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ABC CORDOBA 05-08-2012 página 120
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DOMINGO 5.8.2012 Editado por Diario ABC, S. L. San Álvaro, 8, 1 3, 14003 Córdoba. Diario ABC, S. L. Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción, distribución, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta publicación, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa. Número 35.284 D. L. I: M- 13- 58 Apartado de Correos 43, Madrid. Publicidad 957 497 675 Suscripciones 901 400 900 Atención al cliente 902 530 770. 12317 8 424499 000020 LIBRO DE VIAJES A MI MANERA POR BEATRIZ MANJÓN ENTRE LO ÉTICO Y LO ESTÉTICO D La costa azul en todo su esplendor; debajo, Scott Fizgerald, su mujer, Zelda, y su hija Scottie ABC Niza, Suave es la noche En el corazón de la Costa Azul anida una leyenda española desconocida en nuestro país JUAN PEDRO QUIÑONERO NIZA L a Costa Azul, de Hyères a Menton, fue un espacio mítico antes de convertirse en tierra prometida del gran lujo cosmopolita, entre Niza y Cannes. España tuvo su espacio legendario propio, entre los más fascinantes, pero lo dejó perder para no pagar los impuestos de una pequeña ciudad de menos de 30.000 habitantes. El primer gran relato turístico sobre la Costa Azul lo se escribió en 1763 por uno de los patriarcas de la novela inglesa, Tobias Smollet, que glosaba sobre las virtudes del clima y la brisa mediterránea. Tras ese primer gran relato turístico se precipitaron sucesivas generaciones de viajeros adinerados, capaces de atravesar toda Europa para pasar largas temporadas en los pequeños pueblos de pescadores que todavía pertenecían, muchos de ellos, al antiguo reino de Cerdeña. Nietzsche en alemán, Tolstoi en ruso y Blasco Ibañez en español contribuyeron a fundar el espacio mítico de la Costa Azul. Esa leyenda atrajo a reyes y reinas inglesas, aristócratas rusos y millonarios americanos. Y tras esa leyenda llegaron Zelda y Scott- Fitzgerald, que dieron a las leyendas de la Costa Azul su aura dorada definitiva, con un libro célebre, Suave es la noche Picasso, Matisse, entre tantos otros grandes patriarcas, siguieron esa ruta, confiriendo a ciudades como Datos útiles Dónde comer: Dos restaurantes simpáticos: Le Bistrot du Marche, 5, avenue Villermont; Le Chantecler, 37, promenade des Anglais. Qué ver: Toda la Costa Azul es pura maravilla. Dónde dormir: Dos hoteles míticos: Beau Rivage, 24 rue Saint François de Paule. Negresco, Promenade des anglais, sn. Niza o Cannes un capital imaginario que sigue vendiéndose al precio más alto en la geografía del ocio cosmopolita. El carnaval de Niza, el festival de Cannes, entre otra nube de acontecimientos, continúan cultivando los jardines legendarios de los grandes hoteles, las gran- des villas, las playas secretas, el ocio de los cruceros de recreo, las grandes fiestas pagadas por millonarios árabes, productoras de Hollywood, atrayendo al mismo tiempo a la alta y pequeña burguesía que puede pagarse un buen alquiler próximo a una playa atractiva (con vida nocturna) y a la pléyade de actores, actrices, cantantes y ultra famosos que prefieren contemplar la costa desde el puente de sus yates de recreo. Durante el festival de cine, en Cannes, la avenida de la Croisette es un enjambre de celebridades. Durante el veraneo, el festival de jazz de Juan- les- Pins, junto a Niza, es una cita imprescindible. Este verano, se han dejado caer o tienen anunciada su visita Brad y Angelina, Tilda Swinton, Kylie Minogue, Kristen Stewart y Robert Pattinson, Diana Kruger. Cuando los servicios de seguridad se ponen pesados, Estefanía huye de Mónaco, para encanallarse en el viejo puerto de Niza, que también visitaba en otro tiempo la ex ministra Elena Salgado. Ya en la frontera italiana, en Menton, el más cosmopolita de los escritores españoles de todos los tiempos, Vicente Blasco Ibañez, se hizo construir entre 1921 y 1928 una legendaria mansión, Villa Fontana, que fue algo así como el Xanadú del Ciudadano Hearst de Wells: una residencia legendaria, que le costó una inmensa fortuna. Sus herederos y España dejaron que Villa Fontana se convirtiese en una ruina, para no pagar los impuestos a la alcaldía de Menton, que ha convertido esa mítica huella española, con una estatua de Cervantes, en otra joya legendaria de la Costa Azul francesa. e pequeña me inculcaron que uno debe sentarse a la mesa a desayunar como si almorzara en el Ritz y, a día de hoy, creo que la convivencia sería más llevadera si siguiéramos esta simple regla, comportarnos en casa como nos comportaríamos en el más exquisito de los lugares. Pero, aún así, no deja de pasmarme que en este país nuestro tan tolerante con la falta de ética haya una considerable intolerancia en cuestiones de estética, supongo que porque cuando el interior se pudre lo único de lo que se puede presumir es del exterior. Preocupado por su paisaje, el Ayuntamiento de Barcelona sigue multando, con cantidades que van de los 120 a los 500 euros, por ir sin camiseta por la ciudad, así que se va a forrar con ese deporte estival que es la caza del guiri descamisado, con sus carnes rosadas al aire y esa espalda que parece haber sobrevivido al Coloso en llamas Ellos llegan con ganas de sol y fiesta, pidiendo con naturalidad en las terrazas una coñita u otra demanda más sonrojante y creyendo que España sigue siendo ese país en el que las normas se pueden transgredir. Nadie les ha explicado que depende de qué normas y de quién se las salte, que una cosa es que los que roban millones estén en la playa bien hidratados, despatarrados en la tumbona de la impunidad, y otra que los viandantes sudorosos y sedientos osen violentarnos en la acera con sus carnes plenas de vellos brillantes. En el fondo, como dijo una vez Adolfo Marsillach, la inmoralidad es una cuestión de estética, porque los desnudos hermosos son decentísimos y los feos inmorales Cuando el agente se acerque para ponerle precio a su exhibicionismo, el turista comprenderá que, en tiempos de crisis, aquí no nos andamos con coñitas

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