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ABC CORDOBA 13-02-2015 página 62
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62 CULTURA VIERNES, 13 DE FEBRERO DE 2015 abc. es cultura ABC Hollywood, humor y cero política, claves del éxito de la gala de los premios Bafta Entregados a la par que los Goya, muestran una industria gozosa que se celebra a sí misma LUIS VENTOSO CORRESPONSAL EN LONDRES En 2013 todo el planeta asistió taquicárdico a los agobios en el vacío de dos astronautas de caras guapas, George Clooney y Sandra Bullock. Gravity estaba generado en unos ordenadores del barrio del Soho, en el centro de Londres, los mismos que ya habían creado la magia blanca y negra de Harry Potter. Por su parte, los actores rodaron sus escenas en los estudios Pinewood, 35 kilómetros al este del centro de Londres, fundados en los años 30. Son los mismos que acaban de acoger el rodaje de la esperadísima séptima entrega de La guerra de las Galaxias de J. J. Abrams. El Gobierno liberal- conservador británico hizo desde su llegada una inteligente apuesta por convertir al Reino Unido en el gran plató de Hollywood. La principal baza fue una agresiva rebaja fiscal para animar a rodar en las islas grandes pelotazos de taquilla estadounidenses, los blockbusters Hoy rodar en los estudios de Londres y su anillo es casi un 40 más barato que hacerlo en Los Ángeles. Además, el inglés lo facilita todo y el país ofrece una industria experimentada y altamente cualificada. El resultado es que en 2013 los rodajes internacionales dejaron 1.350 millones de euros en el país y el año pasado subieron ya a 1.990. En 2012, la Warner invirtió 116 millones en reformar sus estudios de Leavesden, Disney ha rodado en el Reino Unido títulos como Maléfica o las últimas entregas de Piratas del Caribe bucaneros tropicales en las grisuras londinense. Siguen vivos también los clásicos estudios Ealing 2 y franquicias de la Marvel o la saga Fast and furious son también ya inglesas. tánicos trabajan para importar las producciones americanas. Saben que el inglés y América son la llave del mercado global y lo viven sin traumas, sin desdeñar tampoco las películas artesanas y de autor, el llamado cine independiente que llena de orgullo al país y de sesudas meditaciones a los críticos, pero no es el que genera el dinero. El pasado fin de semana coincidieron en el tiempo la gala de los Goya y la de los Bafta, los premios de la Academia Británica. Nuestros politizados cabezones nacieron en 1987 y se enturbiaron en 2003 con el ¡No a la guerra! cuando parte del gremio confundió su profesión con la de gurú político. Los Bafta nacieron tres años después de la Segunda Guerra Mundial, impulsados por artistas de la talla de Charles Laughton, o grandes directores de prestigio académico y comercial, como David Lean o Alexander Korda. Los primeros Bafta fueron pobretones: un saloncito en un hotel de Londres. Ahora andan por su 68 edición y su sede habitual es el fastuoso Teatro Nacional de la Ópera del Covent Gardent. El domingo movieron a 4.000 trabajadores y se repartieron 18.000 copas de champán entre los invitados. Los Bafta combinan la clase inglesa con la sangre fresca y el glamour de los peces gordos de Hollywood. Aunque algunos actores y actrices locales son estrellas globales (Keira Knightley, Ralph Fiennes, Cumberbartch... lo que hace que la emisión de la BBC One se vea en todo el mundo son detalles como la aparición sorpresa de Tom Cruise, el toque de meter en el lío a Stephen Hawking y a Beckham (actualmente de profesión guapo) el mensaje del Príncipe Guillermo (al que a estos efectos la verdad es Apuesta fiscal de Cameron El Gobierno inglés apostó por una desgravación del 40 para los rodajes de éxitos americanos en Londres Superación El sectarismo de Almodóvar contra Wert malogró los esfuerzos de superar el pasado y la politización Prestigio internacional Elegancia, humor sobre sí mismos y el desembarco de Hollywood impulsan a los Bafta El cine español El cine español ha cerrado un año 2014 extraordinario, en el que supuso el 25,5 de la taquilla. Son unas cifras que ya quisiera para sí el cine de matriz totalmente británico, el ajeno a Hollywood, que se quedó el pasado año en el 16 del total de taquilla del país. Siendo una cifra baja comparada con la española, supone la mejor de la historia del cine inglés, gracias a la tierna ayuda del Osito Paddington. Pero el planteamiento es muy diferente al del cine español. Reino Unido ha diseñado una industria abierta al mundo, un poco al estilo de la economía liberal que es marca del país. Sus mejores actores y directores aspiran a ganarse a Hollywood y los estudios bri- que nadie hace mucho caso) y, sobre todo, la presencia de todas las figuras estadounidenses que en dos semanas estarán en la liza de los Oscar: Julianne Moore, Michael Keaton, Ethan Hawke... Y así sucede cada año. La gala de los Bafta es la de una industria encantada de haberse conocido. Una celebración complaciente para venderse en el mundo, donde lanzarse a arengar desde el escenario con críticas victimistas pidiendo subvenciones sería insólito, fuera de lugar. Esa confianza en las propias fuerzas resta tensión, todo es fluido, fácil. La gala discurre con relajo y elegancia. Con un humor zumbón, inteligente, que a diferencia de los esfuerzos tipo Eva H o Corbacho por ser ultragraciosos en cada segundo, rara vez te hace sentir vergüenza ajena. El maestro de ceremonias ha sido por décima vez el inteligente actor, novelista, comediante y telepersonaje Stephen Fry. Los ingleses adoran a este tipo de 57 años, un homosexual grandullón, que acaba de contraer un controvertido matrimonio con un muchacho de 27: El 2014 ha sido un año muy duro, George Clooney y yo hemos salido del mercado matrimonial bromeó. Fry fue de los autores más vendidos el año pasado en Inglaterra con la tercera entrega de sus memorias, en las que contaba, por ejemplo, cómo se puso a tono con unas inhalaciones ilegales en Buckingham antes de ver a la Reina. La vencedora de la noche fue la película sobre la vida de Stephen Hawking. El físico acudió a la gala y lo subieron en su silla al escenario. La actriz que hace de su mujer en la cinta presentó al sabio como la única persona más inteligente que Stephen Fry El científico, con su voz computerizada añadió: Sí, y mejor parecido Fry devolvió la broma imitando la voz maquinal de Hawking cuando este dejaba el escenario. Un humor negro que ha levantado controversia. Por supuesto, en los Bafta no faltan divos de carácter avinagrado. El gran Mike Leigh, director de Turner una extraordinaria película sobre el paisajista londinense que no fue considerada para los premios, se despachó a gusto contra los productores que no apostaron por sus cintas: Gracias por manteneros al margen. Puede que os pudráis en el infierno Pero a nadie se le ocurriría subir al atril a meditar sobre si Cameron debe o no intervenir en Siria o bajar los impuestos. Estoy hambrienta fue lo único que se le ocurrió decir a la maravillosa Julianne Moore nada más subir a recoger su premio a la mejor actriz del año. Naturalidad. Buen humor. Una fórmula tal vez más agradable que las mezquindades coyunturales de Almodóvar con el ministro de turno.

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