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ABC CORDOBA 01-04-2012 página 76
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ABC CORDOBA 01-04-2012 página 76

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76 SOCIEDAD DOMINGO, 1 DE ABRIL DE 2012 abc. es sociedad ABC Lo que no hay que perderse esta Semana Santa L. DANIELE España entera sale en procesión Todo está preparado para celebrar la Semana Santa, que arranca hoy, Domingo de Ramos, con la procesión de las palmas. Las flores, los pasos, las saetas, los capirotes, las túnicas y las mantillas. Nada ha quedado librado al azar, salvo el tiempo, para vestir las calles de fervor y religiosidad popular ante el acontecimiento más importante de la cristiandad: la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Se calcula que más de dos millones de personas seguirán los cortejos procesionales a lo largo de todo el país. Los habrá de todo tipo. Desde el recogimiento y la austeridad de las procesiones castellanas hasta la espectacularidad de las andaluzas. 1 Cristo de la Buena Muerte (Málaga) 2 La MacarenaSevilla) (Madrugá de 3 La Quinta Angustia (Valladolid) Al paso del Cristo crucificado BNunca podrán derrotar la religiosidad de los sencillos, que año tras año, durante la Semana Santa, descubren nuestras realidades más hondas JUAN MANUEL DE PRADA Yo crecí en una ciudad recoleta y menestral, cantada en el romancero, que cada Semana Santa se llenaba de un olor de colmena derretida, el olor de la cera de los hachones que iban dejando sobre los adoquines de las calles un rastro de lágrimas gordas, en las que parecía condensarse un dolor del tamaño de un planeta. Zamora, la ciudad de mi infancia, puede presumir de una de las Semanas Santas más hermosas del mundo, aunque sea una hermosura sin alharacas, ancestral y callada como las almas de los sencillos, capaces de cobijar la fe más acérrima y las pasiones más limpias. A las procesiones de aquella Semana Santa de mi ciudad acudía acompañado por mi abuelo, mi mano niña y trémula acurrucada en su mano anciana y sarmentosa, que sin embargo tenía la calidez de una placenta; y, mientras nos abríamos paso entre la multitud queobstruía las acerasy se hacinaba en los soportales de las plazas, me aferraba muy fuertemente a ella, temeroso de que se rompiera aquel cordón umbilical que me nutría de enseñanzas antiquísimas. El carillón del Ayuntamiento señalaba entonces la hora inverosímil de la muerte de Dios; y por las calles en cuesta veíamos ascender a los penitentes encapuchados, que se anunciaban desde lejos con el redoble lento de los tambores y la campana que hacía sonar el llamado barandales una campana que sonaba con un tañido fúnebre, como emergido de las profundidades de la tierra, allá donde Cristo descendió para liberar a los justos del Antiguo Testamento. Y así, aupado sobre los hombros de mi abuelo, veía el paso del Crucificado, balanceándose sobre los hombros de los porteadores, con el pecho traspasado por el hierro y los brazos abiertos, descoyuntados casi, en un paroxismo de amor. Aquellos Cristos de las procesiones de Zamora, magullados y sobrios, con losmiembros tensosylascostillascomo un arpaen cuyas cuerdas todavía vibraba la sombra de un estertor, medejabantiritando de dolorydebelleza. Yo contemplaba la agonía de Dios cara a cara, como debieron de contem- Devoción popular Han tratado de convertirla en un mero espectáculo de atracción turística plarla quienes acompañaron su ascenso al Gólgota; y entonces los dos mil años que me separaban de aquel asesinato sacrílego se borraban, y la ciudad de mi infancia se transfiguraba y volvía a ser Jerusalén, y a mi garganta trepaba una oleada de impotencia, un coágulo de rabia, un hervidero de sentimientos confusos que se quedaba atorado en la garganta, deseoso de romper en llanto. Yo entonces no lo sabía; pero en aquel hervidero de sentimientos confusos quenoacertabaanombrar secondensabamivocaciónfutura: vocacióndebelleza, sostenida sobre una sensibilidad desgarrada y acuciada por una sed de Dios nunca saciada del todo. Esa vocación en la que se resume mi vida tuvo allí, en las Semanas Santas de mi primera infancia, su primer vislumbre. Luego he descubierto que lo que llamamosdevociónpopularnoes sinodescubrimiento de las realidades más hondasque nosconstituyen: descubrimiento de la fe, que aguarda como un grano de mostaza la conmoción de la belleza paragerminaryhacerseárbol; descubri-

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