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ABC CORDOBA 04-04-2012 página 12
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12 OPINIÓN AD LIBITUM PUEBLA MIÉRCOLES, 4 DE ABRIL DE 2012 abc. es opinion ABC MANUEL MARTÍN FERRAND LOS PRESUPUESTOS Confiemos en que los PGE para 2012 consigan más rigor en su observancia que sus predecesores L OS Presupuestos Generales del Estado, PGE, vienen siendo, más que una Ley de obligado cumplimiento para todos los niveles de la Administración, un género literario. Una presentación, cuasi poética, de buenas intenciones. En razón del ternurismo populista que, sin grandes diferencias entre el PSOE y el PP, marca la voluntad electoralista de los gobiernos que hemos conocido desde las primeras elecciones democráticas, las de 1977, lo que debiera ser la pauta de la épica gubernamental ha degenerado hasta convertirse en la lírica componedora y posibilista de los sucesivos inquilinos de La Moncloa, esa urbanización a las afueras de Madrid en la que, por algún efecto mágico, quienes la habitan tienden a padecer un vértigo que les aleja de la realidad y les vuelve autocomplacientes y huidizos. Confiemos en que los PGE para 2012 que ayer llevó Cristóbal Montoro al Congreso para cumplir el trámite de su aprobación, consigan más rigor en su observancia que sus predecesores. Nacen con dos malos augurios. Uno, meramente estético, que se deriva del hecho fotográfico por el que pasan a la Historia este tipo de acontecimientos. Montoro, en vez de posar ante los leones de la puerta principal de la Carrera de San Jerónimo, como la mayoría de sus predecesores, lo hizo en el patio que evoca el nombre del conde de Floridablanca, posiblemente el personaje más impopular del Madrid de Carlos IV, y es, de hecho, una puerta de servicio de la Institución. El otro mal agüero que también marca estos PGE reside en el hecho de que el Gobierno retrasó su confección para, dada su inevitable impopularidad, no perjudicar la campaña de Javier Arenas en las recientes y frustradas elecciones autonómicas andaluzas. También Elena Salgado utilizó este patio, que tiene mucho de infracción urbanística, para presentar sus últimos Presupuestos. Según Montoro, son unos Presupuestos duros Lo importante no es que sean severos en su formulación, sino que resulten estrictos en su cumplimiento, algo a lo que no estamos acostumbrados y que, ojalá, convierta en imprescindible la normativa sobre transparencia y buen gobierno que el PP tiene en el horno hasta su definitiva cocción y posible consumo. Sobrevolando sobre la amnistía fiscal que llevan dentro, lo importante de unos PGE es que se apliquen con la grandeza que merece la Nación y no con la miseria que reclaman algunos sectores acostumbrados al privilegio y la bicoca. De las tres grandes reformas acometidas por Rajoy, la laboral es la más dura; la de reducción del gasto público, la intermedia y la de la reforma del sistema financiero, la más blandengue y tolerante. DESDE SIMBLIA JOSÉ CALVO POYATO LA PARTIDA DE LA PORRA Los sindicatos justifican a los piquetes por la violencia de los empresarios que amenazan para evitar la huelga L A Partida de la Porra fue el nombre con que se conoció a los matones que, bajo las órdenes de Felipe Ducazcal, se dedicaba, con el beneplácito institucional que hacía la vista gorda, a atacar a quienes criticaban la actuación del gobierno. Según se decía en la época, era la forma de combatir la generosa libertad de expresión que permitía la Constitución de 1869. Su actividad- -palizas, destrozo de establecimientos, peleas callejeras y otras acciones violentas- -se desarrolló en la agitada España del llamado Sexenio Revolucionario (1868- 1874) que siguió al destronamiento de Isabel II. Las redacciones de los periódicos y los propios periodistas fueron sus objetivos principales. Algunas cabeceras no pudieron superar sus desmanes y hubieron de cerrar y en otras los periodistas trabajaban con pistolas encima de sus pupitres. Conservo como un recuerdo de mi infancia que, cuando a primeros de mayo la chiquillería sacaba santacruces con el propósito de lograr un dinerillo de familiares, amistades y conocidos de nuestra familia, entonando aquello de una perrillita para la santa cruz uno de nuestros temores era que alguien quisiera hacernos la partida de la porra La defensa prevista ante esa posibi- lidad era armar a uno o varios integrantes del cortejo con garrotes de regular tamaño. A veces se tiene la sensación de que muchas de las cosas que ocurren en España mantienen su esencia, revestida de nuevos ropajes. La actividad de Ducazcal y los suyos era ejercer la violencia contra quienes no pensaban como ellos, la misma que hemos visto en la actuación de algunos piquetes informativos- -según los sindicatos, su misión es informar a quienes no se han enterado de la convocatoria de huelga y acuden a su puesto de trabajo- en la huelga general del pasado 29 de marzo. No me refiero en modo alguno a los vándalos que aprovecharon la jornada para destrozar, también saquear cuando les fue posible, numerosos establecimientos del centro de Barcelona. Hemos visto piquetes que informaban incendiando neumáticos y otros objetos inflamables para impedir la entrada o salida de vehículos en fábricas y otros establecimientos. Piquetes que informaban con los bolsillos llenos de candados, silicona- -unos botecitos sin importancia según un sindicalista cordobés- -o cadenas. Piquetes muy numerosos concentrados a la puerta de establecimientos emblemáticos para insultar, abuchear y amenazar a quienes querían acceder a ellos. Piquetes que golpeaban- como hacía la decimonónica Partida de la Porra- a dueños, empleados y clientes de establecimientos como el que tenía como integrante a un conocido actor- -es sólo un ejemplo- -que amenazó al dueño de una cervecería que no estaba por hacer huelga, a los clientes que se encontraban en ella y la emprendió con los grifos de cerveza que terminaron arrancados. Los sindicatos justifican la actitud de estos piquetes como contrapartida a la violencia ejercida por aquellos empresarios que amenazan y presionan a sus trabajadores para evitar la huelga. Hacen lo mismo que la chiquillería que blandía el garrote para defender la santacruz de quienes pretendían entorpecer violentamente el recorrido. Lo mismo que la Partida de la Porra decimonónica que la emprendía a mamporros o destrozaba lo que encontraba a mano. Hay cosas que no cambian. www. josecalvopoyato. com

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