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ABC CORDOBA 17-10-2012 página 14
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12 OPINIÓN AD LIBITUM PUEBLA MIÉRCOLES, 17 DE OCTUBRE DE 2012 abc. es opinion ABC MANUEL MARTÍN FERRAND PURA MAGIA La solución que se les busca a las desvencijadas Cajas está más cerca de la prestidigitación que del rigor económico y conceptual S ALVO en España, donde los idiomas se utilizan como herramienta para la confrontación y el conflicto, en el resto del mundo tienden a ser un instrumento para el entendimiento y la convivencia. Si, por ejemplo, hablamos en inglés, según desmenuzan los lingüistas, una buena parte del vocabulario común, cerca de un quinto, son aportaciones directas de William Shakespeare. Entre nosotros, en lo que al castellano se refiere, no son los escritores quienes más palabras le aportan al diccionario. Tampoco la calle, tan creativa y ruidosa, se distingue por ello. Aquí es el BOE el que, especialmente en los últimos años, más términos pone en circulación. Así no luce el pelo... de la dehesa. Cada quisque, con gran propiedad, es capaz de hablar del Frob y hacerlo con más precisión que si se tratara de distinguir un olmo de una higuera o un chopo. El Frob es un acrónimo que señala al Fondo de reestructuración ordenada bancaria. Como suele ser frecuente en nuestra terminología pública, el concepto es anfibológico y permite sospechar la existencia, o la posibilidad, de otro Fondo de reestructuración desordenada No debe de ser así, pero nada es descartable aquí y ahora cuando se trata de oscurecer los conceptos y hacerlos tan elásticos que lo mismo sirvan para la gloria propia que para la miseria alternativa. El centro es el punto político donde coinciden la vaciedad de la derecha con la impostura de la izquierda. Por eso nos gusta tanto el centro. El Frob que, insisto, es un acrónimo y no una sigla no debe llamarse FROB, como escriben muchos, sino sencillamente Frob. Aunque tenga una función protagónica en la fusión, absorción y concentración de entidades financieras- -llamarlas de crédito parecería burla- -y en la recogida de las basuras que tanto contaminan la realidad económica nacional. Ahora, contra lo anunciado por la crecientemente imprecisa Soraya Sáenz de Santamaría, el presidente del Frob, que es también vicepresidente del Banco de España, nos avisa de que el dinero que se inyecta en Bankia y otras catástrofes equivalentes no tendrá coste cero No se recuperará en su totalidad. Es posible que tenga que ser así; pero, si los contribuyentes nos vemos forzados a financiar las pérdidas de las entidades financieras, como venimos haciendo con las de las compañías eléctricas, ¿por qué no se nos compensa con acciones de esas Cajas? Aunque solo sea para empapelar con ellas el cuartito de estar o el recibidor. La solución que se les busca a las desvencijadas Cajas está más cerca de la prestidigitación que del rigor económico y conceptual. La varita mágica de un Consejo de Ministros puede transformar en haber lo que solo es debe y, para que no se note el truco, a los contribuyentes se nos convierte en accionistas. Pero sin acciones. Pura magia. DESDE SIMBLIA JOSÉ CALVO POYATO ¿SEGÚN CONVENGA? Lo alegado por socialistas y comunistas para explicar tan diferente actitud sobre Antonio Cañero resulta poco convincente Ú NO de los periodos más apasionantes de nuestra historia contemporánea es el que los españoles vivieron en el primer tercio del pasado siglo. Los años que van desde el llamado desastre del 98 y el final de la guerra civil en 1939 son un verdadero laboratorio. Lo digo porque permite estudiar cómo dos formas de entender España no encontraron mejor solución que la de enfrentarse con las armas en la mano. También nos ofrece una excelente posibilidad para comprobar cómo los viejos problemas cuando se enquistan acaban por eclosionar de forma virulenta. La España del siglo XIX no sólo fue incapaz de solucionar cuestiones tan importantes como la educativa, la militar, la social o la religiosa sino que ni siquiera las abordó con decisión. Con el paso de los años se convirtieron en caballo de batalla y al abordarse con el advenimiento de la Segunda República, en medio de fuertes tensiones, condujeron a la guerra y a la más incivil de las guerras civiles. La que, aunque unos más que otros, a la postre, la perdieron todos. En mi condición de historiador nunca he trabajado sobre esos tres años, me refiero a los que van de 1936 a 1939, que marcaron a sangre y fuego la historia de la España contemporánea. Probablemente no me he sentido atraído porque, sal- vo raras excepciones, la historia de esos tres años ha sido utilizada a conveniencia por los dos bandos que se enfrentaron. Durante el franquismo, por los vencedores del conflicto bélico, después, cuando han tenido oportunidad, por los vencidos. Unos y otros se la han arrojado a la cara, según ha convenido en un determinado momento. Un mismo hecho, incluso, ha tenido una valoración no ya diferente, sino diametralmente opuesta, según el momento y las conveniencias políticas. Un ejemplo claro lo tenemos estos días con el caballista y rejoneador cordobés, Antonio Cañero. Una figura controvertida, más allá de su actividad como caballista y rejoneador. Participó activamente en la represión contra los republicanos y donó al obispo fray Albino los solares donde construir viviendas para los más menesterosos, que fueron el germen de lo que hoy es uno de los más populares barrios cordobeses, el que lleva su nombre. ¿Fue Antonio Cañero un represor que acabó con la vida de cierto número de personas? ¿Fue un benefactor a quien la sociedad debe reconocerle sus bondades? En 2006, con una alcaldesa comunista gobernando Córdoba, se celebró en la Sala Vimcorsa una exposición bajo el título Tauromaquia cordobesa En ella se rindió homenaje al Antonio Cañero caballista y rejoneador, como se ha hecho recientemente en Cabalcor. En aquel entonces ni socialistas ni comunistas dijeron esta boca es mía. Nadie alzó la voz para que se le negase tal reconocimiento. Por el contrario, ahora hemos asistido a un ataque frontal al homenaje tributado a Cañero. Incluso el secretario provincial de los socialistas cordobeses, Juan Pablo Durán, que era vicesecretario de dicha formación política en 2006, ha abierto un expediente disciplinario al presidente de Córdoba Ecuestre, el también socialista Rafael Blanco. Lo alegado por socialistas y comunistas para explicar tan diferente actitud resulta poco convincente ¿Asistimos en torno a Antonio Cañero a la utilización de los hechos, según convenga? A eso me refería más arriba.

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