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ABC CORDOBA 28-02-2012 página 15
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ABC CORDOBA 28-02-2012 página 15

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ABC MARTES, 28 DE FEBRERO DE 2012 abc. es opinion OPINIÓN 15 MONTECASSINO HERMANN AMNISTÍA PARA GARZÓN La creo injusta porque tengo la absoluta convicción moral de que Garzón sabía que se saltaba la ley al ignorar la amnistía Y A sabemos que Baltasar Garzón y sus amigos piensan que el mundo estaba en vilo a la espera de conocer su suerte. Pero lo cierto es que los españoles tienen muchas otras cosas en las que pensar. A muchos les habrá dado probablemente siempre igual lo que haga el juez y le suceda. Otros estarán ya tranquilos con la certeza de que ha sido expulsado de la carrera judicial y de que ningún contratiempo en sus vidas, por gravequesea, puedellevarles acaerenmanos deGarzón como juez instructor. Y los amigos de don Baltasar estarán corroídos por sentimientos encontrados. Por un lado saludan la absolución en esta tercera causa en lo que consideran una conspiración de la hidra del fascismo contra Garzón. Pero también son conscientesde que este fallo les revienta sus posibilidades de verbena propagandística permanente. Con lo que eso cunde, anima y une en estos momentos de zozobra de la izquierda. Nada motiva tanto como un poquito de épica por favor en las calles, con banderas republicanas y pancartas anunciando y denunciando elfascismo omnipresente y peligrosísimo. Yo reconoceré que pertenezco al segundo grupo. Una vez seguro de que no hay fatalidad que me pueda hacer quedar a merced de un juez Garzón, su suerte me importa menos. Y comprendo el terrible agotamien- to con Garzón que aqueja a sus ex compañeros en particular y a mucho español en general. Porque lo comparto. Y por eso reconozco que hoy estoy dispuesto a mostrarme menos alarmado de lo que debiera por una sentencia que, como supongo que muchísimos españoles- -y eso sí que no lo ocultaré- consideroinjusta. La creo injusta porque tengo la absoluta convicción moral de que Garzón sabía que se saltaba la ley al ignorar la amnistía. Y quelo hizo porquepensó, con la prepotencia proverbial de nuestros santos laicos de la izquierda, que aquí no hay cojones para negarme a mí esta magna operación de justicia histórica y cósmica Y que lo hizo con la certeza de que quien se atreviera a objetar se vería atropellado por la maquinaria de insultos de los amigos de esa izquierda revanchista y sectaria. Y que precisamentepor elmiedode los demásaesa máquinade insultar tan engrasada, él podría violar la ley de amnistía impunemente. Son benévolos estos jueces del Supremo. Quizás no sean como dice Gaspar Llamazareslos peoreslacayos delfascismo. Si lo fueranno habrían dudado en ver mala fe y sobre todo intención de medro personal y político en esa maniobra. Que había lo uno y lo otro lo demuestran las justificaciones que después han hecho todos los defensores del ex juez y protomártir. Porque su intención no desmentida era cargarse la ley de amnistía y violarla todo lo que le dejaran. Porque les parece obsoleta. Y la pretendían abolir por la vía de los hechos. Tambiénhanestado tiernoslosjueces aldeducir queelradicalgiro deopiniónde Garzónsobrela ley deamnistía respecto a la mantenida diez años antes y en referencia a Paracuellos se debía a la fuerza expansiva de los derechos humanos en los últimos tiempos Aquí los jueces atacados como implacables fascistas tenebrosos por los amigos de Garzón, han estado decididos a pasar por auténticos peluches. No parece que pretendan los jueces que creamos que si a Garzón se le hubiera presentado ayer una denuncia contra Santiago Carrillo, el máximo responsable vivo de la matanza de Paracuellos, único genocida al que la longevidad aun nos preserva, habría emitido una orden de busca y captura, guiado por esa la fuerza expansiva de los derechos humanos en los últimos tiempos UNA RAYA EN EL AGUA IGNACIO CAMACHO LATIFUNDIO El largo monocultivo ha convertido Andalucía en un latifundio agostado por la corrupción y la ruina N MÁXIMO ADA queda de aquella primavera andaluza que estalló en un ya remoto febrero. La energía colectiva que liberó aquel impulso de rebeldía se disipó hace tiempo remansada en un marasmo conformista y el sueño del autogobierno sin capataces acabó en un latifundio casi hereditario de poder. Al cabo de treinta años de monocultivo la autonomía es una finca agostada por la corrupción, el clientelismo y la ruina; un régimen abúlico que vegeta sostenido por una inmensa burocracia desvertebrada. La Junta se ha convertido en una máquina de enchufar averiada por sus propios cortocircuitos de intereses y todo el tejido político y social está raído por el desgaste de la dominancia. Bajo este soleado presagio de abriles se han abierto en pleno invierno grietas en el suelo cuarteado del páramo, pero no son de esperanza sino de cansancio. De todos los motivos que provocaron hace treinta y dos años la sacudida civil que quebró el diseño territorial de la Transición, el principal fue la convicción de que la autonomía iba a ser la herramienta esencial para luchar contra la lacra del paro. Sin embargo Andalucía tiene hoy más desempleo que entonces y han vuelto a aparecer los fantasmas de la miseria y el subdesarrollo. El espejismo de la prosperidad se ha disipado; el crecimiento se estancó antes que en el resto del país y las condiciones relativas no han mejorado. Las decenas de miles de millones de euros recibidos apenas han generado inversión productiva; los andaluces siguen siendo dependientes de la transferencia de renta de otras regiones y sus índices de renta, educación, trabajo y productividad continúan a la cola del ranking nacional. Pero el maná de las subvenciones se ha acabado y sobre su derrama pesa ahora la sombra moral de una corrupción a gran escala. Ahora ya todo el mundo sabe que los mayorales del cortijo repartieron privilegios con una impunidad feudal y un caciquismo desvergonzado. Que utilizaron su viciada hegemonía para cometer flagrantes abusos de poder. Que dilapidaron con largueza y desahogo fondos de ayuda al desempleo, que se autoadjudicaron derramas, mordidas y comisiones. Y que lo hicieron durante años al amparo de un sistema degradado de agiotaje y monopolio político. Esa certidumbre ha incendiado el secarral autonómico como el chispazo eléctrico de una tormenta; el viejo régimen de hegemonía y dependencia ha comenzado a arder en medio de una densa humareda de rastrojos. La fiesta regional de Andalucía no tiene hoy el aire complaciente de una efeméride sino el tono crispado de un fin de ciclo. Se está fraguando otro revulsivo, otro espasmo. Pero a diferencia de aquel dinámico 28- F no se trata de la agitación entusiasta de un anhelo social sino de la evidencia de un clamoroso, desalentado, insufrible hartazgo.

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