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ABC CORDOBA 24-03-2015 página 14
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14 OPINIÓN HORIZONTE PUEBLA MARTES, 24 DE MARZO DE 2015 abc. es opinion ABC RAMÓN PÉREZ- MAURA NO ES LA ECONOMÍA, ¡ESTÚPIDO! Si encima has tenido un gobernante que te ha salvado de las penas mayores, menos valoras lo que ha conseguido G EORGE Bush perdió la reelección presidencial en 1992 después de haber ganado la guerra en Irak y haber expulsado a Sadam Husein de Kuwait. En marzo de 1991 su índice de popularidad era del 90 por ciento. Pero no se dio cuenta de que la hazaña que él había logrado sería valorada efímeramente. La población estaba mucho más preocupada con la recesión económica. Y mientras que Bush creía que lo importante era aventar sus glorias bélicas, James Carville, jefe de estrategia política de su rival Bill Clinton, se dio cuenta de que dónde había que criticar a Bush era en la economía. E hizo popular el lema Es la economía, ¡estúpido! En agosto de 1992 el 64 por ciento de los encuestados daba un suspenso a Bush. Y perdió las elecciones, claro. El Gobierno de Mariano Rajoy ha perpetrado la heroicidad de salvar a España del rescate. Tres años después nuestra economía está entre las que más crecen y más empleo crean de la UE. Algo inverosímil si alguien lo hubiera aventurado hace sólo dos años. Pero a la vista del resultado de las elecciones andaluzas está claro que eso solo no vende lo suficiente como para ganar unas elecciones. Vivimos en un tiempo en que prima la inmediatez. Y por ende, una vez logrado algo se olvida pronto lo que costó. Y si encima has tenido un gobernante que te ha salvado de las penas mayores, menos valoras lo que ha conseguido. Todavía hoy un muy alto ejecutivo madrileño dice creer que hubiera sido mejor el rescate para obligar a reducir el número de funcionarios de la Administración. Cada cuerdo con su tema. En las elecciones generales de 2011 el PP obtuvo en Andalucía 1.982.091 votos. Cuatro meses después, en las autonómicas logró 1.570.833 votos. Más de 400.000 votos se quedaron por el camino. En cambio el PSOE sacó casi el mismo millón y medio de votos. De aquellas autonómicas a estas el PP ha perdido otro medio millón de votos. El PSOE apenas 100.000. En 2012 con Javier Arenas enumerando la infinita corrupción de los ERE el PP logró 50 escaños. En 2015, con Moreno hablando de recuperación económica, 33. El votante del Partido Popular quiere poder volver a sentirse identificado alguna vez con las políticas fiscales que hoy están en manos de un ministro socialdemócrata; no quiere ver con mando en plaza a mujeres que dicen que dentro del PP no cabe nadie que sea contrario al derecho al aborto; no quiere candidatos a presidir comunidades autónomas que se proclaman republicanos; quiere que su partido sea el portaestandarte de la defensa de la unidad de la nación española, algo en lo que en esta legislatura han brillado más otros partidos. Y así ha conseguido hacer notar su existencia una formación como Ciutadan s, de cuya ideología casi sólo se sabe su anti nacionalismo. Economía, no. Ideología, por favor, presidente. LA FERIA DE LAS VANIDADES FRANCISCO ROBLES PASE LO QUE PASE Andalucía está sumergida en una corrupción política, moral y lingüística. Se le da la vuelta al lenguaje para convertir la corrupción en transparencia ASE lo que pase habrá que seguir aquí, en esta trinchera de papel. El artículo periodístico no es un arma cargada de futuro, como decía Gabriel Celaya de la poesía. Alguna vez habrá que hacer una antología del belicismo poético de esa izquierda que pasa por pacifista cuando nunca lo fue. ¿O era muy pacífico aquel galopar y galopar hasta enterrarlos en el mar? Por no hablar del deseo machadiano- -versión Antonio- -de cambiar su pluma por la pistola vengativa de Líster. Pero ya se sabe que no hay nada mejor que la ignorancia cultivada en el huerto logsiano para manejar a los futuro votantes con las consignas que caben en una pancarta, en una pegatina o en un tuit. Pase lo que pase habrá que seguir denunciando la corrupción que no huelen los voceros del Régimen, esa tropa bien pagada que tiene el olfato moral atrofiado y que se ensaña con una juez mientras le pasa la mano por el lomo- -o por la barriga- -a quienes nos han metido la mano en la cartera. Andalucía está sumergida en una corrupción política, moral y lingüística. Se le da la vuelta al lenguaje para convertir la corrupción en transparencia. Y se quedan tan tranquilos los juglares del mester de progresía, que encima van dando lecciones de ética. P Pase lo que pase habrá que estar alerta. El Régimen se ha especializado en sucederse a sí mismo. Cambian las caras pero las actitudes permanecen. Cambian los gestores del legado sin que cambie esa división entre buenos y malos andaluces que nos convierte en un rescoldo del caciquismo. O conmigo o contra mí. No hay territorio para la crítica. Quien no está con el Régimen es un disidente, un enemigo de la causa que no recibirá las prebendas con que se tapan bocas y se dictan artículos. No se trata de repartir esos mangazos, sino de eliminarlos. Ahí está el quid de una cuestión que no pueden ni quieren entender los cachorros y las cachorras que han heredado lo peor del sectarismo. Pase lo que pase habrá que mirar con lupa los pactos que empezarán a cocinarse esta misma noche, cuando los candidatos salgan a proclamar sus respectivas victorias. Todos habrán ganado aunque obtengan el peor resultado de su historia, aunque hayan perdido lo que consiguieron hace tres años, aunque no respondan a las expectativas creadas por el oleaje de las encuestas. Hoy se abre un periodo que puede ser, si no apasionante, al menos entretenido. El Régimen querrá disimularlo con su habitual habilidad para la propaganda, pero algo quedará meridianamente claro: ya no estamos en esa dorada época del socialismo andaluz, cuando el PSOE de Chaves y Zarrías ganaba las elecciones sin bajarse del autobús electoral. Andalucía ya no es socialista, como clamaban con ese eco totalitario que resonaba en el paredón mitinero. Ya no ganan por mayorías absolutas, así que deben dejar el absolutismo para los libros de Historia si es que vuelven a formar gobierno. Pase lo que pase seguiremos aquí, sentados ante la ventana del tiempo. Han pasado presidentes y consejeros que parecían inamovibles, opositores sin cartera que jamás llegaron a San Telmo, firmantes de un pacto que sirvió para que su partido fuera fagocitado por las fauces del Régimen. Como pasarán los que hoy se creen imprescindibles para el presente y el futuro de Andalucía.

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