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ABC CORDOBA 31-07-2012 página 22
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ABC CORDOBA 31-07-2012 página 22

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22 CÓRDOBA MARTES, 31 DE JULIO DE 2012 cordoba. abc. es ABC El boteyón como superyó POR JULIO ALMEIDA otras alternativas, q u e exis- D ÍAS pasados, en Jerez de la Frontera, en una madrugada de sábado noche, un menor murió apuñalado en botellódromo constituido, según la policía, por unas mil quinientas personas en el momento de la reyerta. Y aunque, gracias a la descripción de testigos, el presunto homicida fue detenido de inmediato, hay que cuestionar ese fatal polo de atracción que se han ideado jóvenes poco imaginativos para entretenerse desde chicos hasta mucho después de la hora razonable de retirarse. Porque estos muchachos han invertido las tornas y no beben unas copas al anochecer entre pocos amigos y conocidos, como hemos hecho todos, sino que (durmiendo de día, como murciélagos) buscan en la oscuridad de los sinfines de semana la vida personal que les falta. Botellón suena como boteyón Parece la exaltación de un yo hipertrofiado e hiperestésico que no acaba de encontrar el camino de su vida, un yo abúlico que se siente cómodo apenas entra en la masa estupefaciente. En el curso académico tampoco soportan nuestras clases numerosas, acaso tanto menos cuanto más contribuyen a pensar en lo que no quieren; por ejemplo, que uno, no es que tenga derecho a elegir, como dice un panel de la calle con algún interés oculto: es que no tiene más remedio... El botellón, más bien boteyón de un endeble superyó, ¿condice y consuena con el vacío de quien frena su voluntad para plantearse la vida? Los adictos al boteyón dan largas a esta pregunta, se emborrachan pacíficamente, y creyendo que hay tiempo desoyen el refrán: Nunca Tiempo hay hizo cosa buena Este crimen del domingo 22 no es el primero, y tampoco será el último, si siguen en pie esas multitudes de jóvenes y jovencitos que se juntan por la noche con el raro propósito de ponerse ciegos de alcohol entre pares extraños. Por fortuna, la delegada de Juventud jerezana, Lidia Camacho, reaccionó en seguida ante la Cadena Ser reconociendo que habilitar espacio público para que la gente joven beba en la calle ha fracasado. La concejal entiende por fin que hay que plantear ten otras ciudades donde no hay botellódromos y el ocio sigue estando ahí ¡Acabáramos! Otras ciudades, otras épocas, otras costumbres. El ocio (griego skholé, latín schola y otium) seguirá estando ahí; mejor dicho aquí, como la verdad, en el interior del hombre, dijeron los clásicos. Ocio digno, indigno y hasta públicamente chabacano, según. Cuando les hablo de la imposibilidad del botellón ecológico se mosquean, pero un espontáneo lo admite de mala gana: Sí, guarros sí somos. Se trata de muchachos incomprensiblemente descontrolados por sus padres desde la más tierna infancia; diseñados por maestros y profesores análogamente sinautoritarios ne- gados de antiguo a someterse a la dirección profesional y que han casi abolido con ignorancia los tratamientos de respeto: usted, señor a. Sea como fuere, la educación parece a muchos la quinta rueda del carro y así vamos: a una sociedad, a un trato, donde toda chabacanería tiene su asiento confortable. Y mientras se van cerrando las pocas bibliotecas- -en verano, cuando más falta hacen- mientras los bares se adueñan del espacio público y algunos ni tienen la elegancia de descansar un día a la semana, ¿tendrán razón nuestros jóvenes descabalados cuando consideran que su botellón proviene de sus padres y abuelos? Tal vez. La novedad es que ellos se juntan por cientos con premeditación y nocturnidad para quedar inútiles día tras día, semana tras semana, año tras año. No: su comparación no guarda las debidas proporciones y hay razones de más para inhabilitar ese peligroso disparate que se ha dado en llamar botellódromo. Digamos boteyódro- mo porque allí sus yoes se hallan en sus cabales gregarios, y se incomodan cuando les recordamos la libertad de un Cervantes (cinco años cautivo en Argel, entre sus 28 y 33... a quien fluye este endecasílabo: Cada cual se fabrica su destino. El ocio, la verdad, la gracia; el aburrimiento, la mentira, la mala follá granadina, el malaje sevillano y tantas cosas: todo está dentro, como la ley moral. Ahí quería llegar. El filósofo que en 1788, hablando de la razón práctica, propuso el imperativo categórico, el hombre que se admira con respeto del cielo estrellado fuera y de su ley moral dentro, Immanuel Kant (que quería entre tres y nueve a la mesa para cenar y conversar) ¿qué pensaría de jóvenes que acuden en manada para aturdirse por horas? Yo creo que es la mejor manera de perder las formas; es decir, la forma. JULIO ALMEIDA es profesor de Sociología de la Educación en la UCO

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