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ABC CORDOBA 25-03-2012 página 41
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ABC CORDOBA 25-03-2012 página 41

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ABC DOMINGO, 25 DE MARZO DE 2012 cordoba. abc. es Faltan días 7 Domingo de Ramos para el LA CUARESMA EN ABC 41 lo, nazareno de Jesús Caído, que sí había conocido las cofradías anteriores, unos negocios le llevan a la ciudad en una Semana Santa que renace, todavía con timidez. Es el 4 de abril, Domingo de Ramos, y el protagonista entra por la Puerta del Puente y oye el repique de campanas de la procesión de las Palmas de la Catedral. Enrique León trazó desde ahí un relato histórico en el que se mezclaba la descripción de la ciudad en aquella época con la preparación de la entonces sencilla Semana Santa, desde el paso de la Oración en el Huerto hasta los faeneros que tenían que llevar al Señor Caído y a la Virgen, entonces, del Mayor Dolor. El pregonero contó cómo el Martes Santo ya se iba preparando la procesión oficial del Santo Entierro con la llegada de la Cruz Guiona y del Cristo de Gracia al convento de Jesús Crucificado. Todo en un ambiente donde la añoranza de las procesiones que se habían celebrado en Córdoba durante el barroco era constante. A mitad del relato, el pregonero defendía la continuidad de la Semana Santa. Pero, como siempre ocurre cuando alguien se propone extirpar las raíces de un pueblo, éste había respondido aferrándose a su tradición, enriqueciendo su legado y manteniendo encendidos los candiles de la fe al igual que las cinco doncellas que anhelaban la llegada del esposo dijo antes de evocar en una letanía todas las advocaciones de la Semana Santa de Córdoba actual. Álvaro adivinó que Córdoba quería vestirse de Nazarena, pero la disfrazaban con ropajes de diosas paganas dijo poco después de unir la advocación del Amor con la que este Cristo tenía en la época, el Santo Crucifijo. Todo en una Córdoba que entonces era rumor de Fuentes Santas, patricia en sus murallas, matro- Córdoba se ha alejado, igual que el Pueblo Elegido, del Dios de Abraham. Adoran a un nuevo Becerro de Oro El seno maternal de Córdoba manifestó la Universal Historia de la Redención Álvaro adivinó que Córdoba quería vestirse de Nazarena, pero la disfrazaban con ropajes de diosas paganas Renacimiento Sin túnicas Viernes Santo Sin Semana Santa Las advocaciones Cruz Guiona FOTOS: ROLDÁN SERRANO SANTA Era el comienzo en que dibujaba una ciudad que ya no era la de la silla de Osio de Corduba sino una urbe transmutada en una nueva Sodoma, que adora al becerro de oro Era cuaresma, Era Semana Santa, Era Córdoba... y no se derramaría cera por sus calles Era 1819, el último año con cofradías en la calle por mucho tiempo, casi una generación. Enrique León enumeró aquí lo que, según él, se perdería, en aquella época: La herencia de una túnica, de una devoción, de un sentimiento; la historia de una Pasión que nos devuelve a la niñez, que nos recuerda nuestra juventud, que nos acompaña durante la madurez y que, finalmente, nos conducirá a la presencia del Padre Finalizaba este prólogo con la introducción al relato, según el autor un libro encontrado en el hueco de una tapia de una vieja casa en Santa Marina. Enrique León daba así comienzo a la parte central de un pregón con forma de novela histórica. El protagonista es Álvaro, un hombre que emigró de Córdoba con destino a Cuba aunque terminó por quedarse en Sevilla. Veinte años después, en 1852, y con los recuerdos de las Angustias en San Agustín y de su abue- Las cofradías, aunque erosionadas, se mostraban, sin embargo, altivas, preclaras y nobiliaria na en sus altares, altiva en sus campanarios, fuste inquebrantable de la Fe, era Valle y Esperanza Era el momento más emotivo de un texto en el que se mostraba a una Córdoba casi húerfana de cofradías, hace 160 años. También se refirió a la Virgen María, como protectora Una luz persiste ante la inmensidad de la tragedia: la Pura y Limpia, la Esclava del Señor, la que será venerada en Sagrado Duelo para infinita alabanza de los creyentes por ser Espejo de justicia y Trono de sabiduría, Rosa mística que nace en blanca Torre de marfil, Catedral Áurea para el Arca de la Alianza, Puerta del cielo y Salud de los enfermos, Refugio de pecadores y Consuelo de afligidos... Álvaro, el protagonista del relato, visitó en la voz de Enrique León el monumento de la Catedral, ricamente descrito, y rezó ante el Cristo de los Faroles en la noche del Jueves Santo, no sin antes lamentarse por no poder llevar la túnica morada de Jesús Caído que había sido de su abuelo. En aquella época el decreto episcopal prohibía los hábitos. Es jueves y podría ser. Cualquier día, cualquier ensoñación. Cualquier vivencia, propia o ajena. O tal vez, otra realidad diferente declamó el pregonero en una parte de su intervención especialmente doliente. De ahí al Viernes Santo, con la descripción de los uniformes que había en que Enrique León describió la procesión oficial que partía de la Compañía, con la llegada de Jesús Nazareno y la Virgen de las Angustias y puso punto y final a su pregón. Era Cuaresma, Era Semana Santa, Estaba en Córdoba... y el incienso volvería a perfumar sacros Viacrucis. Era cuaresma. Era Semana Santa, estaba en Córdoba... y el Hijo de Dios moriría y resucitaría en la Constantinopla de Occidente fueron sus últimas palabras antes recibir el aplauso unánime del auditorio. La banda de la Esperanza recuperó la marcha El Viernes Santo de José de la Torre, fechada en el siglo XIX

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