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ABC CORDOBA 12-02-2015 página 13
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ABC JUEVES, 12 DE FEBRERO DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN ACABOSE SOCIALISTA Ni el dinero del chavismo ni siquiera la traición de Tania Sánchez a IU valen para Podemos lo que el terremoto provocado por Tomás Gómez T OMÁS Gómez ha sido al Partido Socialista de Madrid lo que José Luis Rodríguez Zapatero al PSOE: un azote, un flagelo, una carcoma capaz de minar los cimientos políticos de la organización hasta provocar su hundimiento. El acabose, en el sentido literal de la palabra, toda vez que, después de lo sucedido ayer, Gómez, el PSM y probablemente también Pedro Sánchez se han acabado. Adiós a cualquier posibilidad de victoria en los comicios que se avecinan. En sus sueños más osados los responsables de Podemos no habrían previsto jamás que sus principales adversarios les hicieran semejante regalo. Ni el dinero del chavismo ni el de Irán ni siquiera la traición de Tania Sánchez a Izquierda Unida, abierta primero en canal y después abandonada por esa mujer convertida en eficaz caballo de Troya, valen lo que el terremoto provocado en las filas socialistas por el peor secretario general que ha conocido en su historia la federación madrileña. El líder fulminado empezó su andadura desmontando meticulosamente la estructura heredada de su compañero Rafael Simancas, dedicó todo su vigor a perder tanto militantes como votos, y ha terminado con una patética pataleta en respuesta a la gestora impuesta in extremis por la dirección federal, encabezada precisamente por ese mismo Simancas que le precedió en el mando. Si existe en el escenario patrio un personaje más nefasto para las siglas que todavía representa, yo lo desconozco. Lo que sé con certeza es que nada perjudica más los intereses electorales de un partido político que la división, y lo que vive en estos momentos el PSM es una auténtica guerra civil; un conflicto fratricida cuya onda expansiva golpea con fuerza el cuartel general de la calle Ferraz. Allí, atrincherado en su despacho, protegido por una débil guardia pretoriana, acosado en todos los frentes por la corrupción y la desunión que intenta combatir en vano, Sánchez debe de preguntarse quién le mandaría a él meterse en este fregao del que no puede salir con bien. Dicen, quienes conocen de primera mano los entresijos del drama, que el desenlace fatal se rumiaba desde hacía tiempo, aunque podría haberse precipitado ante la certeza de una imputación por el caso del tranvía de Parla materializada contra Gómez en plenas vísperas electorales, es decir, en el peor momento. Como si el momento tuviera alguna relevancia considerando la magnitud del seísmo. Como si el depuesto no hubiese dejado clara su voluntad de emular a Sansón y arrastrar en su caída la bóveda del templo, sepultando bajo los escombros a todos sus correligionarios, empezando por el pobre Antonio Miguel Carmona, cuya fotografía exhibiendo unas extremidades en llamas inunda las redes sociales, de una crueldad sañuda con el amigo leal que puso la mano en el fuego por el difunto político, veinticuatro horas antes de su defenestración. Como si quedara alguna esperanza. A estas horas, me malicio, más de uno debe de frotarse las manos al ver cómo la fortuna le va despejando el camino. El primero, Pablo Iglesias, más cercano al interior de la Casa de Correos que cuando gritaba su indignación sujetando una pancarta en la Puerta del Sol. El segundo, Albert Rivera, cuyos Ciudadanos abrirán brecha en Madrid para desde allí avanzar con paso firme hacia las Generales. Y el tercero, Mariano Rajoy, aunque sólo sea porque el tiempo y el PSOE le acaban dando la razón en dos cuestiones que hasta ahora defendía en solitario: La ventaja de designar a los candidatos mediante el viejo dedazo, sin primarias susceptibles de dar estas molestas sorpresas, y la conveniencia de hacerlo a última hora, con el fin de no quemarlos. ¿Tendrá a su partido en ascuas hasta el día de la República? IGNACIO CAMACHO GÓMEZ, SÁNCHEZ Y CÍA Desestabilizado por la competencia de Podemos, el PSOE ha entrado en una dinámica suicida de combate consigo mismo I el PSOE tuviese un problema, por grave que fuese, podría solucionarlo. Lo malo es que los tiene por docenas, uno para cada solución, y enredados como cerezas en un cesto; un embrollo descomunal, un lío morrocotudo, un descalzaperros con ribetes de autosabotaje. Ha entrado en una dinámica suicida de combate consigo mismo, y eso es lo peor que le puede ocurrir a un partido. La competencia de Podemos lo ha desestabilizado de tal modo que amenaza con una catástrofe. Sin programa, sin ideas, sin liderazgo y con una hoguera interior que lo consume de impaciencia, inestabilidad y nervios. El disparatado episodio de Madrid, con su enorme repercusión por el carácter emblemático de la plaza, es una bomba en la sala de máquinas. Ya resultaba extravagante que Tomás Gómez continuase siendo el candidato sin el respaldo de la dirección ni de las encuestas, investigado por la justicia y atropellado por la sombra de un carísimo tranvía fantasma: una apuesta quemada de inicio, un chicharro político. Pero al riesgo de echarlo con un golpe de mano a tres meses de las elecciones se ha sumado la insólita rebeldía del destituido, que amenaza con recurrir a unos tribunales donde es probable que le esperen para imputarlo por malversación o desvío de fondos. El caso Gómez rebota así contra el secretario general para convertirse en el caso Sánchez: lo peor que le puede pasar a un líder es que no se le reconozca autoridad. Y con un asunto de corrupción de fondo. El asunto es decisivo para el jefe de la oposición, falto de arraigo y sometido a la abierta hostilidad de gran parte de los coroneles del partido, que no pierden ocasión para atizarle entre los costillares aviesas puñaladitas de pícaro. De cualquier modo, pase lo que pase, el PSOE ha vuelto a tirar Madrid, su territorio prohibido. Se trata de un caso asombroso de contumacia en el fracaso, pero ésta vez la derrota puede producirse por simple incomparecencia voluntaria. Las elecciones de mayo serán en la práctica un duelo entre el PP y Podemos, y en la hipótesis de que para entonces continúe en su cargo Pedro Sánchez puede encender velitas para que los conservadores alcancen la mayoría absoluta. Si no lo logran va a tener que tomar la odiosa decisión de elegir a quién entrega el poder de la comunidad. Cualquier opción será letal. La de escoger a Podemos arrasaría sus propias posibilidades de captar voto moderado en las generales, y la de dejar gobernar al PP otorgaría a los de Pablo Iglesias la baza con que sueñan en sus días más eufóricos. Así es la gravedad del destrozo. Por no hablar de las manos abrasadas del aspirante a la alcaldía, Antonio Carmona, que hace tres días las puso en el fuego por la idoneidad y limpieza de Gómez. Menos mal que no puso también los pies. Todavía puede usarlos para salir corriendo de la catástrofe. S JM NIETO Fe de ratas

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