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ABC CORDOBA 22-04-2012 página 52
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52 ESPAÑA DOMINGO, 22 DE ABRIL DE 2012 abc. es españa ABC El hombre que ejerce más BEscrupuloso cumplidor de su función constitucional, Don Juan Carlos siempre es receptivo a los consejos del presidente del Gobierno D ALMUDENA MARTÍNEZ- FORNÉS MADRID urante prácticamente todas las semanas de los últimos 36 años, el Rey ha tenido una cita con el presidente del Gobierno. Un día a la semana normalmente fijo, aunque cada presidente tiene sus preferencias- -Mariano Rajoy suele ir los lunes- el jefe del Ejecutivo acude al Palacio de La Zarzuela para despachar con el Monarca. En esas reuniones, se da cumplimiento a dos mandatos constitucionales: por un lado, el presidente del Gobierno informa al Rey de los asuntos de Estado y por otro, Don Juan Carlos arbitra y modera. Desde la Transición ha habido despachos cortos, que se podían medir en minutos, e interminables despachos de horas. Ha habido despachos de trámite y otros extremadamente difíciles. Pero su contenido nunca ha trascendido. De estos encuentros cabría esperar que, de la misma forma que el Rey trata de aconsejar lo mejor para España al presidente del Gobierno, éste responda con la misma lealtad y, en el caso de que fuera necesario, advirtiera al Monarca de posibles decisiones erróneas. Y es que el presidente del Gobierno, por razón de su cargo, es la persona que más influencia ejerce sobre el Rey, según informan fuentes próximas al entorno de Don Juan Carlos. Escrupuloso en el cumplimiento estricto de sus funciones constitucionales, el Monarca suele ser muy receptivo a las opiniones y los consejos procedentes del jefe del Ejecutivo. Sin embargo, no todos los presidentes del Gobierno que ha tenido España a lo largo del Reinado de Don Juan Carlos han tratado de favorecer la imagen del Rey con el mismo esmero ni han ejercido en él la misma influencia. Unos han sido más exigentes en su forma de entender la Jefatura del Estado y algunos han sido más eficaces que otros. Curiosamente, la valoración de la Monarquía por parte de la opinión pública ha ido variando en los distintos Gobiernos de la democracia. Se podría decir que existen unos vasos comunicantes entre el Jefe del Estado y el presidente del Gobierno, de forma que las decisiones del segundo, para bien o para mal, redundan en la imagen de la Corona. A mayor sintonía entre ambos, mejor resultado para la Monarquía. Por ejemplo, una de las situaciones más dañinas para la imagen de la Corona se produce cuando un presidente del Gobierno saca adelante leyes polémicas, que cuentan con el rechazo frontal de buena parte de la sociedad y no han sido consensuadas con la oposición, aunque la función del Rey sea sancionarlas, sin poder pronunciarse sobre si está a favor o en contra. La valoración de la Monarquía también ha experimentado descensos cuando se han producido grandes momentos de enfrentamiento y crispación entre los dos grandes partidos, a pesar de los constantes llamamientos del Rey a la unidad, el diálogo y el consenso. Igualmente, cuando decae la confianza en las instituciones políticas, la Corona se suele ver arrastrada por este descontento generalizado. Según los sondeos realizados por el sociólogo Juan Díez Nicolás, que estudia la evolución de la Monarquía desde 1986, la valoración de la Corona por la opinión pública empezó a descender a mediados de los años noventa cuando se produjeron los graves enfrentamientos entre socialistas y populares con motivo de los escándalos de aquella época. En el año 2000, la valoración de la Monarquía volvió a decaer como consecuencia de la impopularidad de la guerra de Irak y siguió descendiendo durante el Gobierno de Rodríguez Zapatero. De hecho, a finales de su mandato, en octubre del año pasado, la Corona obtiene por primera vez una valoración del 4,89, por detrás de las Fuerzas Armadas (5,65) y de los medios de comunicación (4,97) Del mismo modo que algunas decisiones polémicas del Gobierno redundan en la imagen de la Monarquía, las gestiones y el consejo del presidente pueden contribuir a reforzar su valoración. Unos consejos que no solo deben afectar a la vida institucional del Rey, sino también a la privada. No Enfrentamientos políticos Receptivo a los consejos Reforzar su valoración

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