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ABC CORDOBA 01-12-2012 página 15
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ABC CORDOBA 01-12-2012 página 15

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ABC SÁBADO, 1 DE DICIEMBRE DE 2012 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA EUROPA, SÉ TÚ MISMA Las palabras que Juan Pablo II lanzó, hace ya treinta años, nos siguen interpelando hoy, como aldabonazos que exigen, apremiantes, una respuesta A promoción de mi nueva novela me ha llevado hasta Santiago de Compostela, donde he vuelto a coincidir con el profesor Giovanni Maria Vian, director de L Osservatore Romano y amigo dilectísimo, que a la sazón dictaba una conferencia sobre el llamado discurso europeísta pronunciado en esta hermosa ciudad por el Beato Juan Pablo II, hace ahora treinta años. Vian, en un español irreprochable y zangolotino, ofreció una lectura penetrante y sugestiva de este discurso, que los asistentes a su conferencia pudimos volver a escuchar, en la grabación que en su día hizo Televisión Española. Fue una experiencia emocionante y un grato placer intelectual volver a saborear aquellas palabras que el paso del tiempo ha tornado actualísimas; como lo fue volver a contemplar la estampa de aquel Papa irreductible, vencedor de las balas y de los achaques, que llenó de ardores mi juventud. Leído o escuchado hoy, aquel discurso resulta profético. Comienza Juan Pablo II sentando que la identidad europea es incomprensible sin el cristianismo verdad incuestionable que, por desgracia, Europa se ha empeñado en oscurecer y negar, hasta alcanzar la postración presente. Pero cuando el discurso papal alcanza su mayor clarividencia es cuando denuncia el estado de crisis en el que el continente europeo se halla, al asomarse al tercer milenio de la era cristiana Crisis que, según Juan Pablo L II, afecta a la vida civil, marcada por las consecuencia de ideologías secularizadas que, a la vez que niegan a Dios, anteponen el éxito económico sobre los valores humanos del trabajo y de la producción ideologías que, a la vez que exaltan el materialismo y el hedonismo atacan la familia prolífica y unida, la vida recién concebida y la tutela moral de la juventud promoviendo el nihilismo. Treinta años más tarde, ya sabemos que tales ideologías secularizadas nos han llevado a comer las algarrobas de los puercos; y seguiremos comiéndolas mientras Europa persevere en el mal que es raíz y causa de todos los males que nos afligen- -también señalado clarividentemente por Juan Pablo II- que no es otro sino la defección de bautizados y creyentes de las razones profundas de su fe y del vigor doctrinal y moral de esa visión cristiana de la vida, que garantiza el equilibrio a personas y comunidades El apóstrofe que Juan Pablo II lanza a los europeos en aquel discurso merecería cincelarse sobre el mármol: -Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes. Reconstruye tu unidad espiritual, en un clima de pleno respeto a las otras religiones y a las genuinas libertades. Da al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. No te enorgullezcas por tus conquistas hasta olvidar sus posibles consecuencias negativas. No te deprimas por la pérdida cuantitativa de tu grandeza en el mundo o por las crisis sociales y culturales que te afectan ahora. Tú puedes ser todavía faro de civilización y estímulo de progreso para el mundo. Los demás continentes te miran y esperan también de ti la misma respuesta que Santiago dio a Cristo: Lo puedo Las palabras que Juan Pablo II lanzó en Santiago de Compostela, hace ya treinta años, nos siguen interpelando hoy, como aldabonazos que exigen, apremiantes, una respuesta. Y hoy como hace treinta años, una patulea de dirigentes irresponsables impide que Europa asuma su vocación y su destino. IGNACIO CAMACHO CABALLERO CERVANTES La voz cóncava y limpia de Caballero Bonald se proyecta en la posmodernidad con la serenidad luminosa de un clásico Se me ha olvidado todo lo que no deje escrito (J. M. Caballero Bonald) D MÁXIMO E aquella generación de los 50, la de los niños de la guerra que en su juventud se bebieron a tragos largos la etapa cenital del franquismo, los años sin excusa de Barral, la larga noche de piedra de Ferreiro, sobrevive la voz elegante y profunda de Pepe Caballero Bonald emergiendo como un árbol incólume plantado sobre el horizonte de la memoria y del tiempo. Honda como la queja del flamenco, luminosa como el paisaje de Doñana, fecunda como la tierra húmeda de la marisma, cóncava como la resonancia de la historia en su genealogía mestiza de andaluz, francés y cubano, la poesía del nuevo Premio Cervantes es un lúcido y rebelde testimonio existencial que viene del último recodo del siglo XX para proyectarse sobre la posmodernidad con la limpieza y la serenidad de un clásico. Con ecos nerudianos de barcos en la niebla, entre soledades desnudas de insomnio y nocturnos remordimientos de vértigo y de fracaso, el mejor poeta vivo español ha construido a lo largo de décadas de autoexploración interior una sólida obra de escalofriante y alucinatoria intensidad expresiva. A los 86 años la figura de Caballero Bonald está envuelta en la formidable aureola de un patriarca del castellano. Novelista de aires faulknerianos, memorialista de soberbia capacidad evocativa, ensayista de provocador sentido crítico, ha llevado la poesía contemporánea española a cumbres de conmovedora sobriedad levantadas en un lenguaje de insuperable depuración. Superviviente de dos naufragios, se ha conservado a sí mismo en la distancia moral de un exilado de sus épocas, siempre a contracorriente de tendencias y a caballo de barrocos contrastes; señorito y comunista, dandi y bohemio, seductor y misántropo, austero y sibarita, áspero y acogedor, introvertido y airado. La suya fue una generación trasterrada de sus sueños que bañó en océanos de alcohol la desgarrada evidencia de los desengaños y las guerras perdidas, y entre la bruma de las copas en la alta noche halló las claves de un estilo vital y literario. Más que a la costumbre de vivir, título de uno de sus mejores tomos de memorias, se entregaron a la costumbre de beber y sacaron de ella, como Rimbaud o Baudelaire, un malditismo de sombrías noches sin paredes empapado de melancolía emocional, elegancia intelectual, cansancio sentimental y un cierto escepticismo remansado en el decoro pesimista de héroes fatigados, en la desdeñosa aceptación de una derrota ética. Con Caballero recupera el Cervantes la estirpe de los escritores rabiosos, torrenciales y puros, cometas del idioma capaces de trazar por sí mismos una estela fulgurante de talento. Sobre sus sienes patricias ha caído al fin, con honorable aunque tardía oportunidad, el laurel de un galardón al que le empiezan a faltar candidatos a la altura de su prestigio y de su nombre.

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