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ABC CORDOBA 12-03-2015 página 14
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ABC CORDOBA 12-03-2015 página 14

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14 OPINIÓN VIDAS EJEMPLARES PUEBLA JUEVES, 12 DE MARZO DE 2015 abc. es opinion ABC LUIS VENTOSO BONO Sus memorias pueden resultar muy interesantes U N libro de memorias de Bono nunca parece una mala idea. El personaje tiene enjundia. Lo adorna un meritorio ascenso al Olimpo desde unos orígenes que no hacían prever tanto éxito. Padre de cuatro hijos, también resultan reseñables sus firmes y orgullosas convicciones cristianas, infrecuentes en el ámbito donde se mueve. Al margen de la profesión que le dio fama, ha sabido además convertirse en un empresario de éxito, pero sin perder nunca de vista la causa de los necesitados. Por último, el prestigio que ha ido acumulando y su destreza oratoria le franquean los despachos de estadistas de todo el mundo. Cierto que Bono arrastra sus humanos defectos. Son principalmente el afán de protagonismo y un cierto mesianismo en la promoción de su gran yo. Pero el balance final del personaje resulta muy positivo. Su contribución es relevante y leeremos con interés su autobiografía. Hablamos, por supuesto, de Paul David Hewson, más conocido como Bono, el celebérrimo cantante de U 2, un artista que lo mismo planta el cartel de no hay billetes en los mayores coliseos que visita la Casa Blanca para vender sus causas humanitarias. Bono convalece estos días de lo que él ha definido como un accidente friki una caída de una bici en Nueva York. Se fracturó varios huesos y le quedará de souvenir un codo de titanio. En el dique seco, sería interesante que se animase a dictar sus memorias. El niño pobre en un Dublín atormentado. El ascenso imparable de U 2. La grabación en Berlín de su audaz obra maestra, que nunca ha podido superar Achtung Baby de 1991) El trauma de perder a su madre a los catorce, su vertiente de activista, su mesianismo... Hay material para unas buenas memorias, sin duda. En Madrid, José Bono, también conocido como José Pepe Bono, católico, teórico socialista y padre de cuatro hijos, acaba de presentar un libro de memorias para contar su paso por el Ministerio de Defensa, hito señalado en la historia de España, que duró exactamente dos años. En 2012 ya había publicado otro tomo, en el que resumía su vida política, cuyas cimas fueron presidir Castilla- La Mancha y el Congreso. Con tal inquietud grafómana, si llega a haber alcanzado La Moncloa, el admirable Pepe habría necesitado la Larousse para hacer un pequeño resumen. Por el bien de Bono y de la empresa que le paga, le deseamos cordialmente que venda muchos libros. Sin duda tiene su público. Otros observadores vaticinan que, en el futuro, los politólogos que estudien nuestra era acuñarán el concepto del cantamañanismo aplicado Bono aparecerá citado con una nota a pie de página. ¿Por qué? Pues porque, tras venderse con hechuras de patriota hasta el empalago, a la hora de la verdad asistió silente a todas las tropelías de Zapatero contra su nación. Bono perdió su pico de oro a cambio de un plato de lentejas. Duele reconocerlo en público, pero, inmersos ya en el declive de la biología, lo único que nos interesaría de un libro de Bono es que detallase cómo lograr un vergel capilar, ahora que unas entradas inclementes señalan el paso de las horas. Para Bonos, el de U 2. No es Dylan, tiene sus cosas, pero a la vera de su primo castizo... VERSO SUELTO LUIS MIRANDA CINCO RASPADO En la cachaza de dejar que el azahar brote entre naranjas que no se han quitado hay una metáfora del conformismo H ACE ya bastantes días que las naranjas yacen en el suelo como cadáveres medio podridos que nadie ha reclamado, reventadas y con el brillo perdido de la pulpa fecunda que tanto podría aliviar los bolsillos y los estómagos. Los naranjos de las calles son de todos, y por ese raro adagio de los políticos, es como si no fueran de nadie, así que no habrá quien corra para quitar las frutas y conseguir de paso que el azahar brote anunciando la primavera. Muchos soltarán enseguida los argumentos de las prioridades de los gastos en estos tiempos en que no hay dinero para nada, e insistirán en que no es importante retirarlas y abrir paso a un nuevo ciclo, pero una ciudad que vive de su imagen y que se soporta por la belleza no puede tener tantas excusas para lucir impecable y oler como siempre. Dentro de unos pocos días, quizá al mismo tiempo en que nacen las primeras candelerías inmaculadas en los pasos, el azahar comenzará a asomar los botones de impaciencia en los árboles y, como pasa desde hace algún tiempo, tendrá que competir con las naranjas que todavía sobreviven, insaludables como obesos mórbidos y seguramente pasadas, en las ramas exhaustas, cuando tendrían que haberle dejado sitio hace bastantes semanas. Al final los posibilistas dirán que hubo azahar y hasta que no importa la cantidad, y que aunque llegara tarde, como tantas veces, se reti- raron las naranjas. No importará que hubiera kilos y kilos estallados contra el suelo que no sirvieran para hacer mermelada ni para macerar el gintónic de algún esnob de bar de copas con terraza visible, ya que el argumento de la comida desperdiciada que no aprovechará no está tan de moda. En esta cachaza de dejar que el azahar brote como pidiendo perdón y venciendo obstáculos hay una metáfora de una ciudad que se conforma siempre con un cinco raspado, que piensa que no será tan importante limpiar los naranjos y acicalar las calles para esa primavera que la gente siente mucho antes de que lo digan los almanaques y los telediarios. El azahar, cuando sobrevive a los tópicos de los cofrades, es el perfume de la primavera, y en la humildad y debilidad de esta flor que siempre parece a punto de caerse vencida a la calle está escrita la misma belleza radiante que en la cal y en las cosas sencillas. Sin haber nacido del fuego de los grandes creadores tienen en sí mismos la admiración de lo excepcional y admirable. Quizá lo que le pase a Córdoba es que ser tan hermosa sea un problema, como si el airoso vuelo de San Rafael en los triunfos, la sorpresa de los rincones y las placitas que no vienen en las guías turísticas y el rapto de la Mezquita- Catedral ya bastasen para echarse a dormir y pensar que está todo hecho. Para el común de su gente, y no tienen menos culpa que los políticos que les sirven para escudarse, no es cosa suya mantener limpias las aceras, retirar los contenedores de basura, o al menos no acolmatarlos, ni conseguir que la calle Deanes, que tendría que ser un pasillo luminoso hacia la torre, no sea un zoco de plástico rosa para una película orientalista de serie B. Si la gente sigue admirando a Córdoba y prendándose de su aire y sus rincones, no valdrá la pena el sinvivir del esfuerzo, y así esta ciudad que los suyos se esmeran en ocultar y poner fea por pura pereza continuará, como tantos de sus habitantes, anclada en la subsistencia del aprobado justo, sin correr demasiado para deslumbrar más de la cuenta, empeñada en echarle un pulso cada año más largo a los azahares generosos, frágiles y tenaces. Como si ya no se reconociera en el olor descarado que debería envolverla dentro de poco.

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