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ABC CORDOBA 01-03-2012 página 14
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  • EdiciónABC, CORDOBA
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14 OPINIÓN AD LIBITUM PUEBLA JUEVES, 1 DE MARZO DE 2012 abc. es opinion ABC MANUEL MARTÍN FERRAND ¿CAFÉ PARA TODOS? No están los tiempos, ni tampoco los ánimos, para mayores proclamas reformistas A los españoles, pueblo insomne, no parece que nos siente bien el café. En los años previos al golpe militar del 18 de julio, los falangistas usaban con gran secreto el acrónimo CAFE para gritar por lo bajini: Camarada, Arriba Falange Española y eso, que sometió al sueño eterno a un montón de españoles, nos tuvo despiertos, nerviosos, a todos los demás hasta que, cumplidas las elecciones generales de 1977, los padres de la Constitución, inspirados por el muestrario de sus mandatarios, empezaron a hablar, al modo acuñado por Manuel Clavero Arévalo, del café para todos Frente a la teoría previa y más sensata de la tabla de quesos una España verdaderamente plural, surgió la de la uniformidad. Algo que, según demuestra nuestra propia Historia, no suele trabajar a favor de la unidad. El resultado está a la vista. La conveniente descentralización de los poderes del Estado, agrandada por un patológico síndrome del agravio comparativo- ¿por qué nosotros no? -ha convertido el Estado en un mosaico de dieciocho teselas, lo que no está mal; pero, dándole prioridad al buen sentido económico- -el bienestar de los ciudadanos- ¿nos lo podemos permitir? Sin renegar de lo ya hecho, es cosa de revisarlo para su mejora. Ahora, en vísperas de las elecciones autonómicas de Andalucía y Asturias, cabe esperar que el PP alcance, como complemento de su mayoría en el ámbito del Estado, el control cuasi total de los gobiernos autonómicos. Una buena ocasión para, si al partido de Mariano Rajoy no le faltan talento y generosidad, reconstruir el mapa autonómico nacional. No debiera tratarse de un pendulazo jacobino, algo anacrónico en una Europa de más de dos docenas de socios; sino de ajustar a la lógica económica, tanto en el gasto como en los ingresos, las Autonomías presentes y, naturalmente, olvidarnos de un café que no nos sienta bien del todo para volver al gusto diferencial y múltiple de aquella tabla de que- sos que despreciaron alegremente en el arranque de la Transición. No están los tiempos, ni tampoco los ánimos, para mayores proclamas reformistas. En otras circunstancias podría hablarse de un reforma constitucional tras un periodo constituyente, que no tuvimos en el 75; pero la homogeneidad de poder que se perfila bajo las alas de la gaviota permite soñar que, por la vía de los hechos, la grandeza de los planteamientos y la humildad de algunas renuncias España retoque su realidad administrativa para que la Nación recupere su pulso y los ciudadanos recobremos el oremus que, gastos van y gastos vienen, hemos ido perdiendo con la ayuda de los vientos de la pasada bonanza económica. PERSPECTIVA FERNANDO FERNÁNDEZ CANTOS DE SIRENA Se quiere imponer un relato torticero: el ajuste es culpa de la austeridad alemana a la que Rajoy se apunta voluntario L A reacción a los resultados preliminares de la ejecución presupuestaria del año 2011 se parece mucho a aquel juego de nuestra infancia de las sillas musicales. Todos corren por el escenario diciendo que la culpa no es suya. Lo que es completamente irrelevante porque lo que está en cuestión es el modelo de Estado. Hay que reformarlo para mantener lo que tiene de bueno, por razones de solvencia ahora evidentes y por razones de eficiencia que son determinantes si queremos que la economía se recupere. El reto es mayor y nos asusta. Por eso gran parte de la opinión pública y demasiados de nuestros dirigentes parecen querer refugiarse en tres falacias que nos permitan aliviar la insoportable carga de la realidad: el país está diseñado así, el contexto es europeo y todo se soluciona con más gasto público. Se argumenta que el Estado de las Autonomías y la economía social de derecho son obligaciones constitucionales que es necesario asumir. Lo que es una simpleza porque nadie discute el principio sino su materialización concreta. Nadie niega la mayor, sino que recuerda la urgencia de revisar los límites y corregir sus excesos. Subrayar la primacía de los principios sobre la realidad es una tentación que he visto demasiadas veces en Estados al borde de la quiebra fiscal. En Estados duales, fallidos, donde aquellos protegidos por una formalidad jurídica impecable son los menos y donde las masas de los marginados crecen hasta que la situación se hace explosiva. La moderna literatura económica del crecimiento ha destacado que los países compiten entre sí en un mundo global sobre todo por la calidad, funcionalidad y eficiencia de sus instituciones. Y resulta obvio que nuestro entramado institucional es simplemente un lastre, una rémora a la recuperación económica. Justificar la recesión por mantenerlo impoluto no creo que sea la alternativa preferida por los españoles. La segunda falacia es que el problema económico español no es propio sino importado de la crisis europea. Cuando Europa se arregle, España empezará a crecer. Lo que es no solo completamente falso, un desiderátum, sino totalmente contraproducente. Un desiderátum porque no hay nada automático en que la recuperación europea arrastre a la española. Como no lo hubo en Portugal en la década pasada que se hundió en el estancamiento mientras Europa experimentaba sus mejores años. Contraproducente porque aparta el foco de lo que hemos hecho mal y de lo que podemos y tenemos que hacer. Quita presión reformista al gobierno y la sociedad española y le permite seguir soñando en una madre protectora que nos saque de apuros. Es como un cuento de hadas con beso final incluido. Lástima que Europa sea un club que está examinando nuestra permanencia como socio y evaluando tanto nuestro historial como nuestro compromiso futuro. Quetodose arregla con másgasto público, es la última adormidera que ha encontrado el PSOE para controlar la debacle en Andalucía y poder colocar a los populares en la derecha extrema de la intransigencia económica. En ese relato torticero, el desempleo y los recortes son culpa de la austeridad germana a la que se ha apuntado Rajoy con celo injustificado. Es lo mismo que dijeron cuando abolieron la ley de Estabilidad del gobierno Aznar y nos llevaron a un déficit del 11,2 del PIB. Algo han aprendido, ahora piden que el Plan Marshall nos lo financien los alemanes. Mañana serán los chinos. Todo menos reconocer que hay que achicar el Estado, los Estados diría yo porque las Comunidades también son Estado.

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