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ABC CORDOBA 27-03-2015 página 12
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12 OPINIÓN LLUVIA ÁCIDA PUEBLA VIERNES, 27 DE MARZO DE 2015 abc. es opinion ABC DAVID GISTAU JUEGO DE ESPÍAS Fukuyama erró la teoría del final de la historia y que a la bipolaridad del siglo XX la sucedió otra, atroz, que quedó inaugurada con el 11- S U N artículo de Pedro G. Cuartango, cuyo criterio para los libros es infalible y con quien comparto diversas fascinaciones, me incitó a leer la biografía de Kim Philby y demás espías del círculo de Cambridge recién publicada por Ben Macintyre. Imaginen ustedes los personajes de Evelyn Waugh en Retorno a Brideshead cachorros aristocráticos que los domingos juegan al cricket, educados para heredar la conducción de un Imperio, pero que mientras tanto beben cantidades ingentes de alcohol y van derivando al comunismo o al espionaje para el MI 6 o a ambas cosas a la vez como si se tratara de otro pasatiempo liviano que les permite sentir que se divierten en compañía. En este ambiente estuvo agazapado Kim Philby, el más famoso agente doble de toda la historia de la Guerra Fría, capaz de montar como jefe de sección las más complejas operaciones de inteligencia para luego desbaratarlas él mismo con información filtrada a la URSS. Todo ello sin dejar de ser nunca el encantador compañero de juerga y el atleta de la ingestión de alcohol que destacaba en los salones sociales de los espías. Incluso las muertes que sus traiciones causaron parecen menos dramáticas, algo así como el resultado tolerable de las gamberradas de unos estudiantes que lo mismo podrían haber robado la mascota del equipo de remo de la universidad rival. Producciones literarias y cinematográficas recientes sugieren que existe cierta añoranza de la Guerra Fría. De los antagonismos ideológicos. De esos sofisticados juegos de espías que empezaron durante la 2 GM y que en el libro de Macintyre están perfectamente reflejados por la costumbre de los jefes de estación de la Abwehr nazi y del MI 6 de enviarse mutuamente botellas de champán cuando concidían en los bares lujosos de Estambul. Es probable que el paso del tiempo haya mitigado el dramatismo y convertido a los muertos definitivamente en estadística, como decía Stalin. Y que así sea posible reparar tan sólo en la fotogenia de los intercambios de prisioneros en puentes brumosos en la que hemos sido educados por las novelas, sobre todo por Graham Greene veterano del MI 6 y amigo de Philby en lo que concierne a este cronista. Pero aventuro otra teoría: la nostalgia de esas guerras cosmopolitas, que autorizaban el uso del esmoquin, en las cuales el antagonismo también era intelectual y bullía en las universidades, era inevitable cuando las guerras que libra ahora Occidente tan sólo contienen la espantosa violencia primaria, medieval, a la que nos ha arrastrado la yihad. A estas alturas, no hace falta recordar que Fukuyama erró la teoría del final de la historia y que a la bipolaridad del siglo XX la sucedió otra, atroz, que quedó inaugurada con el 11- S. Mientras nos estremecen el nihilismo y la barbarie religiosa, nos hemos puesto a añorar el tiempo en que llegaba a la mesa una botella de champán y la enviaba el enemigo, en que el espionaje era el crucigrama del Times en su versión más exigente. PERDONEN LAS MOLESTIAS ARIS MORENO CONTRAANÁLISIS El 22- M es materia difícil de catalogar. No podemos decir que se haya producido un seísmo ni que todo siga en calma chicha P ODRÍAMOS decir, visto el resultado del 22 M, que el bipartidismo es un cadáver que goza de buena salud. O, si ustedes lo prefieren también, que es una criatura que no acaba de morir y el recambio un animal que no acaba de nacer. En cualquier caso, las elecciones autonómicas del pasado domingo nos dejan un panorama incalificable en mitad de no se sabe donde. Por ejemplo: los dos partidos mayoritarios han perdido en conjunto 18 puntos porcentuales. Cuatro puntos la marca de doña Susana Díaz y 14 la candidatura del señor Moreno Bonilla. El dato es abrumador si se compara con los comicios de 2012, donde el stablishment político sumaba el 80 por ciento del censo electoral, pero una nimiedad si lo cotejamos con las enormes expectativas levantadas en los últimos meses por Podemos y Ciudadanos. Partamos de la realidad incontestable de que la señora Susana Díaz ha asestado un golpe de efecto en el tablero andaluz. Fundamentalmente porque ha hundido a su principal adversario político a cotas abisales. Hasta ahí sus réditos electorales. Luego, si observa usted el detalle, ya puede extraer algunos datos en perspectiva. Por ejemplo, que ha perdido 120.000 votos, reduce en 4 puntos el porcentaje de sus papeletas y obtiene el peor resultado de la historia del PSOE en las elecciones anda- luzas. Quiere decirse que hasta el funcionarial Pepe Griñán obtuvo más apoyo popular que nuestra señora de Triana. Que ya es decir. El resultado del 22- M es, por consiguiente, una materia orgánica difícil de catalogar. No podemos decir que se haya producido un seísmo político ni tampoco que todo siga en estado de calma chicha como hasta antes de ayer. No podemos decir que el tsunami de Podemos se haya llevado por delante al régimen del 78 ni que el régimen del 78 se haya comido a Podemos con guarnición de verduritas frescas. No podemos decir que la señora Díaz tenga por delante una legislatura de sol y playa ni que le espere un calvario parlamentario. Por no poder decir, no se puede ni afirmar que las encuestas se hayan estrellado en el voto oculto ni que hayan dado en la diana. Todo indica que nos acercamos a un punto de incertidumbre demoscópico de tres pares de narices. Con los datos del pasado domingo en la mano, se podría pronosticar que el bipartidismo está en fase de extinción o en fase de recuperación. Que Podemos está camino de la hegemonía o de desinflarse. Que Ciudadanos se ha convertido en una vía de agua del PP o es una gaseosa fresca de primavera. Que Izquierda Unida ha recibido un golpe mortal de necesidad o que ha resistido dignamente el castañazo. Entonces, con todos estos datos perfectamente indescifrables, tómese usted la molestia de hacer una pequeña proyección sobre las elecciones municipales de mayo. Y todo indica que el pleno se puede convertir en un jeroglífico difícil de descifrar, cuya gobernabilidad va a depender de operaciones matemáticas complejas de sumas, restas y quebrados. Para empezar, hay que despejar la incógnita del señor Gómez y su capacidad para mantener el capital político cosechado en 2011. Todo lo demás es, ya decimos, materia orgánica de difícil catalogación. Entre otras cosas, porque hay dos fuerzas emergentes que están llamando a las puertas del Ayuntamiento decididas a tumbar el statu quo o quedarse, exactamente igual que el 22 M, en territorio de nadie.

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