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ABC CORDOBA 14-11-2012 página 15
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ABC CORDOBA 14-11-2012 página 15

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC MIÉRCOLES, 14 DE NOVIEMBRE DE 2012 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL RECUADRO ANTONIO BURGOS NO ESTOY DE HUELGA Impondrán el chirrán, chirrán de la dictadura del miedo unos piquetes que me suenan a piquetes de ejecución de la libertad UI antier a la tintorería del barrio a recoger un chaquetón que había llevado a limpiar y tuve que esperar a que terminaran de atender a una señora que en el mostrador entregando sus prendas estaba. Y en el discreto y dulce oficio de escuchar, pegué la oreja. Como en el romance de Abenámar, bien oiréis lo que decían -La falda no me corre prisa, pero la camisa, ¿me la puede usted tener para mañana? -No me da tiempo, se la puedo tener para el miércoles. Bueno, el miércoles, si me dejan abrir. ¿Por qué? -Es que el miércoles es la huelga. -No me acordaba. ¿Y usted cierra con la huelga? ¡Yo qué voy a cerrar! Yo vendré, abriré, no encenderé el luminoso de la muestra para no llamar mucho la atención, pero estaré aquí. Así que puede usted venir a recoger la camisa el miércoles a pesar de la huelga. Claro, esto si no vienen como la otra vez los del piquete que se acercan siempre por ahí frente por el horno, donde sí trabaja más gente y no una persona sola como yo. Porque la otra vez, cuando ya habían conseguido cerrar el horno insultando y amenazando a los que estaban trabajando, vieron que tenía abierto y se vinieron para acá y me obligaron a echar el cierre. Pero con muy malas maneras, mire usted, amenazando. ¿Esto es la libertad? ¿No puedo yo abrir mi tintorería? Hasta aquí el diálogo escuchado: así, así, así gana el Madrid de los sindicatos. España estará llena hoy F de negocios como la tintorería de mi barrio, a los que impondrán el chirrán, chirrán de la dictadura del miedo unos piquetes que me suenan a piquetes de ejecución de la libertad. Al alba, cuando salen los autobuses de los barrios y los trenes de cercanías, que es cuando funcionar suelen los piquetes de ejecución y éstos a los que llaman informativos y que siempre le dan el tiro de gracia al cierre abierto de un pequeño negocio. Huelga van a arreglar la crisis, los recortes, los despidos, los desahucios... Ay, qué camelancia demagógica más gorda del Sindicato Único de los dos que la tienen de cemento... Huelga política. -Dicen los que viven de la mamela sindical que la de hoy no es una huelga política. Será por ahí arriba por Madrid, aunque lo dudo, con el PSOE en pleno erigido en piquete de huelga. Aquí abajo en Andalucía sí que es una huelga política, ya lo creo, hombre, por Dios. Van a la huelga instituciones políticas enteras, como el Parlamento de Andalucía, que cierra su tintorería, y como el Consejo de Gobierno de la Junta, mientras que muchos señores consejeros de Izquierda Unida irán de piquetes de ejecución, digo, de piquetes informativos. No sé si en coche oficial. ¿De coches oficiales, y de teléfono móvil gratis total, y de Ipad, y de Tarjeta Visa Oro y de mamandurrias no hay huelga, hijos míos? Legislar en caliente. -Si lo que quieren es cambiar el curso de la Historia, de los ríos y de la voluntad del Gobierno, alguien debería tirarse hoy por el balcón: Toxo o Méndez mismo. Porque cuando una señora se tira por el balcón antes que la desahucien, ya ve usted, España entera se levanta y a nadie le extraña que se legisle en caliente contra la injusta ley hipotecaria que si no pagas te quitan el piso, pierdes lo que llevas pagado y encima tienes que seguir dando al banco el resto de la hipoteca. Esta vez nadie ha protestado porque se legisle en caliente, ni nadie se la ha cogido con el papel de fumar que usaron cuando el caso de Marta del Castillo, que pedíamos la reforma urgente de la Ley del Menor para que los asesinos no se fueran de rositas. No hago huelga. -Me encanta que los miércoles me toque artículo en la edición nacional de ABC. Así no me pasará como la otra vez, y mis lectores sevillanos podrán comprobar que hoy, a pesar de los piquetes, esta tintorería de barrio no está de huelga. IGNACIO CAMACHO PUNTOS SENSIBLES Los piquetes son una antigualla manchesteriana, un método troglodita de coacción insostenible en una sociedad moderna L MÁXIMO A huelga es un derecho democrático cuyo ejercicio conviene desdramatizar sacándolo de la aureola revolucionaria y casi mítica con la que suele rodearse en España. Pero dicha desdramatización debe empezar por los convocantes, acostumbrados a envolver los paros en un ritual de crispación airada que alcanza su expresión más conflictiva en los piquetes, ese troglodítico método de coacción insostenible en una sociedad moderna. En el mundo de las tecnologías de la comunicación es absolutamente imposible que un ciudadano esté tan desavisado que no sepa de la existencia de una huelga y necesite de la amable información de esos ceñudos camaradas a menudo provistos de herramientas tan divulgativas como barras de hierro y otros objetos contundentes. Los piquetes son una antigualla impropia de la posmodernidad, una herencia del rudo sindicalismo manchesteriano, un sustrato arqueológico del pasado al que los sindicatos deberían renunciar de una vez para no comprometer más su deteriorado prestigio. La propia existencia de los grupos coactivos sugiere una enorme desconfianza sindical en su capacidad de convicción para montar una huelga respetable sin la amenaza más o menos soterrada de la acción violenta. Con todo, la actividad piquetera se ha convertido en una especie de rutina a la que la sociedad asiste en jornadas como la de hoy con una cierta conformidad resignada. Se dan por descontados como parte de una parafernalia engorrosa que incluye el tradicional toma y daca con la policía. El verdadero peligro de la huelga de hoy no consiste en ese recurrente juego de presiones y contrapresiones a las puertas de los centros de trabajo sino en la posibilidad de que manifestantes exaltados dirijan su cólera hacia las sucursales bancarias como símbolos expiatorios de la crisis de los desahucios. La intensa atmósfera emocional de los últimos días en torno a los embargos de viviendas ha convertido a la banca en un objetivo de ira popular que a ojos de los más fanáticos despenaliza moralmente su asalto físico. El Gobierno lo sabe y lo teme, de tal manera que es probable que las sedes financieras estén hoy tan protegidas como las de los edificios públicos. La imagen de oficinas atacadas por gente inflamada de ardor justiciero puede constituir un verdadero problema para la reputación del país que acaba de pedir dinero para rescatar a sus bancos. El otro punto crítico estará esta noche, de nuevo, en los alrededores del Congreso, donde los indignados pretenden acampar en otra demostración de fuerza autónoma que irrumpa, con su aroma griego, en los telediarios internacionales. El clima social es muy delicado y propicio a aventurerismos radicales que además resultan de lo más fotogénico cuando se mezclan con cargas de antidisturbios. Sería una pena que la normalidad democrática de una huelga relativamente normal acabase en un alboroto helénico de batallas campales.

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