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ABC CORDOBA 31-05-2012 página 3
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ABC JUEVES, 31 DE MAYO DE 2012 abc. es opinion LA TERCERA 3 F U N DA D O E N 1 9 0 3 P O R D O N T O R C UAT O L U C A D E T E N A EUROPA EN LA ENCRUCIJADA POR JUAN CARLOS URETA No nos deben inquietar las profecías de Krugman cuando pronostican el fin del euro. Pero sí nos deben inquietar las consecuencias de seguir haciendo las cosas mal. El euro sobrevivirá, pero, sin una reforma a fondo de su arquitectura institucional, podemos augurar más inestabilidad y turbulencias, cuya consecuencia será una destrucción de riqueza sin precedentes E ha dicho, acertadamente, que Europa es el euro y el euro es Europa. En consecuencia, los problemas del euro son finalmente problemas de Europa, y la posibilidad, aunque sea muy lejana, de una ruptura de la unidad monetaria hay que contemplarla como una amenaza a la gran construcción política que supone la Unión Europea. Una construcción que ha absorbido más esfuerzo y capital político que ninguna otra en el último medio siglo. Sin embargo, el euro hoy naufraga en el espectacular choque asimétrico de las distintas economías de la zona y la construcción europea corre peligro. ¿Por qué? Básicamente porque los remedios que se están aplicando no funcionan. Las cumbres europeas de julio, octubre y diciembre de 2011 se han limitado a reformular el viejo Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que ya fracasó. Es verdad que, además, en esas cumbres se ha avanzado en mejorar el diseño y la funcionalidad de los Fondos de Estabilización. Esos fondos, sobre todo el futuro MEDE, que entrará en vigor en julio, son ahora mucho mas operativos, al permitir intervenciones preventivas, y no solo el rescate ex post y al posibilitar el acceso a fondos europeos para la capitalización bancaria. Es verdad también que el BCE está dando de forma puntual liquidez tanto a los Tesoros en apuros como a los bancos, y que seguirá ayudando, tanto como sea preciso, incluso a través de políticas no convencionales. Todo esto es muy importante, pero no basta, hace falta ir más allá. Las turbulencias de los mercados financieros del pasado verano y las que están teniendo lugar desde principios de abril de este año nos recuerdan que la zona euro en su conjunto y algunas de sus economías en particular, como la española, sufren hoy una fuerte restricción financiera externa. No solo no llegan fondos de forma fluida, sino que, además, salen, provocando una seria amenaza de colapso financiero. Frente a esa amenaza no vale la respuesta actual. La combinación difusa de austeridad forzada, inyecciones monetarias espasmódicas del BCE y reformas estructurales también forzadas a nivel nacional no va a funcionar. De hecho, es ya un modelo muerto. Es urgente dar paso a un nuevo modelo basado en un plan global diseñado a escala de toda la zona, no solo a escala nacional. Es obvio que cada país tendrá que seguir corrigiendo sus desequilibrios y haciendo las reformas estructurales necesarias. Eso es algo que las economías endeudadas y no competitivas tendrían que hacer, con o sin euro. Pero además se necesita un plan conjunto para el euro. Se ha puesto de moda, en las últimas semanas, hablar del crecimiento como el nuevo concepto mágico que nos va a sacar de todos los problemas. Y es innegable que, al final de todo, si no hay crecimiento nada funciona. Pero en las nuevas propuestas lideradas por Hollande asoma de nuevo la falacia de querer buscar respuestas fáciles a problemas que requieren liderazgos fuertes y esfuerzos continuados. Se quiere volver al crecimiento falso, a la economía artificial, a los viejos hábitos. Un camino que ya se sabe a dónde conduce. l verdadero plan de crecimiento no consiste en apartarse de la disciplina fiscal y de las reformas estructurales, sino en situar esa disciplina dentro de una visión global sobre el futuro de la zona euro. Una visión que incluye como elemento esencial la integración política de la zona, con cesión de soberanía. Solo así es posible blindar políticamente el euro y dar el paso hacia una integración bancaria de la zona, hacia un Tesoro europeo que dé sentido pleno al Banco Central, hacia un modelo de transferencia de rentas y hacia los eurobonos. Nada de esto se puede hacer sin profundizar en las actuales políticas de disciplina fiscal y reformas, pero tampoco nada de esto es posible sin un gran acuerdo político de cesión de soberanía. Una inflación un poco más elevada y una depreciación adicional del euro ayudarían, pero lo esencial es el consenso político sobre la Europa que deseamos. El problema es de Europa, no de Grecia, Portugal, Irlanda, España o Italia, y la solución debe ser a escala europea. Hoy, presionados por la angustia del corto plazo, todos vuelven los ojos al BCE buscando su ayuda para aliviar las tensiones de financiación. Esa ayuda nuevamente va a ser necesaria, y no hay duda de que el BCE la dará. Pero la solución de fondo requiere que el BCE se transforme en un Banco Central de verdad reformando sus rígidos estatutos actuales, lo que solo es posible con integración política. No se puede querer un BCE verdadero sin una unión política verdadera. Un BCE auténtico sin una Europa de verdad es la peor de las combinaciones y, sencillamente, no es posible. De igual forma, no son posibles los eurobonos manteniendo la soberanía fiscal plena en cada país, ni se puede cambiar el funcionamiento de la Unión Europea dejando intacto el funcionamiento de cada uno de sus miembros. Aunque todos lo deseasen, es realmente muy difícil romper el euro. Su mayor protección deriva de la enorme dificultad que tiene deshacer un balance de más de tres trillones de euros, y un sistema de pagos entre Bancos Centrales que se eleva ya a casi setecientos mil millones de euros, el llamado Target 2. El éxito del euro es, paradójicamente, lo que le hace casi indestructible y lo convierte a la vez en un cinturón de hierro y en una garantía para las economías que lo integran. S E P Ahora Tú MADRID Por primera vez en España. Un encuentro diferente. Una experiencia única. Tres conferencias y música en directo. Dos únicas oportunidades 22 y 23 de junio de 2012 IFEMA- Madrid or eso no nos deben inquietar las profecías de Krugman y otros economistas cuando pronostican el fin del euro. Pero sí nos deben inquietar las consecuencias de seguir haciendo las cosas mal. El euro sobrevivirá, pero, sin una reforma a fondo de su arquitectura institucional, podemos augurar más inestabilidad y turbulencias, cuya consecuencia será una destrucción de riqueza sin precedentes. Europa, en definitiva, debería trabajar más en un gran acuerdo para la salida de la crisis, en lugar de cuestionarse permanentemente su propio futuro en una larga partida de ajedrez. Ese gran acuerdo no está hoy en la agenda de los líderes europeos, pero lo demandan los ciudadanos. Pese a la eurofobia actual de algunas sociedades europeas, alimentada en parte por la propia crisis económica, lo cierto es que hay un sustrato político y social muy fuerte en el euro, que va mucho más allá de la generación de líderes políticos que hoy dirige Europa y que hace del euro un superviviente que, eso sí, puede dejar algunos cadáveres por el camino. JUAN CARLOS URETA PRESIDENTE DE RENTA 4 Y DE LA FUNDACIÓN DE ESTUDIOS FINANCIEROS ahora- tu. es

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