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ABC CORDOBA 21-03-2015 página 15
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ABC CORDOBA 21-03-2015 página 15

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ABC SÁBADO, 21 DE MARZO DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA NUESTRO PERDIDO EDÉN Hoy los filipinos ni siquiera pueden leer a sus hijos más ilustres en la lengua en la que se expresaron S E cumple este año el 450 aniversario de la expedición marítima capitaneada por Miguel López de Legazpi, español de Zumárraga, con destino a las islas Filipinas. El hidalgo Legazpi, acompañado del agustino Andrés de Urdaneta, logró incorporar la perla del mar de Oriente a los dominios españoles sin pegar un solo tiro, fundó Manila, se preocupó de propagar en estas tierras la verdadera fe y murió pobre, pero en paz con Dios. Así eran los españoles de antaño; y mientras no volvamos a ser como ellos no seremos nada, sino cagarrutas desnaturalizadas y peleles que bailan al servicio de intereses extranjeros, en un tiquitaca de inanidad que da grima. Recuerdo a Legazpi desde Manila, donde acabo de rezar ante su tumba, en la iglesia de San Agustín, en Intramuros, una joya del arte hispanofilipino que milagrosamente sobrevivió a la sórdida dominación americana, que quiso borrar el legado español en el archipiélago (empezando por nuestro idioma) pero que, a la postre, no pudo arrasar el tesoro más precioso que dejamos allá, la religión católica, que los filipinos siguen profesando mayoritariamente, pese al enjambre de sectas pestilentes que los invasores pretendieron implantar, para destrucción de este pueblo bendecido con tantos dones. A Manila he venido, invitado por el Instituto Cervantes que en su sede de Manila dirige el abne- gado Carlos Madrid, a dar a conocer mi novela Morir bajo tu cielo en la que celebro la hermandad hispanofilipina. Mi visita a Manila, organizada con el más exquisito de los cuidados y la más generosa dedicación por mis anfitriones, me ha confirmado que el destino español es la Hispanidad; y que sólo cuando España vuelva a asumir este destino ultramarino, volviéndose hacia pueblos a los que llevó su sangre, su idioma y su fe, podrá volver a encontrarse consigo misma y renegar del extravío al que la ha conducido la quimera europeísta. Varias generaciones de filipinos han sido educadas, por designio yanqui y masónico, en el odio antiespañol, fundado sobre mentiras desquiciadas que, sin embargo, han envenenado el alma de este pueblo admirable y hospitalario; y, de este modo, nuestro perdido edén se ha convertido en el patio trasero de los Estados Unidos, que siguen ejerciendo aquí su proterva influencia, mientras destruyen las agónicas tradiciones hispanofilipinas con el vómito hórrido del american way of life. Pero basta visitar cualquiera de las iglesias erigidas durante la época española, o pasearse entre los anaqueles de la biblioteca de la Universidad de Santo Tomás (la más antigua de Asia) o comprobar cómo la sangre española y la sangre filipina se anudaron para soñar la bellísima raza mestiza para que confirmemos que fue durante los siglos en que Filipinas fue provincia española cuando alcanzó su mayor esplendor, y cuando florecieron sus hijos más ilustres, que emplearon la lengua española como expresión de sus más íntimos anhelos. Ciertamente, los españoles cometimos muchos errores en Filipinas, como en otros pedazos de nuestra alma, que es la Hispanidad; pero ese rosario de errores palidece ante el caudal infinito de riquezas espirituales que supimos fraguar, en alianza con los pueblos con los que sellamos un pacto de sangre. Hoy los filipinos ni siquiera pueden leer a sus hijos más ilustres en la lengua en la que se expresaron; y España debería preocuparse de reintegrársela, a modo de luz que exorcice las tinieblas yanquis. Es un acto de justicia histórica que nos devolvería la conciencia de lo que somos: un pueblo que necesita volver a sellar un pacto de sangre con sus hermanos ultramarinos, si no desea perecer, convertido en felpudo del Nuevo Orden Mundial. IGNACIO CAMACHO JORNADA DE QUÉ El día de reflexión es una reliquia litúrgica del tiempo en que la política se ejercía por cauces estrictos y honorables D JM NIETO Fe de ratas ESDE que la izquierda violentó con plena impunidad la víspera electoral del 14- M las jornadas de reflexión han dejado de tener sentido, si es que alguna vez tuvieron alguno. Hace once años ni siquiera existían, o carecían de arraigo, las redes sociales, pero los mensajes de teléfono móvil demostraron que el día de silencio político era un vestigio de la democracia pretecnológica. Las restricciones de propaganda se han vuelto inútiles y las razones de seguridad que motivaron la veda de veinticuatro horas ofrecen demasiados flancos vulnerables. Hoy mismo hay convocadas manifestaciones en Madrid cuya función última es la creación de un clima de agitación para influir en las elecciones andaluzas, y el propio Rajoy esquiva la prohibición territorial con un mitin en Valencia. Cualquiera es capaz de organizar desde su casa una campaña de opinión en Twitter: la sociedad de la comunicación es un campo al que no se pueden poner vallas. En Estados Unidos, país que no inventó la democracia pero le dio su principal forma contemporánea, se puede pedir el voto incluso a cierta distancia de los colegios electorales. Agentes de los candidatos captan electores a lazo y los llevan a inscribirse junto a las mismas urnas. Las encuestas circulan con profusión hasta el último día en varias naciones europeas que han dado en considerar a los ciudadanos como los adultos que en teoría son en tanto titulares del derecho de sufragio. La jornada en blanco es una reliquia litúrgica del tiempo en que la política se ejercía por cauces predeterminados, estrictos y honorables; hoy no representa más que un vacío retórico y además estéril por cuanto el delito electoral puede cometerse desde cualquier ámbito extraterritorial ajeno a la jurisdicción regulatoria. Un anacronismo más del sistema representativo que cuestionan con fuerza nuevas generaciones capaces de encontrar cauces de participación en los que cruje la cascada osamenta de la vieja nomenclatura. La única manera de respetar la tregua sería la del pacto de caballeros, pero eso implica otorgar a los agentes políticos una consideración de respeto que ni siquiera se dan a sí mismos. Los líderes que hoy se retratarán leyendo en sus casas con semblante relajado andan pendientes de los trackings demoscópicos de último minuto y de las campañas paralelas con que los suyos tratan de mantener la tensión para rebañar a los indecisos más rezagados. Aún hace pocos meses que cierto líder de moda jactaba de haber organizado la algarada que volcó los comicios de 2004. Lejos de pedirle explicaciones por confesar un presunto delito ¿dónde los fiscales? algunos socialistas le disputaron el honor de la autoría. Este año de ciclo electoral promete ser tiempo de magos tenebrosos expertos en ocupar los vacíos legales con trucos de aprendices de brujo. Pena que se haya ¿jubilado? Rubalcaba.

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