Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC CORDOBA 29-07-2012 página 13
ABC CORDOBA 29-07-2012 página 13
Ir a detalle de periódico

ABC CORDOBA 29-07-2012 página 13

  • EdiciónABC, CORDOBA
  • Página13
Más información

Descripción

ABC DOMINGO, 29 DE JULIO DE 2012 abc. es opinion OPINIÓN 13 EL RECUADRO UNA RAYA EN EL AGUA ANTONIO BURGOS LAS MAMANDURRIAS Esperanza Aguirre le ha dado un homenaje de buen recuerdo a Jaime Campmany E N esta política en manos de los dictadores de la economía y, lo que es peor, de quienes no tienen ni zorra idea de economía, cada día es más rarito el sentido común. A los políticos, antes de ponerlos sus partidos en las listas y en puestos de salir, les tenían que hacer un test de sentido común. Porque cuando algún político dice algo con sentido común, es tan insólito que hasta interrumpen la emisión en las televisiones y dan un avance informativo. Malos tiempos corren para la lógica. La proclamación de la obviedad del sentido común es un acto heroico. Como lo que ha proclamado Esperanza Aguirre, que es el evangelio: Todo el mundo tiene claro que no podemos gastar más de lo que ingresamos. Se tienen que acabar los subsidios y las subvenciones, y las mamandurrias en general tú, Esperanza. Estamos como estamos porque gastamos más de lo que ingresamos. Y seguimos gastando más de lo que ingresamos. Sin propósito de la enmienda. Cuando le pedimos dinero a Alemania, nos pone tales condiciones que, ya ven, el IVA al 21 por ciento y casi todos sin paga de Navidad y al paso que vamos, hasta sin campanadas de Nochevieja que nos van a dejar como diga la Merkel que doce uvas por cada español son muchas uvas, que hay que recortar las uvas y aumentar los ivas. Eso es cuando nosotros pedimos a los alemanes. Pero cuando las autonomías piden a Madrid que las rescaten... ¿Me permite una pregunta? -Venia concedida. -Oiga usted: ¿cómo ha pedido Cataluña el rescate a Madrid? ¿En catalán o en castellano? -En catalán, naturalmente, hasta ahí podíamos llegar. Rajoy está aprendiendo la lengua de Goethe para hablar alemán en la intimidad con Angela Merkel, pero los catalanes nos piden la pela en catalán. Y no quitan su derrochona política de multar al comerciante que ponga el rótulo de su establecimiento en castellano. Y no han cerrado ni una sola de sus embajadas, ni quitado uno solo de sus canales de televisión de creación de odio contra España. Y este Gobierno será tan panoli que le arreará la manteca del pantumaca a Cataluña tal como la pide, y al final, seguro que Rajoy le dirá a Mas, con este complejo nacional de inferioridad que tenemos ante los que no quieren ser españoles, pero bien que le piden a España que les saque las castañas del fuego del Ampurdán: ¿Manda usted alguna otra cosa? ¿Y saben todo por qué? Por las mamandurrias. Esperanza Aguirre no sólo ha hecho un análisis de la situación, sino que le ha dado un homenaje de buen recuerdo a Jaime Campmany, recordado hermano mayor de la Cofradía de la Columna. Se ve que Esperanza Aguirre leyó mucho a Jaime Campmany, que fue quien en la España del Pelotazo dio esplendor a la voz mamandurria Yo creía que era un invento de Campmany, una acuñación personal, o una palabra murciana. Pero no. Está en el Diccionario: Sueldo que se disfruta sin merecerlo, sinecura, ganga permanente. Bueno, si sólo estuviera en el Diccionario... Lo malo es que la mamandurria está, como Dios, en todas partes. Está en el Gobierno de la nación. En el inútil Senado que no se suprime como fuente de todas las mamandurrias. En las autonomías. En las diputaciones que el PP quería suprimir pero que ahora, como son suyas, dice que ni pensarlo. En los ayuntamientos. En las empresas públicas. Como el matayotes matayoteton mamandurria de mamandurrias y todo mamandurria. De la mamandurria sí que no nos rescata nadie. IGNACIO CAMACHO CARROS DE FUEGO Sólo los británicos poseen ese don de unir la etiqueta con la trivialidad, el honor con la burla, el humor con la dignidad SE país es admirable, qué quieren que les diga. Aunque se empeñe en circular por la izquierda, aunque cultive una odiosa prensa amarilla, aunque se complazca en su aislamiento diferencialista, aunque jamás nos haya entendido a los españoles ni haya hecho el menor esfuerzo por intentarlo. Pero qué nación es Gran Bretaña cuando se molesta en sacar lo mejor de sí misma, ya sea para conservar una tradición, para perpetuar una democracia, para cultivar el sentido del humor, para inventar el fútbol, para resistir una invasión o para ganar una guerra. O para organizar unos Juegos Olímpicos y mostrarle al mundo su desacomplejado, imperial orgullo colectivo. Sólo esos tipos pueden tener los santos huevos de sacar al irreverente míster Bean a parodiar la escena más solemne de la mitología cinematográfica del deporte. O de convencer a la Reina más hierática del planeta para que haga de ocasional chica Bond sin que se le tambalee la corona. Sólo ellos pueden blasonar al mismo tiempo de haber alumbrado la revolución industrial e internet, y sólo su portentosa arrogancia es capaz de mezclar en el mismo plano a Shakespeare y a Paul McCartney, a Peter Pan y a Harry Potter. Sólo los ingleses poseen ese don de unir de una manera natural y fluida la etiqueta con la trivialidad, el honor con la burla, el protocolo con el populismo, la pompa con la circunstancia. Y no hay nadie mejor que ellos para autocaricaturizarse sin perder la autoestima. Ése fue el mensaje de la ceremonia de los Juegos- -discontinua, irregular, posmoderna, algo kitsch, a ratos brillante y a ratos plúmbea- estamos tan orgullosos de ser como somos que no renunciamos ni a nuestras equivocaciones. De toda la larga gala londinense del viernes- -una fantástica demostración de poderío en medio de la crisis, una proclama de resistencia frente al encogimiento de la depresión- hubo dos momentos de significativa emocionalidad, de especial potencia expresiva. Uno fue el discurso de Sebastian Coe, un atleta reconvertido en gestor público con el estilo propio de un sobrio y elegante liderazgo para tiempos difíciles: Contaremos a nuestros hijos y a nuestros nietos que estuvimos aquí, que lo hicimos y lo hicimos bien Y el otro se lo reservó McCartney para prender el broche de oro de una vieja melodía compuesta para momentos tristes, un acorde rescatado de la memoria vitalista de aquellos años sesenta que cambiaron el mundo. No lo hagas mal, no tengas miedo, no me falles. Toma una canción triste y hazla mejor Eso es exactamente lo que han hecho estos tipos tan suyos y tan arrogantes que aún se creen la sal de la tierra; rebelarse contra la melancolía pusilánime de una época lúgubre y reivindicar con entusiasmo el espíritu de los carros de fuego, la esencia optimista de la fe en la superación. Lo han hecho y lo han hecho bien. Serán a veces raritos, pero qué gente tan notable. E MÁXIMO

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.