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ABC CORDOBA 17-01-2012 página 3
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ABC MARTES, 17 DE ENERO DE 2012 abc. es opinion LA TERCERA 3 F U N DA D O E N 1 9 0 3 P O R D O N T O R C UAT O L U C A D E T E N A DON MANUEL POR ALBERTO RUIZ- GALLARDÓN Por ser el fundador del moderno moderantismo español, nos enseñó valores de rigor, entrega e inconformismo como parte de una misma manera de buscar el progreso desde una reforma continua de la realidad AY dos figuras en la vida de un hombre que lo marcan para siempre, que lo moldean y lo caracterizan de modo irreversible. Una es el padre. La otra es el maestro. Generalmente el padre es también maestro, y a veces el maestro, cuando falta el padre, puede convertirse sin saberlo en algo que se le parece. De mi padre no es necesario que hable demasiado, porque no ha pasado un día, desde que le perdí, en que haya dejado de referirme a su huella en mi vida y en mi carrera. Y acerca de mi maestro, que estuvo junto a mí cuando mi padre faltó, es de justicia que yo recuerde hoy no solo cuánto me ha influido, sino también la difícil senda que él hubo de recorrer para modernizar la derecha española y para servir a su país hasta verlo convertido en una democracia moderna y respetada. El servidor público que ante todo fue Manuel Fraga se mostró fiel a su vocación modernizadora desde muy temprano, abriendo resquicios de libertad en un sistema que se preciaba de hermético. La famosa Ley de Prensa, o el impulso dado al turismo, prefiguran lo que será la progresiva apertura del régimen, y hacen de él un precursor de la Transición, que hubiera sido mucho más difícil sin el concurso de hombres dispuestos a transformar las instituciones desde dentro. Pero además de por motivaciones prácticas, naturales en un reformista, Fraga busca la democracia por un deseo de concordia, que, como buen conservador, intuye como el requisito imprescindible de toda sociedad estable. A comienzos de los años setenta afirma: Toda legitimidad ha de nacer hoy de un plebiscito permanente de convivencia removiendo así las bases de un orden que no había dejado de invocar la victoria sobre los vencidos en la guerra civil como su fundamento principal. Pero la suya no es una personalidad meramente declarativa. Así que se mueve en esa dirección, buscando un medio de expresión democrática para la derecha española: funda Godsa y Reforma Democrática, antecedentes remotos de lo que luego será Alianza Popular. El resto es Historia: consigue que la derecha acepte emprender la senda constitucional, la representa como ponente durante la elaboración de la Carta Magna, obtiene una discreta presencia parlamentaria, y desde ahí, a ritmo lento pero inexorable, va convocando a los elementos más valiosos de la derecha y el centro, equilibrando progresivamente lo que de otro modo hubiera sido una absoluta hegemonía de la izquierda. Por decirlo con sus propias palabras, conseguir que, fuera de los extremos más extremos, entrase en la democracia una gran parte de la derecha y entrase, incluso, aceptando que los primeros tiempos no iban a ser para ella, no es ningún servicio pequeño Es, de hecho, un logro más que notable, que con todo no se detiene ahí. Porque, una vez logrado, Fraga permite que la alternativa que él ha construido evolucione, y entrega el relevo a una nueva generación que culmina la evolución hacia el centro reformista. Siempre será consciente, a este respecto, del delicado equilibrio que esa línea requiere, quizá porque él mismo soportó en el pasado presiones que hoy resulta difícil imaginar, de modo que cuando alguna vez se ha tratado de empujar al partido, desde fuera de éste, hacia un rumbo radical, Fraga no ha dudado en reafirmar su naturaleza: Centro reformista, ésa es la palabra. Lo que pasa es que algunos no lo ven y se empeñan en tirar de él hacia la derecha, o enemigos que quieren acusarlo de eso. Pero es un partido de centro reformista; como tal lo fundé yo, y como tal estoy orgulloso de eso Es cierto que no siempre tuvo éxito. Pese a los reiterados intentos, no alcanzó la Presidencia del Gobierno. Ese fracaso, que es solo relativo, por cuanto que lo que importa es el triunfo de sus ideas, y éstas demostraron toda su fuerza a partir de 1996, pesa menos que la autoridad moral que los años fueron sedimentando en torno a su figura. Su paso fecundo por el Palacio de Rajoy supuso, por lo demás, la puesta en práctica de sus ideas, en un ejercicio revelador de su carácter inconformista. La profunda modernización que impulsó en su tierra natal dio confianza a los gallegos en sus posibilidades, y convirtió a Galicia en una región políticamente relevante, con una presencia creciente. Sirvió además para proponer un camino atractivo y útil por el que todas las Comunidades Autónomas pueden transitar: desarrollo socioeconómico, apuesta por la modernidad y, al tiempo, respeto por los valores tradicionales de cada región y un amor sincero por una identidad no excluyente ni disgregadora de lo español. Hasta ahí la obra. Pero, ¿sobre qué pilares de personalidad se asentaban estos logros? Hay una clave fundamental: solidez en los principios, flexibilidad en los detalles. Fraga es un pragmático, un realista, hecho en el contacto con la realidad, en la gestión, en la negociación, en la batalla diaria de lo posible frente a lo ideal. Por eso es capaz de conciliar unas convicciones conservadoras con una actitud abierta a dialogar con personas de ideas diferentes. Porque, en última instancia, su conservadurismo es solo aparente, y más teórico que práctico. En las distintas circunstancias históricas y políticas que le tocó lidiar siempre quedó atemperado por una permanente necesidad de cambio y renovación, que él solía ser el primero en advertir. Su gran aportación consistió en adelantar las fórmulas necesarias para que la derecha española se acompasara al ritmo de los tiempos, y esa contradicción entre conservadurismo ideológico y praxis flexible es la que le hizo aparecer a veces como político heterodoxo. Pero solo es tal el que falla en el terreno de los hechos, de la acción, el que sacrifica el interés general a las exigencias de la doctrina. De modo que el Fraga adalid de la simplificación administrativa, el que presentó a Carrillo en sociedad con no poco escándalo, el que viajó al encuentro de la comunidad gallega de Cuba o el que apostó por Obama en la gran encrucijada americana, no era un Fraga necesariamente provocador o extemporáneo, sino, antes al contrario, el genuino hombre de su tiempo que adivinaba ya el que estaba por venir. oy puedo decir que el magisterio de Manuel Fraga, junto a la memoria de José María Ruiz- Gallardón, han sido determinantes en mi sentimiento de reconocimiento y admiración por todos aquellos que, desde cualquier ámbito ideológico, han consagrado sus vidas a la modernización política e institucional de España durante las últimas décadas. Pero más allá de la emoción personal, creo que ponderar justamente a figuras como estas supone contribuir a un ejercicio de comprensión entre generaciones más necesario que nunca. Frente al salto al vacío que ha tratado de imponer la llamada memoria histórica, que prefiere imaginar un estado ideal de cosas antes que escuchar el testimonio directo de los protagonistas, el diálogo intergeneracional supone una transmisión de experiencia y conocimiento a la que no podemos renunciar. Así nos lo demostró a muchos quien, por ser el fundador del moderno moderantismo español, nos enseñó valores de rigor, entrega e inconformismo como parte de una misma manera de buscar el progreso desde una reforma continua de la realidad. Para nosotros, su ejemplo vive a diario en esos principios, así como en el recuerdo inolvidable del hombre bueno y cabal a quien llamábamos Don Manuel. ALBERTO RUIZ- GALLARDÓN MINISTRO DE JUSTICIA H H

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