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ABC CORDOBA 29-04-2012 página 62
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62 LOS DOMINGOS DE ABC DOMINGO, 29 DE ABRIL DE 2012 abc. es ABC BBB neral de Seguridad sin percances, el edil le facilitó una escolta con dos milicianos. Al día siguiente, 8 de agosto, se decretó su entrada en la cárcel como preso número 925 y quedó recluido en la segunda galería de la primera planta, llamada el transatlántico En esta situación, los familiares de Gutiérrez Mellado se pusieron a trabajar en busca de su libertad. El expediente judicial se inicia el 24 deenero de 1937, y se letoma declaraciónenlacárcel el 2 defebrero. Según los documentos encontraLos familiares de dos en los archivos, GutiéGutiérrez Mellado rrez Mellado responde al lograron que se juez que ignora el motivo sustituyera al fiscal de su detención, ya que el y a un jurado por declarante es una persona magistrados más afecta al Régimen al que presta su adhesión, y que afines para evitar no ha intervenido en política su condena en ninguna ocasión Cumplida esta primera fase, el siguiente objetivoes lograrmagistrados benevolentes. Para ello, la familia recurre a una prima, Concha Núñez- Arenas, que conoce a un arquitecto que había trabajado para la CNT y entablado amistad con Melchor Rodríguez, conocido como el Ángel Rojo por haber salvado muchas vidas durante la Guerra Civil. Gracias a su intervención, se logra que se asigne el caso a un juzgado cuyo presidente, José González Serrano, es un amigo y, además, que se incoen diligencias por un delito de hostilidad y desafecto al Régimen que conlleva pena de prisión, pero no de muerte. A continuación, se sustituye a uno de los jurados porCristóbal RuizMatas yal fiscal previstopor Gregorio Peces Barba, padre delqueseríapadredelaConstituciónyconquien Gutiérrez Mellado coincidirá a partir de 1977. Paralelamente, ladefensapresenta dostestigoscreíbles queavalenladeclaracióndel encausado: Federico Orihuela Carrero y Antonio Aizcorbe Zubiria, militantes de la UGT. El fiscal, como era lógico, pretendió suspender la vista hasta obtener informes del Comité delFrente Popular deVillaviciosa y uncertificado médico de que realmente había estado enfermo durante ese periodo. La defensa se oponeyeljuradolodesestimainmediatamente. A pesar de ello, Peces Barba no le acusa del delito más grave que tiene a su alcance, sino por conducta desafectaal Régimen ysolicita solo la pena de privación de cargo público El tribunal lo absuelve. Aun así, pasan los días y Gutiérrez Mellado continúaenlacárcel. Lafamiliasealarmaeintensificalasgestiones atravésdeMelchor Rodríguez, de nuevo, y directamente ante la JuntadeDefensa. Elprimerorecomienda unarreglo económico con alguno de los guardias de la prisión- -se había llegado a pagar 200.000 pesetasde laépoca- -yelsegundorespondió que, según sus archivos, había muerto en la batalla de Campamento. Ante la insistencia de Luis Calleja, su primo, la respuesta cambia: el teniente Gutiérrez Mellado aparecedenunciadocomo fascistapeligrosoypromotor de la rebelión y en busca y captura para fusilarlo. Afortunadamente, esa misma mañana, 7 de marzo, había sido puesto en libertad. No era su hora. Rafael Moreno es perodista y profesor de la Universidad Complutense Transición, 23- F y democracia Ángeles de la guarda FOTOS: ARCHIVO ABC EFE En 1975, Delegado del Gobierno en Ceuta. En 1976, Capitán General de la VII Región, y luego asume la dirección 1975- 76 del Estado Mayor Tras la muerte Central de Franco Durante cinco años, vicepresidente primero para asuntos de la Defensa. Cuando dimite Suárez, y tras el 23- F, abandona la vida política 1976- 81 Con Adolfo Suárez El general que recibía los golpes Restaba importancia a su gallardo gesto del 23- F, una fecha triste para Gutiérrez Mellado, que sufría la incomprensión e incluso los insultos de los suyos Por JESÚS PICATOSTE e saltó el protocolo. La primera vez que almorcé con él en un restaurante, rechazó ocupar el lugar que le correspondía, según las normas de la buena mesa. En la segunda ocasión ocurrió lo mismo. El teniente general quería sentarse en la silla, de espaldas o de frente, que mejor enfilara la puerta de entrada. Me sorprendió. Alguna manía pensé. Más tarde me enteraría de las razones de tan singular preferencia. Gutiérrez Mellado quería ser el blanco perfecto en el caso de un atentado contra su persona, que ninguno de sus acompañantes sir- S viera de obstáculo o parapeto. Se lo comenté un día. Sin decir una palabra, sonrió. Andábamos por entonces, 1982, en la elaboración de Un soldado de España que no iba a ser sino un libro de conversaciones, casi doscientas páginas, donde el general respondiera a las más variadas cuestiones, fuesen personales, profesionales o políticas. No, unas memorias, no. Jamás, jamás las escribiré. Si yo hablara, sería malo para la convivencia española. Prefiero pensar que todos los que me han atacado lo hacen con buena voluntad Le tentaron, naturalmente, con ofertas editoriales que re-

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