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ABC CORDOBA 05-04-2015 página 30
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ABC CORDOBA 05-04-2015 página 30

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30 CÓRDOBA DOMINGO, 5 DE ABRIL DE 2015 cordoba. abc. es ABC El Siglo de Oro cordobés (II) LA HISTORIETA DE CÓRDOBA POR JAVIER TAFUR Y VIC CÓRDOBA Luis de Góngora supo embadurnar de mitología su escritura y retorcerla buscando la expresividad más barroca en la apoteósis de la imagen y la metáfora E l mismo año en que muere Juan de Mesa, también Luis de Góngora acaba en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada Aunque antes ya había perdido la memoria y la absoluta orfandad de la falta de recuerdos fue la última de sus Soledades no escritas. Pero peor le fue a su paisano, que cayó en el limbo del olvido después de muerto y no recuperó su nombre para la posteridad hasta que realizó sus investigaciones sobre el barroco sevillano el insigne profesor Hernández Díaz, ya bien entrado el siglo XX. No ha sido este, desde luego, el caso de Góngora, cuya fama y exégesis comenzó en vida y sin que sus obras se publicaran, lo que no le evitó, sin embargo, que su fallecimiento se produjera en una situación de estricta pobreza, sobrevenida, según se dice, por su carácter dispendioso en extremo. Si bien es- tudiara en Salamanca, tomara los hábitos y aceptara cargos de alta responsabilidad eclesiástica (fue racionero de la Catedral de Córdoba y capellán de Felipe III) nuestro poeta, cénit de las letras castellanas, respetado por Cervantes hasta temer agraviarlo por sus cortas alabanzas envidiado y zaherido por todos sus colegas- -entre ellos, Quevedo, tan grande como él- -y aplaudido por innumerables seguidores literarios, fue aficionado a la vida licenciosa, tuvo gustos caros y clara tendencia a lo profano, y no dejó a un familiar sin prebenda o canonjía. No nos debe sorprender, por tanto, que sus días terminaran en dique seco, y muy seco, puesto que fue tal vez el primero de los poetas malditos. Si su verso comienza siendo ligero y satírico, pronto se hace culto y oscuro- -sólo para escogidos y para los que desean serlo- logrando una síntesis estilística sumamente influyente en la literatu- ra de su tiempo, luego un tanto aminorada y reverdecida finalmente en la eclosión lírica de la Generación del 27. Don Luis embadurna de mitología y de referencias greco latinas su escritura siguiendo la moda renacentista, pero además la retuerce como una columna salomónica buscando la expresividad más barroca en la apoteosis de la imagen y la metáfora. Tanto decir para decir tan poco y tan ininteligible, sería, strito sensu, la crítica eficaz que le haría el Conceptismo, pero ¿acaso es otra cosa la literatura, la buena literatura, al menos, si no el adorno de la nadería? A doce años vista- -espero que lo veamos para dibujarlo y comentarlo- -tendremos que celebrar los fastos del cuatrocientos aniversario de la muerte de Góngora, con la misma unción y resultado siquiera con que se celebraron los del trescientos, y en esta ocasión habrá de hacerse conjuntamente con los de Juan de Mesa, felizmente restaurado en los manuales para la historia de la imaginería española y para la prosapia cordobesa en particular. Al imaginero supongo que le sería especialmente grato Vida licenciosa El autor de Soledades tuvo gustos caros y una tendencia a lo profano que su obra cumbre y póstuma- -la maravillosa piedad de las Angustias- -se colocara, una vez más, en el altar mayor de San Agustín, pero en esta ocasión acompañada por Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, a la derecha, y el Santo Cristo de la Agonía, de Vergara, a la izquierda, presidiendo una asamblea de imágenes notabilísimas: el Cristo del Amor, el de la Conversión del Buen Ladrón, el de la Buena Muerte, el de la Misericordia de Osuna, el Nazareno de la Rambla, el Crucificado de Lima, el yacente del Santo Entierro de Sevilla... Y al poeta- -estoy seguro- nada le parecería más conveniente que reunir un nuevo cónclave de vates jóvenes y decididos que ofreciesen un renovado discernimiento lírico al academicismo prosaico de la vida literaria española del siglo XXI. El grupo Cántico, que ha vivido entre las dos efemérides y entre las dos querencias, la imaginera y la literaria, se sentiría orgulloso de haber hecho posible el tránsito sin desmerecimiento y Córdoba sería entonces una capital universal de la cultura por derecho propio.

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