos reza el eslogan oficial, invitándonos a contribuir con alegría al sostenimiento del Estado. Ahora bien, si es usted un partido político, cuya finalidad es la conquista y conservación del poder, obtiene de la Agencia Tributaria exenciones propias de entidad benéfica, al menos si ese poder se encuentra actualmente en sus manos, como le ocurre al PP. ¿Que no es usted más que un ciudadano de a pie, colocado bajo el microscopio por el ministro de turno, ya sea aleatoriamente, ya en calidad de escarmiento y o aviso a navegantes? Dese usted por perdido, con j Pesa sobre usted una presunción de fraude prácticamente indestructible, que le obligará a pagar lo que le pidan, so pena de embarcarse en un procedimiento judicial interminable y de resultado incierto, condicionado al depósito de una fianza equivalente al total de la cantidad solicitada. O sea, que también aquí, como en el ejemplo anterior, Hacienda somos algunos mucho más intensamente que otros, o con los papeles repartidos. A saber; unos nos rascamos el bolsillo, y otros se gastan lo recaudado o se lo reparten. No puedo dejar de mencionar el caso de Irene y Ainhoa, dos jóvenes madrileñas de 24 y 28 años que a estas horas deben de estar ya en prisión. En 2008, siendo prácticamente adolescentes, se apropiaron de 800 euros en compras utilizando una tarjeta robada. Nunca antes habían delinquido ni han vuelto a hacerlo después. Tiempo atrás pagaron la correspondiente multa (1.500 euros cada una, más 400 en concepto de responsabilidad civil) y ambas tienen arraigo familiar y trabajo. Mejor dicho, lo tenían, porque Ainhoa lo perdió hace unos días ante su inminente encarcelamiento. Siete años ha tardado la justicia (por llamarla de alguna manera) en resolver de la peor manera posible, segando la hierba bajo los pies de dos muchachas a las que todo el sistema judicial falló de manera estrepitosa, hasta el punto de tener que redactarse por su cuenta el escrito de petición de indulto. Ellas no tuvieron opción ni presunción. Fueron condenadas de antemano, mucho antes de celebrarse el juicio. IGNACIO CAMACHO PARADOJAS ANTIPÁTICAS Si López Aguilar es inocente, la falsa denuncia rencorosa se habría colado por una flagrante rendija de su propia ley C JM NIETO Fe de ratas UANDO el Gobierno de Zapatero aprobó la Ley de (contra la) Violencia de Género, el Partido Socialista de Euskadi estaba presidido por un hombre condenado por pegar a su mujer con un paraguas y un zapato. Lo estuvo desde 2002 hasta 2014, tiempo en el que ejerció delicadas misiones de Estado como la de servir de interlocutor del presidente con la ETA; no había en el PSOE un ápice de repudio como el que ha provocado la inmediata baja del exministro López Aguilar tras una denuncia de su exesposa por maltrato. Ha cambiado el paradigma, según parece, o tal vez se trata de un circunstancial doble rasero; de cualquier modo es una incongruencia enojosa en torno a un asunto en el que hay al menos otras tres paradojas antipáticas. Ésta es la primera y no resulta la menos ingrata. La segunda es la incómoda salpicadura con que el escabroso episodio de López Aguilar cuestiona el discurso monopolístico de la izquierda en materia de violencia doméstica. El legítimo empeño por liderar la lucha contra los malos tratos a las mujeres suele ir acompañado de un reproche más o menos explícito contra la derecha como presunta culpable de machismo complaciente o de anuencia pasiva con los agresores. El mismo Pedro Sánchez publicó hace pocos días un artículo de denuncia en el que sugería una relación de causa- efecto entre la reciente escalada de asesinatos y la presencia del PP en el Gobierno. (Y en el que por cierto cometió un doble patinazo: incluir en la macabra estadística nacional un triple crimen familiar cometido ¡en Gibraltar! y del que además resultó ser autora la esposa y madre) En este marco de sesgo ideológico, la acusación contra un eurodiputado de destacado pedigrí socialista plantea una incómoda contradicción que sólo puede resolver un pronto veredicto de inocencia. La tercera y la cuarta paradoja, quizá las más desapacibles, afectan al propio ex ministro atrapado en la Ley por él impulsada. En primer lugar chirría su recurso a una protección de aforamiento que no debería valerle para un supuesto como éste, de índole por completo ajena a su actividad parlamentaria y para el que existen juzgados específicos. Y queda el fondo de la cuestión: si es culpable, que ojalá no, su evidente falta de ejemplaridad trituraría de modo clamoroso la reclamación de superioridad moral de su bando. Pero si resulta, como argumenta, víctima de una conspiración rencorosa, la falsa denuncia se habría colado por una flagrante rendija de su propia obra, que atribuye de hecho una presunción de culpabilidad a todo varón denunciado. Un principio de dudosa constitucionalidad defendido por el PSOE frente a numerosas evidencias de fraude y que acabaría rebotando contra su directo promotor en una especie de bucle del destino. Todo es vidrioso, desagradable, perturbador. Pero es la consecuencia de clasificar la realidad en dogmáticos compartimentos estancos.

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