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ABC CORDOBA 30-04-2012 página 12
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  • EdiciónABC, CORDOBA
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12 OPINIÓN SALA DE ESPERA PUEBLA LUNES, 30 DE ABRIL DE 2012 abc. es opinion ABC FRANCISCO JOSÉ JURADO SI TE HE VISTO, NO ME ACUERDO España es económicamente rentable. Otra cosa es que lo sea desde el punto de vista político y administrativo A L parecer, y para nuestra desgracia, el único vaticinio que nunca falla en este marasmo económico en el que nos hallamos inmersos es el del paro. Lo demás son monsergas. O excusas de un mejor futuro que nunca llega. Lo diga este gobierno o el anterior. Pero el dato del paro nunca falla. La EPA nos deja casi seis millones de personas sin empleo en España, ¿qué decir de Córdoba, con una tasa que llega al 32 por ciento? Mucho me temo que esta provincia devastada no podrá recuperar su tejido productivo tras la crisis. Quizás tampoco la ilusión o la moral. Imposible con el daño causado. Y con las nuevas medidas tomadas tras el consejo de Ministros del viernes pasado, no iremos a mejor. Como mucho nos quedaremos como estamos. Ya sé que, en primer lugar, hay que parar la sangría, pero se me antoja magra recompensa cuando la gangrena es tan profunda. Hace un par de años, cuando la situación empezaba a ser crítica, escribí un artículo titulado Autónomos o autonomías Había que elegir entre adoptar medidas que salvaran a unos o que consolidasen el modelo de despilfarro autonómico. Sabemos lo que hizo el periclitado Zapatero. Pero Rajoy va por el mismo camino. Porque es obligatorio recortar, nadie lo niega, pero todos empezamos a intuir (hasta Ángela Merkel) que únicamente con las tijeras quizás no baste. Y añado: puestos a recortar, hay que saber dónde meter esa tijera. Porque España es un país rentable desde el punto de vista económico. Otra cosa es que empieza a no ser viable desde el punto de vista político. Y administrativo. Esto es, no se deben recortar más los niveles de vida de la clase media con impuestos y recortes, y quizás falte valentía para acometer la verdadera poda, que podría hacerse en una doble vertiente: por un lado, racionalizar el gasto de una Administración elefantíasica, y por otro, digámoslo, racionalizar también el actual Estado de las autonomías. No digo liquidarlo, que tiene sus ventajas, pero si mejorarlo porque, de lo contrario, terminará por ahogarnos. Sucede que ese es el problema insoluble de España. Esa valentía necesaria nos llevaría, inevitablemente, a un conflicto con Cataluña y País Vasco de consecuencias ahora mismo insospechadas. Esta sociedad no se lo puede permitir. Eso sería perder el norte. Literalmente, no es una metáfora. Y el nordeste. Si no de derecho, sí de facto. ¿Y el sur? ¿Qué ocurriría con el sur? Bueno... a quién puede importarle ya esta devastada tierra. Además, el sur, simplemente, ha decidido suicidarse. Basta leer las ingenuas proclamas del nuevo co- gobierno. Y ya saben ustedes lo que se hace con los muertos: se les aparta piadosamente a un lado del camino, se aparta la vista, y si te he visto no me acuerdo. EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA FAMILIA Y TRABAJO La restauración de un orden social y económico cristiano sólo podrá lograrse a través de una reforma de las costumbres L A festividad de San José Obrero, instituida por PíoXII, nos viene de perlas para reflexionar sobre la íntima conexión existente entre familia y trabajo. Desde hace algunos años, recibo desde ciertos ámbitos (seudo) católicos reprochesportrataren misartículosasuntosde ordeneconómico; y exhortaciones a tratar cuestiones de ordenmoral. Pero, comonosrecordaba PíoXI (Quadragesimo Anno, 42) aun cuando la economía yla disciplina moral, cada cual en su ámbito, tienen principios propios, es erróneo que el orden económico y el moral estén distanciados y ajenos entre sí y Juan XXIII (Mater et Magistra, 222) insistía en lo mismo, afirmandoque la doctrinasocialdelaIglesia esinseparable de la doctrina que la misma enseña sobre la vida humana Y es que, en efecto, poco sentido tendría defender la vida y la familia si al mismo tiempo no se defendiera una concepción del trabajo que permitaalaspersonascriardignamenteasushijos ycuidar de sus familias; pues el trabajo, según nos recordaba Juan Pablo II, es una condición para hacer posible la fundación de una familia (Laborem Exercens, 10) Que hoy se puedan denunciarlas lacras que destruyen la familia sin denunciar al mismo tiempo las relaciones económicas inicuas nos demuestra que- -como ya nos advirtiera Chesterton- -las viejas virtudes cristianas se han vuelto locas. Esta íntima conexión entre familia y trabajo la recordaba Pío XI, al afirmar (Quadragesimo Anno, 71) que al trabajador hay que fijarle una remuneración que alcance a cubrir el sustento suyo y el de su familia y Juan Pablo II llegaba todavía más lejos (Laborem Exercens, 19) abogando por la introducción del salario familiar o en su defecto de subsidios y ayudas a la madre que se dedica exclusivamente a la familia. Y, puesto que la tendencia ha sido exactamente la contraria (es decir, salarios de miseria que apenas si sirven para mantener a quien lo percibe, obligando a los demás miembros de su familia a trabajar a su vez, a cambio de otros salarios de miseria) hemos de concluir que las relaciones laborales existentes son las que primeramente conspiran contra la unidad familiar, obligando a cada uno de sus miembros a ganarse malamente el sustento fuera de su casa; y las que, consecuentemente, fomentan el divorcio y la baja natalidad (con su inevitable secuela de abortos a troche y moche) al ligar la percepción de un salario a la subsistencia puramente individual, nunca a la cobertura de las necesidades familiares. Así, puede concluir Pío XI (Quadragesimo Anno, 132) quelas bajas pasiones quehan favorecido estas relaciones laborales inicuas son raíz y origen de esta descristianización del orden social y económico, así como de la apostasía de gran parte de los trabajadores que de ella se deriva La restauración de un orden social y económico cristianosólo podrálograrse, nos recuerdan incansablemente los Papas, a través de una reforma de las costumbres Pero tal reforma debe realizarse en un doble plano, personal e institucional: pues de poco vale que las personas se esfuercen en formar familias cristianas si las instituciones jurídicas y políticas favorecen unas relaciones económicas descristianizadas, fomentando un régimen de trabajo que crea obstáculos a la unión y a la intimidad familiar (Quadragesimo Anno, 135) Denunciar una doctrina económica apartada de la verdadera ley moral es, en fin, tan obligatorio para un católico como denunciar las agresiones a la familia; entre otras razones porque ambas denuncias son la misma. A no ser, claro está, que queramos convertirnos en católicos esquizofrénicos que enarbolan virtudes que se han vuelto locas. Que San José Obrero nos libre de esa tentación.

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