ABC CORDOBA 21-10-2012 página 7
- EdiciónABC, CORDOBA
- Página7
- Fecha de publicación21/10/2012
- ID0006156855
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ABC DOMINGO, 21 DE OCTUBRE DE 2012 abc. es ENFOQUE 5 De izquierda a derecha, el andaluz Chico, el valenciano Pablo Hernández, el catalán Rangel y el asturiano Michu, integrantes del Swansea, de la Liga inglesa, muestran sus camisetas con la bandera de España tras marcar ayer un gol el jugador asturiano Una misma bandera La piel de España JAIME GONZÁLEZ ABC muestra hoy a sus lectores 50 hitos- -que podrían ser 500, 5.000 o 50.000- -de la historia de España, una serie de momentos cruciales que no pretende ser el resumen de una nación inabarcable, sino el latido vigoroso de un pueblo que, más que una idea, es la expresión carnal de un sentimiento. Naturalmente, habrá quien- -siéndolo- -no se sienta español: es normal, porque nuestro carácter es propenso a renegar de sí mismo, de manera que no perderé el tiempo en preguntarme qué somos. Somos así: almas enfrentadas en un solo cuerpo guerreando por dentro. Los 50 hitos de la historia de España que ABC enseña hoy a sus lectores son fruto, en muchos casos, de esa lucha de opuestos que nos ha hecho más fuertes, porque nuestra alma ha generado anticuerpos: muros para evitar su invasión, diques para protegerse de su propia ofensiva. Todo lo que nos une nos desune para terminar uniéndonos, al filo siempre de un abismo perpetuo, como si la secuencia de nuestro ADN nos marcara el compás de una existencia que no encuentra descanso, que no se pregunta por qué somos lo que somos, salvo cuando se acaba el tiempo y las manecillas del reloj cortan como cuchillas. Verdugos y suicidas que, en el último suspiro, se levantan y espantan sus fantasmas. Así seremos siempre: constructores de monstruos que, a punto de quebrarnos, descubrimos que somos nosotros clavándonos los dientes. Y, sin embargo, es esa obsesión por mutilarnos la que nos ha endurecido la carne y curtido la piel, como si el ser superior que nos regaló el latido que marca el compás de nuestra existencia como pueblo fuera consciente de que España se hace grande devorando sus miserias. Un caso extremo de antropofagia. Así somos. Y dentro de mil años, seguiremos cortándonos las venas para alimentarnos de la sangre de nuestras mismas heridas, muescas en el alma de un equipo que enseña orgulloso su bandera cuando presiente el peligro.