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ABC CORDOBA 29-11-2012 página 17
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ABC CORDOBA 29-11-2012 página 17

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ABC JUEVES, 29 DE NOVIEMBRE DE 2012 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN UN PROYECTO SIN PRESENTE España es, a día de hoy, un asunto aparcado en espera de mejores tiempos, mientras el Gobierno trata de cuadrar las cuentas E SPAÑA es hoy un buque a la deriva del que muchos tratan de escapar aplicando la vieja fórmula del sálvese quien pueda Un país cuyos contornos se difuminan a ojos vista. Un barco fantasma perdido en la niebla de la peor crisis global que recuerdan las generaciones vivas. Se mire donde se mire todo es páramo, estepa. Los pronósticos económicos para el año próximo auguran un incremento del colapso hasta superar los seis millones de parados, en un entorno de estancamiento y falta de crédito que impide el desarrollo de cualquier negocio. Sobran ideas, sobra talento, pero la suma de una sequía financiera aterradora y un entramado administrativo endiablado impide que esas iniciativas cobren vida en forma de empresas generadoras de puestos de trabajo. Las que hay desaparecen una a una, vomitando a las playas de este desierto nuevos cadáveres laborales. Las que podrían surgir esperan mejores tiempos, por falta de dinero, de mercado... o de esperanza. ¿Dónde quedó la esperanza? ¿Quién nos la devolverá? Mariano Rajoy llegó al Gobierno hace poco más de un año a lomos de la ruina y la decepción provocadas por la inepcia de Zapatero, más que por la ilusión que despertaba su persona. No es un hombre de carisma ni lo pretende. Lo suyo no es encantar a las serpientes. Pero representa unas siglas, las del PP, que evocan (o evocaban) en la mayoría de los españoles dos ideas fuerza muy claras: Buena gestión económica y España. A día de hoy el inquilino de La Moncloa no ha conseguido hacer honor con su gestión a ninguna de las dos. No hay más que contemplar el espectáculo de ETA Bildu campando a sus anchas en el Parlamento vasco con veintidós escaños, y amenazando simultáneamente a la ciudadanía a través de comunicados firmados por una banda armada, para constatar que la batalla legal y moral que dimos durante décadas contra la barbarie terrorista empeñada en romper la Nación ha quedado en un empate inaceptable. Tan inaceptable, en términos de dignidad colectiva, como la corrupción que aflora de incontables pozos negros municipales y autonómicos a falta de medidas destinadas a embridarla con castigos ejemplares. El independentismo catalán sigue, erre que erre, con su reivindicación de un Estado propio sin que ni las urnas ni las personas que juraron defender la Constitución pongan freno a esta deriva. Los dirigentes de Extremadura, el País Vasco y Navarra se ríen de la Ley que presuntamente ampara a todos los españoles por igual al quebrar de cuajo esa igualdad aplicando a su albedrío a los funcionarios de sus respectivas regiones unas medidas salariales distintas y notablemente mejores de las reconocidas por el Estado central al conjunto de los empleados públicos. Madrid sufre un evidente maltrato fiscal, semejante al de Baleares o Valencia, en beneficio de Andalucía o Cataluña... ¿Qué más tiene que pasar para lograr que nuestros gobernantes reconozcan hasta qué punto está fuera de control este Estado de las Autonomías que por el momento nadie con poder se ha atrevido a cuestionar? ¿Para cuándo la revisión de esta asignatura pendiente, causa, que no consecuencia, de la gangrena económica? España es, a día de hoy, un asunto aparcado en espera de mejores tiempos, mientras el Gobierno trata de cuadrar las cuentas, como si las cuentas pudieran cuadrarse en una galera cuyos remeros bogan al son de diecisiete tambores distintos. Ha dejado de ser un proyecto común y compartido para convertirse en un reino de taifas sumido en el caos. Un proyecto sin presente. Una Historia sin futuro. IGNACIO CAMACHO AMIGOS DE MENTIRA, ENEMIGOS DE VERDAD A Aznar lo mantiene en forma el encono que aún provoca; la izquierda no encuentra en el actual PP un icono tan odiable F MÁXIMO ELIPE González empezó a envejecer cuando dejó de tener enemigos. Llegó un momento en que el alejamiento del poder y la perspectiva histórica relativizaron sus errores y hasta sus más enconados detractores comenzaron a reconocerle méritos retrospectivos de estadista. Entonces quedó definitivamente arrumbado en un anaquel de la memoria; ya había dejado de ser peligroso. A Aznar lo mantiene en forma la ferocidad de la animadversión que aún provoca: la izquierda no ha logrado encontrar en el actual PP un icono tan odiable. De hecho le dan más relevancia sus adversarios que sus sucesores y si algo le cabrea es la escasa auctoritas que este Gobierno concede a sus consejos y prescripciones. El antiguo presidente cumple al pie de la letra el adagio de que la política proporciona amigos de mentira y enemigos de verdad. Lo que sí conserva es una notable influencia, entre melancólica y carismática, entre su público natural. La otra noche, en la presentación de su libro de memorias, una cierta derecha de visón y nudo gordo de corbata abarrotó el salón de un cinco estrellas de la Castellana para pedirle un ejemplar firmado. Habían ido a arroparle el presidente del Gobierno, cinco ministros, varios ex de la vieja guardia y bastantes empresarios de tronío, y la cola de coches oficiales- ¿no los iban a reducir? -ofrecía un espectáculo no apto para indignados pero era la nostalgia del aznarato la que excitaba un patente morbo comparativo. Aunque Aznar no es un tipo simpático ni lo pretende, su aura cortante de gélida determinación causa en sus seguidores una expectativa de liderazgo que el aire tranquilón de Rajoy nunca alcanzará a convocar. La gente que allí estaba parecía hallarse como ante un oráculo, en busca de la munición doctrinal que la actual dirigencia le escamotea entre requiebros de pragmatismo. Sin embargo el chamán se mantuvo hermético y seco, tal vez autolimitado en sus juicios por la presencia de medio Gabinete. Ni siquiera la torera retranca de Carlos Herrera, que lo citó de cerca y de lejos, logró arrancarle faena a un morlaco tan resabiado. Tampoco ha cargado de dinamita el libro, un denso relato testimonial destinado a reivindicar su legado político- -ahí tiene una hoja de servicios que lucir: la refundación del centro derecha, la mayoría social, la prosperidad de la clase media, la entrada en el euro- -y prácticamente deshabitado de chismes, cotilleos o maldades. De un autor tan categórico no cabe esperar muchas anécdotas, más allá del episodio de la sucesión, el cuaderno azul y el avión que perdía aceite sobre el Atlántico. Este hombre tiende a solemnizar sus palabras hasta un punto que ha contagiado el estilo de sus negros. Con los suyos en el poder debe de considerar que es pronto para ajustar cuentas, y además el rencor de sus enemigos mantiene todavía inconcluso el memorial de agravios.

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