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ABC CORDOBA 21-04-2012 página 13
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ABC SÁBADO, 21 DE ABRIL DE 2012 abc. es opinion OPINIÓN 13 EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA UN PAPADO RESTAURADOR A simple vista, puede parecer un episodio menor; pero tal vez se trate del gran acontecimiento de este papado S IETE añoshan transcurridoyadesdequeBenedicto XVI ocupase la silla de Pedro; y el aniversario nos sirve de excusa para destacar aquí lo que a todas luces constituye el signo más distintivo y esperanzador de su papado, que no esotrosinolarestauracióndoctrinaldelaIglesia, malherida tras las inercias, malos usos y flagrantes abusos acaecidos en época postconciliar. Quizá la acción másdivulgadaporlaprensadeestedesigniorestaurador haya sido el empeño del pontífice en afrontar sinceramenteel escándalo dela pederastia enel clero, fenómenonopormarginalmenosindignoymuyexpresivo del azote del secularismo, que durante décadas ha campado por sus fueros en el seno de la Iglesia. Pero Benedicto XVI no se ha limitado a combatir las consecuenciasdeestacalamidad (segúnlarecetapropia de nuestra época, que pone farisaicamente cadalsosalasconsecuencias, ala vez queentronizalascausas) sinoquehaindagadolasraícesdelproblema, descubriendo que su sanación verdadera sólo será posible si se combaten los errores doctrinales de fondo que han infectado a ministros y fieles; errores con los que se había transigido o contemporizado de forma un tanto irresponsable en pasadas décadas. Muestras de este designio restaurador las tene- mos por doquier; a algunas no les prestan atención ni los propios curas, que se resisten, por ejemplo, a poner reclinatorios en la comunión. Pero tal vez la muestra más llamativa (e incomprendida por muchos, aun en el seno de la propia Iglesia) sean los esfuerzos de acogida que Benedicto XVI está mostrando con la fraternidad sacerdotal de San Pío X, fundada por Marcel Lefebvre. En julio de 2007, Benedicto XVI promulgaba la carta apostólica Summorum Pontificum emitida en forma de motu proprio, en la que daba una mayor facilidad para la celebración de la misa tridentina. Posteriormente, en enero de 2009, Benedicto XVIlevantaba en undecreto pontificio la excomunión a los cuatro obispos ordenados de forma irregular por Lefebvre; y en septiembre de 2011 Levada, prefectode laCongregaciónparalaDoctrina de la Fe, entregaba a Fellay, superior de la Fraternidad, un Preámbulo Doctrinal que, en caso de ser aceptado, pondría fin a la ruptura. Desde entonces, se han sucedido los contactos, quesegún los últimos indicios podrían resolverse con la plena regularización canónica de la Fraternidad. A simple vista, puede parecer un episodio menor; pero tal vez se trate del gran acontecimiento de este papado. A pesardelasintemperancias mostradaspor algunosmiembrosdelaFraternidad, apesardelasresistencias y desconfianzas de muchos prelados, a pesar de la animadversión furiosa que ciertos sectores eclesiásticos progresistas (y también, por cierto, conservadores, en paradójica alianza) exhiben ante los lefebvrianos elPapanohacejadoensuvoluntadexplícita de propiciar la reconciliación definitiva con este grupo tradicionalista. Benedicto XVI es un testigo privilegiado del proceso de decadencia yautodestrucción (empleamos expresiones suyas) que fuerzaslatentesagresivas, polémicas, centrífugas desataron en el seno de la Iglesia, en las décadas posteriores al Concilio Vaticano II. En su esfuerzo por propiciar la regularización canónica de la Fraternidad de San Pío X- -que, en caso de consumarse, le acarreará -vislumbramoselpropósitoregenerador de un Papa que no se conforma con atajar las consecuencias funestas de un proceso degenerativo, sinoqueaspiraaunaauténticaregeneracióndeltejido enfermo. Gaudeamus igitur. UNA RAYA EN EL AGUA IGNACIO CAMACHO DESOLACIÓN DE LA QUIMERA Cada español tiene una receta para ajustar el gasto recortando todas las partidas menos las que afecten al interesado R MÁXIMO UBALCABA no llevaba razón: los españoles sí merecemos un Gobierno que nos mienta. O al menos lo creemos merecer cuando rechazamos al que dice la antipática verdad, al que delata la desnuda y desagradable evidencia de que nos hemos quedado sin un euro en la caja. Zapatero se derrumbó cuando experimentó la cernudiana desolación de la quimera, cuando la cruda realidad le arrancó de los labios la flauta con que tocaba la dulce melodía del Hamelin del bienestar, aquella música de subsidios, dádivas y cheques de natalidad o de alquileres. Y faltan dos minutos paraqueRajoy sea objetode vudúcolectivopor anunciar que en la tesorería del Estado sólo hay telarañas y que estamos tiesos, sin blanca para pagar los servicios públicos. Eso no se dice, hombre, y si se dice da igual, porque nadie te cree. Queremos mentiras, como Johnny Guitar: la cómoda ficción de la inconsciencia. Aquí todo el mundo es partidario de los recortes mientras no le toquen a uno. Cada español tiene en la cabeza una selección ideal de fútbol y una receta para ajustar el gasto recortando todas las partidas del presupuesto menos las que conciernen al interesado. Y en éstas va el presidente y se le ocurre gritar que todo el mundo al suelo empezando por los suyos, sus votantes de clase media a los que nada más llegar les subió los impuestos. Luego ha subido la luz, los transportes, el tabaco, las recetas farmacéuticas, las tasas universitarias, y pronto tendrá que cobrar por la justicia, las carreteras y tal vez el médico. No es que no quede dinero sino que además debemos de la fiesta atrasada dos mil pavos por cabeza. Sólo hay una cosa peor que tener que pagar las deudas, y es no poder hacerlo. Así que lo mejor es esconder la cabeza, taparse los oídos y cerrar los ojos. Pensar que este Gobierno es un cenizo que disfruta con las malas noticias o que, como sostienen en síntesis los socialistas, se complace esquilmando a los pobres porque es de derechas. Rajoy no ha reparado en que su antecesor Zapatero no cayó en desgracia por haberse gastado hasta lo que no tenía sino por haberse arrepentido- -aun a la fuerza- -de hacerlo. Sólo alcanzó a decir medias verdades, con un realismo edulcorado ysuavón, y yacon eso lo mandaron al desguace. Ahora viene éste y dice queestamosen la ruina. Ya losabíamos, almade cántaro; quizá era él quien no sabía que lo eligieron para obrar el milagros de sacarnos de ella sin daños. Ya puede desgañitarse el presidente: no le vamos a creer. O más exactamente, le vamos a creer en todo aquelloque afecteexclusivamente alosdemás. Mientras diga que no hay dinero para los otros todo irá bien; hay que apretarse el cinturón y tal, como gente responsable que somos. Ahora, a nuestro propio cinturón que ni se acerque, que llamamos a Rubalcaba... o a cualquiera que sepa cómo seguir engañándonos a la medida de nuestras voluntades.

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