ABC CORDOBA 25-10-2012 página 24
- EdiciónABC, CORDOBA
- Página24
- Fecha de publicación25/10/2012
- ID0006153433
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24 CÓRDOBA JUEVES, 25 DE OCTUBRE DE 2012 cordoba. abc. es ABC Educación manifiestamente mejorable POR JULIO ALMEIDA A l entrar en la docencia, uno piensa que alumnos y alumnas, chicos o grandes, acuden urgidos por una curiosidad elemental. Mientras no se tomen las de Villadiego, se supone un negocio decente, y jamás consideró que los estudiantes pensaran otra cosa que hacer un papel decoroso, no ya para aprobar, sino para llevarse algo en su alforja para siempre. Pero las cosas no son así ni en la Facultad de Ciencias de la Educación, cuyos alumnos ignoran normalmente qué discípulo debe antes ser el escolar que quiera haber honra de maestro (Partidas) Porque de pronto comparecen muchachos y muchachas que, sin calentar el asiento lo único que hacen oí decir a maestros inmisericordes cuando las lejanas Prácticas de Enseñanza) exigen con abulia un cero para cobrar una beca del Estado. Un cero sincero. Este feo ejemplo es un síntoma del barullo en que nos encontramos. Mientras el ministro Wert anuncia nueva ley de Educación, se replantea por enésima vez si conviene hacer deberes en casa, esas tareas que por una distracción se prohibieron en algún momento socialista de nuestra historia, quizá porque favorecen la desigualación de los escolares. ¿Creerán acaso que la escuela es como el lecho de Procusto? Y noticias precisas indican que son los finlandeses con menos horas de clase de pequeños y hacia los quince años (608 y 856 respectivamente) quienes caminan en la vanguardia universal; los alemanes, con 641 y 933 horas, tampoco van mal; en cambio se sobrecarga a franceses (847 y 1.042) italianos (891 y 1.089) y españoles (875 y 1.050) Para Francia, recordemos que por una antigua costumbre los escolares no tienen clase miércoles ni, desde hace poco, sábados. El candidato socialista prometió en campaña electoral acabar con la semana escolar de cuatro días, y quién sabe si fue tan razonable promesa la que lo llevó al Palacio del Elíseo. Ya presidente, Hollan- de ha asegurado que volverá la semana escolar de cinco días en setiembre de 2013, y de paso entrevemos una causa de la decadencia de la dulce Francia. ¿Debo añadir que finlandeses, alemanes y hasta chinos tienen horas de clase de 45 minutos? En fin, los deberes extraescolares en Finlandia, breves y bien puestos, dejan tiempo libre cotidiano para que el alumno prosiga luego su lectura, su hobby o la labor que le dé la gana. Se trata de que cada uno se vaya inventando su vida, de que no fracase nadie. Entretanto, ¿qué se puede esperar de nuestros horarios, que agobian de principio a fin, ahora con proceso enrevesado de Bolonia? ¿No adolecemos de obesidad por eso? Manifiestamente mejorable sin duda, después de seis leyes democráticas (entre 1980 y 2006) la educación degenera desde 1970 por falta del gran pacto que al sur del Pirineo sólo funciona en privado: mi casa limpia, la calle sucia. En mi opinión, el quid de la cuestión escolar estriba menos en el gasto, como se repite al buen tuntún, que en el gusto por el oficio y, sobre todo, en la gestión tan poco profesional de quienes dirigen nuestros centros públicos de enseñanza. Esas montañas ya no nos separan de Francia; se pasan con facilidad a través de puertos y túneles confortables, pero en lo que concierne a la dirección profesional, vigente des- de más allá del círculo polar, no hay manera: es como si hubiera una barrera infranqueable en defensa del jefe colega de quita y pon. Un extraño malestar impide a portugueses y españoles soportar la autoridad de un director vitalicio, y se prefiere la dirección leve, en funciones, que poco tiene que ver con la figura seria del otro lado de la frontera, que garantiza el orden y representa al colegio, que ampara a los docentes y vigila a quien se distrae, que conoce por su nombre a los cientos de colegiales. Lo saben bien los nuestros, que se desmandan y se van al garete al por mayor en este hondo sur anómalo y contraproductivo. De modo que la anunciada ley orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) séptima de la democracia; la ley Wert sólo tendrá el éxito que deseamos si se interpone un pacto de maestros y profesores, un pacto solemne por el que se comprometan a colaborar y a sacrificar sus egos anárquicos en aras de la institución, como se estila de antiguo al norte de esa cordillera de prejuicios que llevamos muy adentro. Por extraño que parezca a algunos, aquel orden público se parece bastante al de nuestras queridas escuelas privadas. JULIO ALMEIDA es catedrático de Sociología de la Educación de la UCO