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ABC CORDOBA 24-02-2015 página 13
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ABC MARTES, 24 DE FEBRERO DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 13 MONTECASSINO UNA RAYA EN EL AGUA HERMANN UN ROTO IMPORTANTE Rivera llega con sentido común, talante liberal indefinido y unas propuestas socialdemócratas, cobardonas y nada emocionantes ODO indica que se le tuercen los planes electorales al Gobierno del Partido Popular, que había estado observando el panorama con esa parsimonia tan propia de su jefe. Tan admirada por aquellos que adivinan tras ella una genial administración de los tiempos y menos por los que sospechan que solo es lo que parece. Desde el PP nos anuncian que Mariano Rajoy lo va a bordar. Y que si no llega a la mayoría absoluta, que consideran posible, bastará con algún apaño menor. La mejora de la economía, un hecho cierto que ya nadie que se tome en serio puede negar, se consolidará a lo largo del año. Como lo hará el miedo a los nuevos bárbaros totalitarios de Podemos, cuya dirección queda cada día más expuesta como unos comunistas encargados de la franquicia española del brutal y corrupto régimen de Caracas. Con nosotros, en este lado, la recuperación, la seguridad y el crecimiento. Con ellos, ahí, el caos y la miseria me decía en una cena muy seguro, mostrando las dos manos enfrentadas, un destacado dirigente. Hasta ahora. Mucho se ha esforzado el PP para que las cosas fueran tan fáciles de decidir para los españoles. Para que solo tuvieran que optar entre el bien y el mal, entre dinero y trabajo aquí y allí desorden y expropiación. Había que salvar a una televisión radical y fulera en quiebra. Para que su agitación extremista arrebatara todo rasgo de moderación a la T izquierda. Había que primar la presencia de los radicales izquierdistas en todos los medios. Y había que evitar que lo que fomentaba en el adversario le pasara al PP. Para ello, este Gobierno ha ido muy lejos en sus recomendaciones a los medios. Había que evitar todo perfil que entorpeciera la polarización entre moderados oficialistas del PP y radicales chavistas de Podemos. Así, el mundo en orden y Mariano Rajoy esperaba, fumándose un puro tras otro. A que las cifras mes a mes demostraran que el camino emprendido para la recuperación económica es sólido. Y a que los chicos de Podemos demostraran que son unos paleocomunistas, presuntamente mantenidos con dinero de los rincones más detestables del globo, desde Teherán a La Habana, pasando por Caracas y Moscú. Y he aquí que toda la construcción se desmorona. El partido Podemos ha dejado de ser una irrupción sorprendente que causa pasiones y genera pánico. Que haya tocado techo o no dependerá de la cuestión más grave del momento, que es el suelo el PSOE. ¿Le queda suelo al PSOE o se va adonde el griego Pasok, al 5 por ciento o, peor aún, como el PSI italiano, al sumidero? Lo cierto es que Podemos puede dar miedo. Pero ya no lleva los votos asustados al PP. Ha surgido Ciudadanos. Otros frikis que Arriola no tuvo en cuenta. Ciudadanos no ha sido vetado de forma inmisericorde como Vox, ese Pepito Grillo de la derecha que pagó cara la bisoñez al dejarse engatusar por Vidal Quadras. Aunque es producto, como Vox, del abandono de la política por este Gobierno. En su caso, por la ineptitud del PP catalán. Ciudadanos ha llegado lentamente, dirigida por un Albert Rivera que sí parece un líder duradero en la política española. Llega solo con sentido común, talante liberal indefinido y unas propuestas económicas socialdemócratas, cobardonas y nada emocionantes. Pero con una imagen de lealtad y humildad que destroza la de soberbia desleal que ofrece el Gobierno. Todo indica que Ciudadanos le va a hacer un importante roto al PP. Después, la tiranía de la aritmética nos dejará probablemente sin gobierno posible. Y pagaremos no haber hecho lo que en esta oportunidad histórica se pudo y no quiso. Con lo rentable que habría sido creer un poco en algo. IGNACIO CAMACHO LA SACUDIDA La novedad más sobresaliente del terremoto es que nadie le echó la culpa al Gobierno. Sin que sirva de precedente L epicentro estaba en Twitter. La prueba moderna de la inocuidad de un temblor de tierra es el cachondeo en las redes sociales. Antes la gente reaccionaba a un seísmo huyendo en busca de espacios abiertos; ahora se precipita sobre los móviles a tuitear guasas (y whatssaps) y lucir ingenio palabrero, agudeza metafórica, chispa inspirada. Que si la irrupción de Podemos, que si el aniversario del tejerazo, que si el debate parlamentario de mañana. Ay, las metáforas. Pocas tan fecundas, tan usuales, tan sobadas como la del terremoto, que utilizamos en el lenguaje cotidiano, junto a la del incendio, con una ligereza evasiva de su auténtico sentido dramático. La broma multitudinaria alivia el miedo, ahuyenta el desasosiego y conjura la zozobra en este caso literal ante el tipo de fenómeno más inquietante para la sociedad contemporánea: el inesperado, el sorpresivo, el incontrolable. Aquel que escapa a lo previsible, cuestiona lo seguro, desbarata lo estable y burla nuestro asentado aunque erróneo concepto de las certezas blindadas. A las cinco y cuarto de la tarde de ayer, mientras Pujol se quitaba el audífono en Barcelona para no escuchar los reproches de los diputados, Madrid, el viejo y machadiano rompeolas de la nación, tembló durante medio minuto largo. Esta vez no se trataba de una alegoría de la rabia, el gozo o el espanto desparramados por las calles: el suelo se movía de verdad y los edificios se cimbreaban. Los pisos trepidaron como si estuviese centrifugando la lavadora. En realidad la sacudida telúrica, de origen manchego, afectó a casi media Península pero la fuerza simbólica de la capital aplasta y silencia las voces de la España profunda. Como en la política, como en la economía, los estornudos de Madrid son el catarro nacional y cuando la corte se estremece el país se tambalea. Tres décadas de Estado descentralizado y cuasi federal no han logrado cambiar el efecto expansivo de la capitalidad ni su protagonismo emblemático. Un terremoto en Murcia o en León necesita provocar daños severos para ocupar sitio relevante en los telediarios; en la Puerta del Sol basta con unos cuantos espasmos. Tembló Madrid a la hora del café de media tarde y no ocurrió nada salvo que internet se llenó de chistes, con fobia antipolítica incluida, y se universalizó la tertulia rutinaria, el tamtám posmoderno que transmite en directo las vidas privadas. En una comunidad tan susceptible a la alarma, el latido humorístico del sismógrafo social resulta incompatible con la tragedia. Un seísmo superficial, diagnosticaban los informes geológicos y certificaba la trivialidad socarrona del trending topic. La novedad más sobresaliente del asunto consistió en que nadie le echó la culpa al Gobierno. Por ahora y sin que sirva de precedente. E JM NIETO Fe de ratas

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