ABC CORDOBA 13-11-2012 página 12

12 OPINIÓN AD LIBITUM PUEBLA MARTES, 13 DE NOVIEMBRE DE 2012 abc. es opinion ABC MANUEL MARTÍN FERRAND LOS PELAFUSTANES Sería injusto atribuir a cualquiera de los partidos en presencia una mayor proporción de pelafustanes que a los demás S IEMPRE hubo, en España como en el resto del mundo, una gran cantidad de pelagatos. Lo que hoy nos sorprende es que, lejos de andar desperdigados y repartidos entre los territorios de la Nación y las más distintas actividades profesionales, se hayan concentrado y tiendan a vivir, con cargo al Presupuesto, en las Administraciones y las empresas públicas. Es la especialización del pelagatos al que, en muchos lugares de España las gentes conocen por pelagallos y, en expresión más sonora, Pedro Mata y otros escritores de su tiempo mal llamados menores por el hecho de ser divertidos y erotizantes, conocían por pelafustanes. Nuestra clase política, y que cada cual señale las excepciones que le parezcan convenientes, no está a la altura de la sociedad a la que debiera representar y, en aras de la partitocracia, la más nefasta de las enfermedades degenerativas de la democracia, renuncia a la condición representativa que exige la Constitución para, lejos también del parlamentarismo auténtico, constituir grupos de poder. No en vano los españoles entendemos esa clase política como uno de los problemas más graves y acuciantes de los muchos que nos angustian a todos y que constituyen un verdadero infierno para los parados, los pensionistas y otros grandes grupos disminuidos en sus derechos y oportunidades. Sería injusto atribuir a cualquiera de los partidos en presencia- -nacionales, nacionalistas o híbridos- -una mayor proporción de pelafustanes que a los demás. Algunos, eso sí, tienen en sus filas a los más ruidosos, a quienes se hacen notar con mayor brillo y frecuencia. Se me viene a la cabeza el caso de Oriol Pujol Ferrusola, lugarteniente de Artur Mas en la CDC que fundó su padre, veterinario de formación y oficio, y hereu de Jordi Pujol en la esencia separatista y sañuda que constituye la columna vertebral del partido que se asocia con la UDC del impreciso Josep Antoni Durán Lleida. El joven Pujol, en una exhibición de ignorancia constitucional y de falta de sentido común, ha declarado que el problema para una fluida negociación entre el Estado y una de sus partes, Cataluña, es que no tenemos delante al Príncipe sino que tenemos a Juan Carlos I ¡Toma nísperos! como decía el maestro Campmany. Aparte del perfil ético poco ejemplar que presenta el secretario general del CDC, cada vez que habla rezuma ignorancia, algo que traiciona la incuestionable capacidad intelectual y cultural de su padre. Piensa Pujol, pobrecito, que el Príncipe de Asturias es más bizcochable que su augusto padre y, al evidenciarlo, nos indica que pretende la separación de Cataluña de un Estado del que desconoce su principal orden de valores, su arquitectura constitucional y el valor auténtico de las instituciones, incluida la Corona. Pelafustanísimo. CAL Y ARENA JOSÉ IGNACIO CUBERO PROTESTA PERPETUA ¿Cuántas huelgas serán necesarias para calmar la sed de venganza de los progres por haber perdido las elecciones? ¿C UÁNTAS huelgas y manifestaciones serán necesarias para calmar la sed de venganza de los progres por haber perdido las elecciones? ¿Cuánta propaganda contra el gobierno habremos de sufrir, aunque no sea más que por el esfuerzo de tirarla a la papelera física o, con un click del ratón, a la virtual? ¿Cuánta gente hay empleada en esos menesteres por sindicatos y partidos progres, gente pagada por usted y por mí? ¿Es esa su función? Si quieren cambiar el gobierno, ¿no bastan las elecciones? ¿Es necesario que nos corten un día sí y otro también las calles y encisquen el tráfico que de por sí ya es un martirio? ¿Hasta cuándo habrá que tolerar que esas manifestaciones estén compuestas por unas docenas de liberados, unas centenas en todo caso, movilizando una policía tan necesaria en otros lugares? ¿Hasta cuándo, Catilina, habrás de abusar de nuestra paciencia? Cicerón acabó con el problema, pero ¿qué tendremos que hacer nosotros para que nos dejen vivir tranquilos? Dicen que se protesta contra leyes injustas porque tales leyes no deben ser obedecidas. Pero ¿quién decide que una ley es justa o injusta ¿Hitler, Stalin, Artur Mas, Bolinaga... En una de- mocracia está claro: es el Parlamento elegido por los ciudadanos; lo que en él se apruebe es la ley y, guste o no guste, hay que obedecerla hasta que, democráticamente, se la pueda cambiar: dura lex, sed lex la ley es dura, pero es la ley. Es una regla bien clara. Pero ya dijo Pablo Iglesias, recién elegido diputado, creo que en 1910, que acatarían las leyes que les convinieran, y desde entonces sus seguidores lo cumplen con fidelidad religiosa. Las leyes, para ellos, son justas cuando les conviene. Es una buena definición pero, ¿lo podemos hacer los demás... Ah, no, no... eso sería ilegal, sólo lo pueden hacer ellos, los puros, los cátaros, sólo ellos tienen permiso ¿divino? (claro... de Iglesias para decidir qué leyes hay que obedecer. Pero aun así, si fueran sinceros y no hipócritas, hasta se podrían tolerar huelgas y manifestaciones contra bajadas de sueldo, supresión de pagas extras, subidas de impuestos, etc. Pero hete aquí que el gobierno del PP, contra quien va toda protesta, le concede a CC. OO. subidas de sueldo y, atención, tres pagas extraordinarias al año, tres, hasta 2014, más plus de transporte, cursos de formación, préstamos, etc. ¿Lo dudan? Pues vean el BOE de 5 de octubre del año en curso, num 240, pag. 71274- 71278. Ciudadanos de a pie abajo, huelguistas arriba... ¿entienden ustedes algo, sufridos lectores míos... Antes de arreglar el mundo, pasea dos veces por tu casa Y ¿por qué estos huelguistas y manifestantes perpetuos no arreglan su casa primero? ¿Por qué no se los oía bajo ZP y ahora no paran ni con subidas de sueldo? ¿No tienen nada mejor que hacer? En una manifestación reciente en Córdoba, una pancarta decía Tenemos la solución, los banqueros a extinción bastaría conque se los metiera en cintura y, por ejemplo, no le dieran tanto y tan gratis a los políticos. Pero la pancarta es útil: cambiando en ella banqueros por sindicatos y partidos tendremos la verdadera solución.