Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC CORDOBA 05-11-2012 página 12
ABC CORDOBA 05-11-2012 página 12
Ir a detalle de periódico

ABC CORDOBA 05-11-2012 página 12

  • EdiciónABC, CORDOBA
  • Página12
Más información

Descripción

12 OPINIÓN SALA DE ESPERA PUEBLA LUNES, 5 DE NOVIEMBRE DE 2012 abc. es opinion ABC FRANCISCO JOSÉ JURADO EL SINDICALISTA Y SU DIOS No se meta tanto con la Iglesia, que le es muy próxima. ¿O acaso no se metió usted en el sindicato para vivir como Dios? D ECÍA Ortega y Gasset (a quién sin duda el sindicalista Rodríguez se ha leído de cabo a rabo en sus muchos ratos libres en CC. OO) que en España, de cada cien cabezas, una piensa y noventa y nueve embisten, y dado que hasta el rabo todo es toro, convengamos que- -con sus declaraciones extemporáneas comparando a Cáritas con la Mafia- -el sindicalista Rodríguez representa el culmen, la guinda y el ariete de tan alto porcentaje nacional de testas coronadas y bovino comportamiento. Quizás el sindicalista R. R- -lo llamaremos así a partir de ahora, con esa especie de siglas delincuenciales, para no sacarlo de su infinitesimal y misérrima existencia- -sufrió un lapsus freudiano al hablar de la Mafia. Ya saben, aquello del ladrón y la condición. Y, según cuentan, estas organizaciones neo- verticales de apesebrados- -que damos en llamar sindicatos de clase (alta) -no tienen un expediente muy limpio en ese sentido. Porque es obvio, señor sindicalista, que Cáritas debe hacer un seguimiento y acreditar qué personas pueden acceder a sus servicios, y cuáles no. Como hacen todas las ONG s, que esto es un país de pícaros. Y si Cáritas lo hace a través de las parroquias, que es como ellos funcionan, no es para constatar que sean cristianos viejos o captar nuevos socios, sino para cerciorarse de que sean personas necesitadas, parados, pobres. Todos esos a quienes su sindicato hace tiempo olvidó. Así que, si quiso epatar a los suyos, se equivocó de diana, pues el estropicio estratégico es monumental, ya que enflaquece a su organización y engrandece a los criticados. Y ya no valen paños calientes o disculpas: el pueblo es sabio y distingue quién está ayudando y quién es un lastre; quién echa una mano, y quién se dedica a libar del Presupuesto Público sólo para justificar su inutilidad. Llegados a este punto, si dejamos la anécdota y nos elevamos a la categoría ¡ya que estamos con Ortega! este tipo de situaciones deberían servir para plantearnos un tabú en esta España democrática: acabar ya con las escandalosas subvenciones a estos sindicatos mayoritarios. El que quiera un sindicato, que lo pague con sus cuotas. Y ya que el Gobierno se ha atrevido con otro tabú- -podar la Administración pública con ERE s- no sería mala idea seguir por ese camino. Son inservibles y no representan a los trabajadores. En todo caso a ellos mismos. Así que no sea hipócrita, sindicalista R. R. No critique la caridad y, por el contrario, aplauda la solidaridad. ¡Si es lo mismo, sólo que en lenguaje progre! Y no se meta tanto con la Iglesia y los cristianos, que le son muy próximos. ¿O acaso no se metió usted en el sindicato para vivir como Dios? EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA MAS EN RUSIA Mientras pensaba en la factura del hotel, a cargo de la central eléctrica, Mas se sintió un hombre de Estado. Bajito, pero de Estado L hombre bajito, para impresionar a las mujeres de tronío, se pone de puntillas y echa enseguida mano a la cartera; y así, mal que bien, disimula su complejo. Lo que a los hombres bajitos les ocurre con las mujeres de tronío les ocurre a nuestros gerifaltes autonómicos con Rusia: hay algo desmesurado, abrumador, inabarcable o ubérrimo en Rusia- -como en las tetas de la estanquera de Amarcord- -que los intimida; y, antes de perecer aplastados por tan soberana grandeza, se pavonean y funden un pastizal. Le ocurrió hace algunos años a una legación balear encabezada por el destronado Jaume Matas, que se fundió el pastizal en un club de alterne moscovita; y le ha ocurrido ahora al rampante Artur Mas, que- -más morigerado que Matas- -se ha fundido el pastizal en un hotelazo de los que quitan el hipo. Enseguida la prensa enemiga se le ha echado encima a Mas, afeándole el despilfarro; con intolerable falta de caridad, dicho sea de paso: pues a un hombre bajito que, por mucho que se ponga de puntillas, no logra reclamar la atención de las mujeres de tronío, hay que disculparle ciertos desahogos. Mas viajó a Moscú en pleno resacón de la juerga soberanista, que tal vez esperara prolongar reuniéndose con altos mandatarios rusos; pero a Mas los rusos lo han tratado como tratarían a un jefe de negociado andorrano, y le han mandado a sus saraos al presidente en funciones de la Cámara de Co- E mercio, a la viceministra de Cultura y otras autoridades subalternas. Los rusos son gente cálida y cordial, de modo que no debemos entender que el ninguneo dispensado a Mas sea fruto de la perfidia o la animadversión, sino de la estricta consideración de su estatura política. Así que Mas, para resarcirse de la humillación, se alquiló una suite fastuosa en el hotel donde antaño pernoctaba la nomenklatura comunista... regional. Ni todo el oro del mundo puede hacernos olvidar lo que somos; y Mas, en medio de sus dispendios faraónicos, habrá rabiado cada noche, en la suite fastuosa de su hotel moscovita, haciendo memoria de los funcionarios rusos de medio pelo que han frecuentado su sarao. La tragedia del advenedizo, a la que Proust tiene dedicadas páginas memorables, es, como la del envidioso, la más atroz que uno pueda imaginar, pues se funda en una conciencia perpetua de agravio. ¿Cómo habrá sido la experiencia rusa de Mas? Los rusos tienen un carácter muy parecido al de los españoles, un carácter a la vez abrupto y hospitalario, hosco y jacarandoso. Esto es, al menos, lo que decían los españoles que mejor y más de cerca los conocieron, que fueron los voluntarios de la División Azul, entre quienes se contaban por cierto muchos catalanes. A Mas lo imaginamos, de regreso a la suite de su hotel fastuoso, despotricando contra los rusos, que no se dignaron enviarle mandatarios de tronío ante los que poder ponerse de puntillas, y cuyo carácter le recordaría- -para más inri- -al de los bárbaros españoles. Y, en sus noches blancas de hombre bajito, tal vez Mas soñase con una Cataluña anchurosa como Rusia, convertida en un Estado que funcione al modo milagroso de una central eléctrica, según la descripción de Camba: -El Estado coge toda la riqueza nacional, y mediante un maravilloso sistema de tributos, la distribuye por una tupida y complicada red administrativa: una red de sueldos, dietas, gratificaciones, cesantías, gastos de representación, extras, automóviles, pensiones, retiros, excedencias y ¡qué se yo todavía! Y, mientras pensaba en la factura del hotel moscovita, que correría a cargo de la central eléctrica, Mas se sintió un hombre de Estado. Bajito, pero de Estado.

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.