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ABC CORDOBA 30-10-2012 página 13
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ABC CORDOBA 30-10-2012 página 13

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC MARTES, 30 DE OCTUBRE DE 2012 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA MONTECASSINO HERMANN EL ULTRACENTRISMO Nada hay tan perfecto e intocable como el centrismo. No hay éxtasis comparable al moderantismo. Son felices hasta perdiendo siempre N los últimos tiempos tenemos un pequeño consuelo, un guiño de justicia poética, quienes desde el primer momento allá en 2004 manifestamos públicamente nuestro temor, nuestro miedo pánico, a que Rodríguez Zapatero se convirtiera en la peste nacional que al final ha sido. Es pequeño y triste el consuelo a la vista del inmenso, del infinito daño que en todos los terrenos, actividades e instituciones causó este máximo representante de lo peor de este país. Pero escuchar a destacados miembros del coro mediático de Zapatero criticar con dureza, no ya su política económica, sino sus mentiras y hasta su traición a los españoles por sus concesiones a los nacionalistas y etarras, es algo que no negaré me complace. Me recuerda a esos valerosos antifranquistas que surgieron por doquier en este país cuando el general llevaba ya los suficientes años bajo la losa como para descartarse que se cumplieran los augurios de Vizcaíno Casas sobre su resurrección. Pero también porque me acuerdo de lo mucho que se reían de quienes advertían sobre el desastre hace más de un lustro. De sus jerigonzas sobre el riesgo separatista. De sus burlas a los denostados como catastrofistas que anunciaban problemas. Todos ellos critican ahora a Zapatero con la naturalidad de quien lo ha hecho siempre. Incluso exigen cierta complicidad de quienes éramos tachados, por E ellos, de fascistas. Es gratificante saber que eran legión los miembros de la resistencia clandestina, muy clandestina, a la política de Zapatero. Estaban en todas partes, según se ve ahora. En el PSOE, en el Estado y en todo el estamento mediático socialista. Y para disimular y con la mejor técnica de la conspiración, elogiaban, defendían, jaleaban y adulaban a Zapatero y a sus huestes. Lo hicieron durante más de siete años hasta que su madera de Zapatero (Suso del Toro) se convirtió en un leño. En el árbol caído despreciado por todos. Pobre. Por eso ahora llegan al centrismo acogedor todos estos adalides del progresismo refrescante que había hecho surgir una ola de esperanza en toda Europa como cantaban los más poetas y bardos entre ellos. Y como la vergüenza es una debilidad que aquí se sabe combatir, ya están dando consejos otra vez. Y ya son indistinguibles de los entusiastas del oficialismo del Gobierno que, un poco más centristas y provocan un agujero negro por succión. Tan exquisita es su equidistancia de los perversos radicalismos. Aunque si hay que congeniar con alguno, si en algún momento fuera imprescindible, mejor con el izquierdismo que con el derechismo, tan puñeteramente franquista éste. Al primero le rescatamos de la quiebra televisiva. Al otro, al derechismo, ni agua. Así se demuestra que el centrismo radical es intachable, porque es más que equidistante, es hasta un poco progresista. Todos los días auscultando al enemigo. Hay que tranquilizarle. Y demostrarle que ellos no son de esos. Y que por eso, a esos hay que denunciarlos. ¡Qué bien queda un club centrista, que ha perdido dos tercios de la renta que se le dio, cuando acusa a la pérfida ultraderecha de causarles tal sangría! Nada hay tan perfecto e intocable como el centrismo. No hay éxtasis comparable al moderantismo. Son felices hasta perdiendo siempre. Afabilidad, se llama. Sólo hay que tener la justa medida de dejación, desistimiento e indolencia. Fobia a las ideas. Y miedo cerval al conflicto. Si se gobierna mejor, pero si no tampoco hay que ponerse así. En el centro todo es templadísimo. La perfección ahí es ser intercambiable con el contrario. Se consigue. Ahí están los unos y los otros. Lo único que no toleran es la voz facha que les quiebra la armonía. El apaño es actitud. IGNACIO CAMACHO TOPÓGRAFOS Muchos votantes han abandonado al PSOE por dificultades para ubicarlo: al centro, en la izquierda o junto al nacionalismo NTES de embarcarse en el previsible debate fulanista que con razón deplora Patxi López, el PSOE debería hacerse a sí mismo una auditoría. Un chequeo interno para revisar su nomenclatura, su política de alianzas, su modelo territorial y su bitácora ideológica. Todas esas cuestiones, nítidas durante la hegemonía felipista, las difuminó el zapaterismo para dejarlas arrasadas en su propio fracaso, y son la causa de que muchos votantes le hayan retirado su apoyo hasta conducirlo a una crisis de irrelevancia. En las delicadísimas condiciones en que se halla el Estado, España necesita una alternativa disponible de poder que los ciudadanos no reconocen ahora mismo en los socialistas. Y eso es malo para el país aunque sea bueno para el Gobierno. El PSOE tiene un problema de liderazgo y no se trata, o no se trata sólo, de Rubalcaba. Éste es acaso el dirigente mejor preparado para un proceso de transición interna pero se ha rodeado de un equipo ejecutivo con endeble peso específico. Los nuevos líderes autonómicos son mediocres; salvo Griñán y López carecen de experiencia y de relieve, y todos sin excepción reúnen vitola de perdedores aunque el presidente andaluz haya logrado conservar el poder y por tanto maneje una cuota considerable de influencia orgánica. Luego está la confusa política de alianzas, que en los últimos años ha abarcado a los independentistas catalanes, los comunistas andaluces o los populares vascos, y que incide de modo sustancial en la definición del modelo territorial que los socialistas ofrecen a una España perpleja. Y por último, last but not least, la cuestión ideológica. Tras los bandazos y piruetas zapateristas, la socialdemocracia está obligada a presentarse ante los españoles con una posición precisa en el mapa político. Rubalcaba dijo ayer que no es partidario de los esquemas topográficos pero el electorado quiere saber dónde situar al PSOE y muchos de sus simpatizantes lo han abandonado por dificultades para ubicarlo: al centro, en la izquierda o cerca de los nacionalismos. Para cambiar de rumbo, un partido necesita saber dónde quiere ir. Ése es el debate. La creciente posición ventajosa de Griñán procede precisamente de que él ha fijado una hoja de ruta; siendo un socialdemócrata clásico gobierna en coalición con Izquierda Unida y se muestra distante de unos nacionalistas que están poniendo imposible su tradicional papel de bisagra del Estado. Quizá no quiera asumir responsabilidades de liderazgo aunque sí marcar estrategias y tutelar un posible relevo. Rubalcaba empieza a asumir que no va a poder ser el candidato electoral y tal vez ya sólo aspire a manejar los tiempos para promover a alguien de su confianza. Antes de enfrascarse en esa inevitable disputa nominal, los socialistas deberían buscar topógrafos que tracen su cartografía política levantando sus coordenadas perdidas. A MÁXIMO

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