ABC CORDOBA 06-10-2012 página 14
- EdiciónABC, CORDOBA
- Página14
- Fecha de publicación06/10/2012
- ID0006147293
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14 OPINIÓN AD LIBITUM PUEBLA SÁBADO, 6 DE OCTUBRE DE 2012 abc. es opinion ABC MANUEL MARTÍN FERRAND PIJOS Y ÁCRATAS Si nos perdemos el respeto los unos a los otros, y especialmente se lo pierden entre sí los cargos del Estado, la democracia se viene abajo UIENES entendemos que la democracia no es un fin en sí mismo, sino un procedimiento- -el mejor de los conocidos- -para alcanzar la libertad de las personas, vivimos en gran tribulación. Con un Gobierno que ejerce su función, en menosprecio del Congreso, a base de decretos leyes y de espaldas a la opinión pública, la libertad enflaquece y eso justifica cualquier suspicacia por parte de la oposición y, sobre todo, de los observadores independientes. Es cierto que el juez Santiago Pedraz se ha extralimitado en las formas, y posiblemente en el fondo, cuando habla en un auto referido a un asunto de orden público de la decadencia de la clase política Ni es su tema, como perteneciente a otro de los poderes del Estado, ni nuestra clase política resulta decadente porque nunca, desde la Transición, fue fuerte y poderosa y sí oportunista y fofa. Es posible que, como apunta la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, quepa una actuación de oficio contra Pedraz. No lo sé; pero es seguro que lo que no procede es que un quídam del PP, como Rafael Hernando, menosprecie al magistrado y diga de él, para valorar su decisión ante los sucesos del 25- S, que es pijo ácrata Si nos perdemos el respeto los unos a los otros, y especialmente se lo pierden entre sí los cargos del Estado, la democracia, que tiene más de formal que de esencial, se viene abajo y nos disuelve a los ciudadanos, imprecisamente representados y sin las debidas referencias parlamentarias, en un magma de confusión y desesperanza que recuerda tristemente los años anteriores a la Transición. Hernando tiene derecho, e incluso obligación, a criticar las disposiciones de Pedraz o de cualquier otro magistrado. ¡No faltaba más! Pero nada le autoriza al agravio y, menos todavía, si cursa con la imprecisión lingüística que conlleva acusar a alguien de ser, simultáneamente, pijo y ácrata. Es un caso típico de oxímoron. La pelambrera de Pedraz no acredita pijerío alguno y, por lo demás, aparte de su aparente afán de notoriedad, el magistrado manifiesta gustos propios de una clase social acomodada la suya propia. Ni es un petimetre, ni un cursi, ni un pisaverde, las tres más frecuentes aproximaciones. La acusación de ácrata que Hernández, el de la gaviota, le atribuye a su señoría, exige una más profunda reflexión, pero se responde a sí misma. ¿Cabe la figura de un juez, una dedicación reglada y sujeta como ninguna otra a la Ley, instalado en la acracia, es decir, en la negación de la coacción como forma de gobierno? Asegura Baura que quienes hablamos o escribimos en público solo somos responsables de los adjetivos que utilizamos. Los sustantivos nos son dados por las circunstancias. Hernando, con sus adjetivos, o no sabe lo que dice o nos induce al error. Muy mal en cualquier caso. Q DESDE SIMBLIA JOSÉ CALVO POYATO CAFÉ PARA TODOS A Artur Mas le pasa como a los británicos: admiten la igualdad entre hombres siempre que se reconozca que ellos son superiores Ú LTIMAMENTE, el discurso de Artur Mas varía de un día para otro. Lo mismo lanza un dardo de soberanismo que habla de un acuerdo singular entre España- -lo que él denomina Estado- -y Cataluña. Un acuerdo de tú a tú contemplando las diferencias que adornan a Cataluña con el resto de España, pero sin llegar a la ruptura. Es más que probable que en ese cambio de actitud- -del soberanismo al acuerdo singular- -hayan influido declaraciones como de las de José Manuel Lara- -el factotum del Grupo Planeta e hijo de un andaluz de la localidad sevillana del Pedroso- -y de algún otro empresario de fuste de salir pitando de Cataluña, caso de que se continúe transitando por la vía del independentismo. Según ha declarado Mas, después de la conferencia de presidentes autonómicos, ha llegado el momento de ponerle punto final al café para todos lo que lleva implícita una declaración de quedarse en España, pero con un trato especial. Inmediatamente se apresura a decir que no se trata de una muestra de insolidaridad. El café para todos fue una expresión acuñada en los años de la Transición, cuando el diseño inicial del estado que se construía tras la muer- te de Franco saltó por los aires. Para los catalanistas el café para todos fue una especie de trágala parecido al que Fernando VII hubo de soportar con la Constitución de 1812, a pesar de afirmar que era el primero en marchar por la senda constitucional. Hagamos un poco de memoria. Lo que se había proyectado, según quedaba plasmado en el título VIII de la Constitución, era que habría nacionalidades históricas como Cataluña, País Vasco y Galicia que articularían su autonomía a partir del artículo 151 del texto constitucional. El resto de España, que no formaba parte de las nacionalidades históricas porque no había sometido a la aprobación de las Cortes de la Segunda República un Estatuto de Autonomía, la regularían por el artículo 143. En aquella tesitura Andalucía rompió el esquema diseñado con el referéndum del 28 de febrero de 1980 y se hizo un sitio entre las autonomías que se organizaban por la vía del artículo 151. A la postre se abrió un portillo por el que entraron todas las regiones, convirtiendo en agua de borrajas las diferencias entre las nacionalidades históricas y las demás comunidades. Fue el café para todos con el que Cataluña se quedaba sin esa singularidad a la que alude Más. Ahora, el presidente de la Generalitat quiere poner punto final a ese estado de cosas y marcar diferencias, al tiempo que habla de solidaridad. A Artur Mas le pasa lo mismo que a los británicos, quienes admiten la igualdad entre los hombres siempre que reconozcas que ellos son superiores. La creencia en la superioridad de Mas, por la que rechaza el café para todos, se fundamenta en la cantinela de que ellos aportan más. Una de esas aportaciones, por ejemplo, es el volumen de IVA. Habrá que recordarle que mucha gente cuando pagamos la factura de la luz, la del gas, la del teléfono móvil o cuando compramos un automóvil ese IVA cuenta como pagado desde Cataluña porque allí está la razón social de la correspondiente empresa. Más claro el agua.