ABC CORDOBA 26-05-2012 página 30

30 FERIA DE CÓRDOBA SÁBADO, 26 DE MAYO DE 2012 cordoba. abc. es ABC VIERNES DE FERIA Al rico perol de aluvión El Arenal hace honor a su manida denominación de Feria abierta en una jornada donde alcanzaron su máxima expresión todas las formas de disfrutar de la fiesta Por LUIS MIRANDA bierta. Ni cuando el sobeo incansable de los políticos y de quienes viven entre tópicos lo intenta, consigue quitarle el sentido a las palabras. Feria abierta es el paradigma del sintagma manoseado, del mantra triturado sin parar, pero también la definición que encaja con la fiesta, quieran o no quiera, que de todo habrá, quienes se empeñan en decirlo a todas horas como si fuera su estandarte más importante. Y abierta, desde luego, lo es, como si fuera posible poner puertas al campo raso, a la campiña desierta, al páramo absoluto de sol y polvo, en que los cordobeses buscan la diversión en estos días. Abierta como abierto es el campo y hasta la sierra con sus árboles señalando caminos, la Feria de Córdoba podrá restringir la entrada a algunas casetas en su legítimo derecho, pero nunca dejará de ser tan abierta como un perol. En estos tiempos donde el salmorejo busca papeles para inscribirse en el libro de la nobleza gastronómica, el perol, el otro plato tradicional de la ciudad, queda un poco en segundo plano, y eso que cada día de la Feria se hace uno, diverso y sabroso y con el punto imprevisible que tiene siempre el arroz guisado en Córdoba. Como el perol, que no tendrá nunca de- A UN HOMBRE FUE DETENIDO POR HERIR A OTRO CON UNA BOTELLA EN LA CABEZA DURANTE UNA REYERTA nominación de origen porque hay tantos como cocineros en las faldas de la Sierra o en los oasis de la campiña, el perol que cada día se hace en El Arenal es el reflejo de la Feria abierta que es cierto que existe. Ayer quedó bastante claro, en un día donde se dejó notar el calor de la gente, pero no el del cielo, que se marcó un detalle con la ciudad y desde primera hora estaba cubierto. No quiere decir que amenazara agua, ni mucho menos, ni siquiera que aliviase la temperatura que otra vez rebasó los treinta con generosidad, sino que por lo menos se podía caminar por las calles sin necesidad de demasiados sombreros de paja, que algunos se han visto, ni de ir