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ABC CORDOBA 01-04-2012 página 59
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ABC CORDOBA 01-04-2012 página 59

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC DOMINGO, 1 DE ABRIL DE 2012 abc. es LOS DOMINGOS DE ABC 59 entre la multitud para ir en su busca. Aunque está medio vacío, el oficial Wilde considera que ya hay suficientes mujeres a bordo. Consulta con el capitán Smith, que grita varias veces: ¿Hay más mujeres? ¿Hay más mujeres? Ante la ausencia de respuesta, se inician las maniobras de descenso. Justo al lado, la orquesta del Titanic está muchedumbre, María Josefa, Fermina y interpretando ritmos alegres. La banda Víctor, que ya ha regresado a cubierta, peracaba de trasladarse desde el salón- come- manecen juntos al amparo del bote 8. Cuandor de primera clase hasta la cubierta de do María Josefa comprende que sólo pobotes en una tentativa de crear una atmós- drán embarcar las mujeres y los niños se fera de frágil optimismo en una situación abraza a Víctor entre afligidos sollozos y tan inverosímil como aquella. Erigiéndose se niega en rotundo a despegarse de su casi por encima de ellos, la monulado. Los esfuerzos de Víctor para mental segunda chimenea de persuadirla resultan infructuo Cuiden de ella sos. proa expele estrepitosas nubes de vapor. Pero los vals y Muy cerca, La condesa les ruega Víctor las melodías ligeras se de Rothes y Gladys Cherry presintiendo que él abren paso entre el fragor presencian la terrible esno sobrevivirá. de las chimeneas que procena de la separación de Cuando se asegura testan iracundas desde los recién casados. La conde que su esposa se que el capitán Smith ha desa, conmovida, se atreencuentra a salvo, ordenado apagarlas. ve a intervenir. Se acerca a desaparece entre En la precipitación la pareja y musitando conde la huida, Josefa ha olvidafortadoras palabras en italialas sombras do sus joyas más preciadas en no procura convencer a María el camarote. En especial, le preocuJosefa de que entre en el bote. pa su magnífico collar de perlas de cuatro Pero ella, sin dejar de llorar, se opone. Vícvueltas. Víctor decide retornar a la cabina tor, abrumado, la arroja en los brazos de la para recuperarlas. Desamparadas y casi condesa y de su prima. Cuiden de ella ocultas tras el bote 8, las dos solitarias muje- les ruega. Quizás presintiendo que no sores aguardan mientras Fermina procura se- brevivirá, Víctor se despide para siempre renar a su señora, que se ve incapaz de con- de su esposa: Pepita, que seas muy feliz tener el llanto. A medida que avanzan los Cuando Víctor se asegura de que su esminutos, se deja notar una ligera escora por posa se encuentra a salvo, da un paso atrás proa y una progresiva desazón se va apode- y desaparece en las sombras. En un rando de los pasajeros. A las doce y veinti- instante, sin apenas darse cuenta, cinco de la noche, el oficial Lightoller, en- Fermina se ha quedado sola y descargado de supervisar la evacuación por la valida en cubierta. Desconcertabanda de babor, da la orden de embarcar a da, no sabe qué hacer. Llalas mujeres y los niños. Aislados de la mándole a voces, se pierde A la una y cinco de la madrugada, el bote 8, cargado solamente con damas de primera clase y sus sirvientas, además de los marinos, empieza a ser arriado. Fermina no ha conseguido localizar a Víctor y, orientándose con dificultad entre el gentío, logra acceder a las inmediaciones de la embarcación cuando ésta ya ha comenzado a bajar por el costado del Titanic. A mí me dejaron fuera. Pero empecé a gritar desesperada, y no tuvieron más remedio que llevarme. Me echaron como un saco de paja desde más de un metro de altura, cuando ya bajaba la barca- -rememoraba con horror- Fue el momento más terrible de mi vida. Cada vez que me acuerdo, me parece que acaba de ocurrir y acabo de salvarme de milagro En cubierta, el sacerdote católico Thomas Byles está dirigiendo el rezo de un rosario. Muchos se unen a la oración postrados estrechando entre las manos sus crucifijos, la mayoría son mujeres de tercera clase a las que el clérigo ha ayudado a ascender desde las dependencias inferiores del barco. Dios te salve, María, llena eres de Gracia... invoca el padre Byles. Ruega por nosotros súplica un coro de voces. Hasta las barcas en el agua llega el sonido de la plegaria mezclado con los acordes de la orquesta y el bullicio ronco de los pasajeros que deambulan por los corredores. Desde el bote 8, la condesa de Rothes contempla emocionada cómo Víctor Peñasco cae de rodillas sobre cubierta en actitud de orar. Salto al vacío

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