Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC CORDOBA 01-10-2012 página 15
ABC CORDOBA 01-10-2012 página 15
Ir a detalle de periódico

ABC CORDOBA 01-10-2012 página 15

  • EdiciónABC, CORDOBA
  • Página15
Más información

Descripción

ABC LUNES, 1 DE OCTUBRE DE 2012 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN Y DALE CON LA BERZA, LA VACA Y LA BARRETINA... Artur Mas o Íñigo Urkullu no encuentran otra ocupación mejor que lanzar a sus ciudadanos monte arriba ESULTA descorazonador comprobar cómo retroceden en el tiempo el País Vasco y Cataluña, de la mano del nacionalismo, hasta desandar todo el camino de progreso que durante siglos condujo a esas dos regiones a convertirse en la vanguardia de España. Decía lúcidamente un gran bilbaíno fundador del Foro de Érmua, llamado Vidal de Nicolás, que su ideario se resume en la sacralización de la berza y la vaca, a la que añadiríamos la barretina, a guisa de símbolo, en el caso catalán. Y tenía razón. Consiste este pensamiento en una invocación obsesiva y enfermiza de las raíces primigenias y por tanto primarias; en una apelación irracional a la esencia o la nación sin sustento alguno en la Historia, que únicamente ha hecho fortuna como proyecto de futuro merced a las ingentes cantidades de dinero invertidas por los gobiernos de sendas comunidades autónomas en políticas de construcción nacional O sea, de propaganda y manipulación de las conciencias en todas las modalidades que es posible concebir. Ante la formidable crisis que está sacudiendo los cimientos de este país, amenazado de quiebra, líderes como Artur Mas o Íñigo Urkullu no encuentran otra ocupación mejor que lanzar a sus ciudadanos monte arriba, por el camino del desafío constitucional, en nombre de sendas presuntas patrias R violentadas en un pasado indeterminado por el voraz león español. Mil años de historia afirmaba en falso hace unos días el presidente de la Generalitat que acumulaba a las espaldas un territorio que primero fue franco, luego, muy brevemente, condado, y enseguida parte del Reino de Aragón antes de integrarse en el de España, hace nada menos que quinientos veinte años. Un estado vasco sin subordinaciones impuestas exigía ayer el aspirante a lehendakari peneuvista. ¿Impuestas cuándo y por quién? Da lo mismo. Ellos crearon el mito y ellos lo alimentan a base de agravios inventados, apelando al victimismo. No dicen una palabra estos caudillos nacionalistas sobre el hecho de que sean los trabajadores de Madrid, Baleares y Canarias quienes están pagando en este momento las pensiones de los jubilados catalanes y vascos, estos últimos los mejor retribuidos de toda España. Esa realidad inmediata y tangible no les interesa. Tampoco recuerda Urkullu a la Guardia Civil cuando habla de inundaciones. ¡Qué poca vergüenza! Aludir a las catástrofes meteorológicas acaecidas en esa región y no agradecer la labor de auxilio llevada a cabo por la Benemérita, que magistralmente recogió Mingote en una portada de ABC, cuando ETA asesinaba a un hijo del Cuerpo cada semana sin que desde el PNV se moviera un dedo por impedirlo. ¿Ése es el País Vasco que quieren construir? ¿Ésa es la Cataluña a la que aspiran? ¿Dos estados levantados sobre el embuste, la insolidaridad, la desmemoria y la ingratitud? Es insoportablemente cansina esta exhibición de separatismo de vía estrecha, o mejor dicho de vía embudo lo ancho para ellos, lo estrecho para los demás, cuya efervescencia ha roto todos los diques de pragmatismo y educación que regían hasta ahora al menos en Cataluña. No hacen asco al dinero de todos, piden rescate al Estado español, reciben de las arcas comunes los fondos que cobran sus pensionistas, lo que no les impide quejarse sin parar del trato que reciben e insultarnos a los españoles llamándonos sutilmente vagos, aprovechados y carceleros. Y lo peor es que esta mezquindad será premiada en las urnas. IGNACIO CAMACHO LA MALA REPUTACIÓN A sus numerosos problemas estructurales, España une un grave déficit reputacional. El prestigio también necesita rescate L MÁXIMO A fama es un intangible muy delicado que a menudo depende de factores volátiles y poco objetivos. La sociedad posmoderna ha dado lugar a un mercado de la apariencia donde prevalece una especie de fachadismo moral, una estilización trivializada de la realidad que sacraliza las impresiones por encima de los conceptos. Para sobrevivir en ese imperio de las imágenes es imprescindible mantener una reputación solvente a base de gestionar activos de propaganda; el branding ya no es sólo un complemento comercial de la identidad sino una estrategia clave en el éxito de la marca. A sus numerosos problemas estructurales, España une en estos momentos un grave déficit reputacional que afecta a su valor externo. El país que primero fue ejemplo mundial de transición democrática, después de modernización y más tarde de prosperidad, se ha convertido de repente en un payaso de las bofetadas que cada día recibe por ahí fuera un implacable vapuleo. Los medios internacionales más influyentes zarandean sin piedad nuestras instituciones y empresas y presentan a su público el retrato superficial de una nación devastada y en descomposición. Los viejos estereotipos sociales y políticos han resucitado para componer una suerte de nueva leyenda negra, un chicharro. El prestigio español se ha hundido por efecto de graves debilidades propias y la falta de un diseño estratégico convincente. Zapatero proyectaba el perfil de un alegre tarambana y Rajoy es visto ahora como un anticuado burgués provinciano. El desafío secesionista catalán, las marchas de jornaleros o las cargas policiales contra los indignados seducen a los cazadores anglosajones de estampas de safari antropológico, que mantienen en su marco mental el imaginario franquista y republicano. España, que aún tiene un Estado más potente y organizado que Italia, aparece reflejada como un país a la deriva entregado a sus ancestrales demonios o, en la mirada más benévola, como una sociedad de nuevos ricos arruinados tras un dispendio escandaloso. Evidentemente algo hemos hecho mal para merecer este menosprecio; un grave ataque de irresponsabilidad colectiva nos está conduciendo a un fracaso histórico. Pero hace tiempo que carecemos además de resortes que refuercen la marca nacional. El Rey está demasiado solo como agente diplomático, falto de anclajes que sujeten su ascendiente. España ha perdido relevancia en los foros externos y, sin capacidad para movilizar lobbys de apoyo, ha quedado expuesta al escarnio. Este Gobierno, reflejo de la personalidad de su presidente, es refractario al marketing y a la comunicación, que considera una trivial zarandaja. Pero ha pasado el tiempo en que el paño se vendía dentro del arca. La confianza se gana ahora también con eficacia publicitaria y en ese sentido necesitamos un impulso de reconstrucción simbólica del patrimonio moral dilapidado. Un rescate del respeto.

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.