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ABC CORDOBA 03-04-2015 página 33
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ABC VIERNES, 3 DE ABRIL DE 2015 abc. es sociedad SOCIEDAD 33 A los reclusos Rezad por mí. Yo también necesito ser lavado por el Señor, que el Señor lave mi suciedad para que yo sea vuestro siervo era el gesto apropiado en una ciudad cada vez más multiétnica. En la cárcel de Rebibbia se palpaba el espíritu del Evangelio. Aunque lo ordenaba la ley de Moisés, Jesús no se alejaba de los leprosos. El Papa sabe muy bien que muchas de las 150 mujeres que estaban en la capilla y que al final de la misa le abrazaban y le besaban, habían tenido que hacer muchas cosas desagradables en la vida. Muchos romanos ni siquiera les dirigirían el saludo. El Papa, en cambio, les había besado los pies porque, como dijo en la homilía, Jesús no se cansa nunca de amar a nadie. Dio la vida por cada uno de nosotros. Por ti, por mí. Les explicó que, en la noche de la Última Cena, también los apóstoles estaban sorprendidos por la inesperada ocurrencia de Jesús, y algunos, incluido Pedro, no querían que les lavase los pies. Pero Jesús le dijo a Pedro: lo entenderás más adelante El Papa añadió que cuando el Señor nos lava los pies, nos lava todo, nos purifica, nos hace sentir su amor Y les pidió que rezasen por él, pues yo también necesito ser lavado por el Señor, que el Señor lave mi suciedad. Para que yo sea vuestro siervo Reflexión con los sacerdotes Contra los curas con cara de vinagre y perfume caro J. V. BOO CORRESPONSAL EN EL VATICANO Vea todas las imágenes de la visita del Papa a la cárcel de Rebibbia En un clima de especial intimidad, pues el Jueves Santo se conmemora la institución del sacerdocio y la Eucaristía, el Papa abrió su corazón a los sacerdotes de Roma para reflexionar sobre el cansancio de los sacerdotes, sobre el que pienso mucho y rezo a menudo, especialmente cuando el cansado soy yo... La misa de la mañana del Jueves Santo, en la que se bendicen los Santos Óleos que se emplearán en los sacramentos a lo largo del año, es un encuentro muy especial: es la fiesta del sacerdocio, que celebran juntos el obispo y los presbíteros. En solo dos años, Francisco ha creado un clima de gran confianza con los sacerdotes de Roma porque les habla como hermano, como sacerdote mayor, y con claridad tanto en los encuentros privados los únicos en que no se admiten cámaras de televisión como en las ceremonias públicas. Ayer les comentó que una clave de la fecundidad sacerdotal es aprender a descansar, y les invitó a preguntarse ¿Sé descansar en el amor, la gratitud y el cariño del pueblo de Dios? O, después del trabajo pastoral, ¿busco descansos más refinados; no los de los pobres sino los del mundo del consumo? El trabajo del buen sacerdote agota mucho porque, según el Papa, son tareas en que nuestro corazón se conmueve. Nos alegramos con los novios que se casan; reímos con el bebé que traen a bautizar; acompañamos a los jóvenes que se preparan al matrimonio; nos ape- namos con el que recibe la unción de enfermos en la cama de un hospital; lloramos con los que entierran a un ser querido... Ese trabajo, único en el mundo, incluye tantas emociones, tanto afecto, que fatiga el corazón del pastor del pastor bueno capaz de con- padecer con los fieles. Saber descansar ayuda a no escurrir el bulto pues, según Francisco, el pueblo fiel no nos deja sin tarea, salvo que uno se esconda en una oficina o ande por la ciudad en un automóvil con cristales oscuros El buen sacerdote no tiene nada que ver con esos que huelen a perfume caro, y te miran desde lejos y desde arriba Debe tener olor a oveja con la sonrisa del papá que contempla a sus hijos o sus nietos Tomando una imagen del Evangelio, el Papa insistió en que somos los amigos del novio; esa es nuestra alegría. Si Jesús está en medio de nosotros, no podemos ser pastores con cara de vinagre, quejosos. Ni, lo que es peor, pastores aburridos No era una regañina No era una regañina sino más bien un aviso para mantener la guardia alta, pues los sacerdotes de Roma trabajan mucho, y son un ejemplo para los de la Curia vaticana. Al final, Francisco les alertó también contra el cansancio malo que no es otro que el cansancio de uno mismo. el coqueteo con la mundanidad espiritual. Este cansancio mal o puede darse también en las familias, recordándoles que Sólo el amor descansa. Lo que no se ama cansa y, a la larga, cansa mal Pastor El sacerdote debe tener olor a oveja, pero con la sonrisa del papá que contempla a sus hijos Cansancio del bueno El cansancio de las multitudes no les pasa a los sacerdotes que se esconden en una oficina o van por la ciudad en un coche con los cristales tintados El más peligroso Es el cansancio de uno mismo, el coqueteo con la mundanidad espiritual lo que no se ama cansa REUTERS

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